
Luego de haber sido motivo de orgullo y envidia por recibir los gigantescos aviones presidenciales Air Force One, de George Bush padre, y el Transporte Presidencial 01 (TP-01) de Carlos Salinas de Gortari, el aeropuerto del municipio de Agualeguas hoy está en el más completo abandono.
La base de la torre de control (cuatro columnas metálicas) está completamente oxidada y carcomida, los escalones se quejan a cada paso que se da sobre ellos y en el cuarto que está en lo alto de la construcción, el piso está despedazándose, por lo que no se puede entrar sin el riesgo de caer al vacío.
Aunque eso no fue problema para un par de enormes cuervos que decidieron ubicar ahí su nido.
La caseta que está al pie de la desvencijada torre no está en mejores condiciones: vidrios quebrados y puertas destartaladas, basura y restos de comida y agua de lluvia se adueñan del lugar.
El edificio principal, que alguna vez fue sede del 76 Batallón de Infantería del Ejército Mexicano, está totalmente saqueado: ni los fusibles de electricidad perdonaron.
Abanicos inservibles, espejos que sólo reflejan la propia miseria del derredor y alimañas tales como alacranes “güeros” y arañas Viuda Negra son los únicos seres vivos que se encuentran en el amplio edificio que consta de dos salones grandes, sanitarios, regaderas y una especie de celdas de malla ciclónica.
Puertas y ventanas pasaron a mejor vida y hasta las llaves de los lavabos desaparecieron.
En una pared desnuda un lacónico cartel anuncia a nadie las diversas tareas que realizaban los milicianos acuartelados.
No hay pintas de graffiti porque en los pueblos rurales no se estila esa práctica citadina, pero el abandono es igual de elocuente en el blanco de unas paredes desnudas que en la policromía de los mensajes que visten las bardas en la zona urbana.
Muy lejos quedaron los días de 1990, cuando los presidentes de Estados Unidos y México surcaron los aires con todo y sus extensas comitivas en sus gigantescas aeronaves para aterrizar en la flamante terminal aérea y convertir al pequeño municipio de Nuevo León, de menos de 5 mil habitantes, en el ombligo del mundo mexicoestadounidense.
Fue el 26 de noviembre, hace ya casi 18 años, cuando los “paisanos” de Salinas fueron testigos de un espectáculo del cual pocas ciudades capitales -y todavía menos poblados rurales- pueden presumir: ser anfitriones de dos afamados huéspedes, el presidente de México y el mandatario de Estados Unidos, el país más poderoso del mundo.
Carlos Salinas de Gortari invitó a George Bush, su homólogo estadounidense, a conocer la tierra de sus ancestros, el municipio de Agualeguas, con 917 kilómetros cuadrados, conformado en su mayoría por agricultores y migrantes y ubicado a 150 kilómetros de la capital del estado, Monterrey.
El tema de la reunión no era cualquiera cosa: Salinas propuso establecer un tratado de libre comercio entre ambos países (el TLC), lo que sería una de las banderas más importantes de su administración.
Ese mismo día 26, George Bush padre notificó formalmente al Congreso de Estados Unidos su intención de entablar discusiones con México al respecto.
La época de la globalización llegaba al país y Salinas sentaba a México en la misma mesa que Canadá y Estados Unidos en un proyecto que llamó liberalismo social y que sus detractores calificaron de neoliberalismo a secas.
Hoy, con el prestigio bastante maltrecho (uno de sus apodos es “el villano favorito”), la imagen del ex presidente semeja mucho la del aeropuerto construido en la tierra donde nacieron sus ancestros: en ruinas.
Al respecto, Agustín Calderón Salinas, coordinador administrativo del municipio, comentó en entrevista que el Ayuntamiento ha solicitado a las autoridades federales el usufructo del inmueble.
“El aeropuerto está inhabilitado, existe una concesión de un particular de parte de la SCT (Secretaría de Comunicaciones y Transportes) que está vigente todavía, pero no se ha puesto a funcionar.
“El municipio ha tratado de gestionar con el gobierno del estado y el Federal, a través de la SCT, que se reabra el aeropuerto y se le dé algún uso porque puede generar empleos directos e indirectos aquí en el municipio, pero hasta ahorita no ha habido resultado”.
Calderón Salinas dijo que deben aprovecharse las características de las instalaciones, pues están preparadas para recibir aeronaves de todo tamaño.
“Hemos manejado la posibilidad de que sea un aeropuerto de carga. Sabemos que Agualeguas no tiene ciudades grandes cerca, está un poco lejos de Monterrey, que es la más grande, entonces otra opción es que diéramos servicio de talleres para mantenimiento de aviones.
“Tenemos entendido que no hay muchos lugares donde se pueda bajar (aterrizar) un avión grande y aquí se puede bajar un avión grande y pudiera haber talleres de mantenimiento”, comentó el funcionario municipal.
Agregó que “inclusive podría haber un área de estacionamiento, con hangares y lugares donde puedan trabajar.
“Aquí se trata de aprovechar las instalaciones porque en los aeropuertos cuesta mucho la renta para los aviones que no están en movimiento. Entonces, esto sería una opción para generar empleos y utilizar esa estructura que está ahí desaprovechada”.
De aprobarse la propuesta, estimó Caldrón Salinas, podría bajar un poco el nivel de migración que registra Agualeguas y es de hasta un 35 por ciento de su fuerza laboral, que se traslada a ciudades como Houston, San Antonio, Chicago y Atlanta.
Si embargo, los esfuerzos del Ayuntamiento por aprovechar la mayor obra salinista realizada en el municipio no han dado resultados hasta ahora.
“Vamos a seguir insistiendo, al alcalde (Israel González) le interesa mucho porque sería muy importante para reactivar nuestra economía y generar fuentes de empleo que nos hacen tanta falta”, explicó Calderón Salinas.
Por lo pronto, el gobernador Natividad González Parás anunció el 2 de marzo del 2007 que en ese mismo año se iniciaría la construcción de un aeropuerto civil pero en el municipio de Linares, al sur de la entidad.