En el 2008 el ex portero de la Selección Mexicana sufrió uno de los golpes más devastadores de su vida, cuando uno de sus hijos murió en la frontera entre México y Estados Unidos. Esa ocasión le dió una entrevista a José Manuel Meza de Hora Cero que fue titulada: “Morir por un amor y un concierto”, misma que a continuación se reproduce.
Veintidós años después de haber sido el guardameta del tricolor en el Mundial de Futbol de 1986, Pablo Larios Iwasaki se enfrenta a uno de los momentos más difíciles de su existencia: la pérdida de un hijo.
Peores aún son los motivos que hoy tienen sumergida en tristeza a la familia Larios Garza, pues Pablo, de 19 años, falleció cruzando ilegalmente a Estados Unidos, pero no ahogado en el río, sino al parecer deshidratado cuando se extravió entre los matorrales del lado americano.
De acuerdo a las indagatorias, el estudiante de preparatoria en la Universidad Valle del Bravo de Reynosa asistiría junto con su novia a un concierto de Enrique Iglesias en la Dodge Arena de Hidalgo, Texas, motivo por el cual tomó la arriesgada decisión sin imaginar que no volvería a casa con vida.
Miriam Medel, cónsul de México en McAllen, señaló que Pablo, quien tenía su visa vencida, “fue reportado desaparecido la semana pasada”. La Patrulla Fronteriza se sumó a la búsqueda, pero no fue sino hasta el lunes 8 de septiembre que se encontraron sus restos, en estado de descomposición y a 200 metros del río Bravo en el poblado de Granjeno.
Aunque la diplomática no lo dio por hecho, se presume que la muerte del joven se dio por deshidratación, dadas las extremosas condiciones climatológicas registradas en los últimos días.
LA ESPERANZA MURIÓ
AL ÚLTIMO
Leticia Garza, ex pareja de Larios y madre de Pablo, así como su hermano Carlos, fueron los encargados de reconocer el cadáver. Aún conservaban las esperanzas de que se tratara de una equivocación, pero no fue así.
A partir de entonces iniciaron los trámites para repatriar al hijo del ex seleccionado nacional, que paradójicamente no cruzó la frontera en busca de trabajo, sino de diversión.
Luego de la necropsia de ley, la funeraria Wilson Virgil, localizada sobre el 2200 al norte de la avenida Conway, recibió el cuerpo del hijo del mundialista en México 86, para prepararlo antes de su velación en territorio mexicano. Este iba cubierto por una bolsa color rojo cuando ingresó al inmueble y permaneció ahí por varias horas.
Entretanto parientes y amigos de la familia Larios Garza se dieron cita en Funerales Gayosso de Reynosa para aguardar el féretro del estudiante, el cual finalmente arribó alrededor de las 21:00 horas ante múltiples muestras de solidaridad.
HACE UN MES ESTUVO CON EL
Pablo Larios fue abordado por los medios de comunicación a los que atendió pese al dolor que le embarga:
“Desgraciadamente así es la vida, pero son cosas de Dios… y bueno, hay que seguir luchando e ir para adelante”, manifestó.
Larios añadió que el jueves 4 de septiembre fue avisado de la desaparición de su hijo.
“Luego de enterado me trasladé inmediatamente (a la frontera); venía con la confianza de encontrarlo bien, pero pasaron los días sin noticias favorables, hasta que (las autoridades texanas) nos llevaron hasta él y vimos sus ropas.
“Le doy gracias a Dios por haber encontrado a mi hijo, porque así sé donde está. Ya no puedo remediar nada y es muy doloroso, pero sé que va a estar aquí y va a estar en un lugar donde yo puedo venir a verlo”, señaló.
Visiblemente afligido, el espigado deportista que en el Mundial de Francia 98 fue entrenador de porteros del equipo mexicano, comentó que hace apenas un mes había convivido con su hijo en Puebla, donde actualmente radica.
“Yo no aguanto la angustia de pensar lo que mi hijo pudo haber sufrido. Es muy difícil… Le agradezco públicamente al Consulado Mexicano por la ayuda que me brindó y a la Patrulla Fronteriza.
“Mi mensaje para todos los migrantes es que no se aventuren a cruzarse de esa forma, porque si a mi hijo se le hizo fácil por ir a ver a su novia y asistir a un concierto con consecuencias fatales, lo mismo puede ocurrirle a las personas que van en busca de un mejor futuro”, consideró Larios.
El ex arquero del Cruz Azul, Puebla y Toros Neza, entre otros equipos comentó que por sus compromisos deportivos sus amigos futbolistas no pudieron acompañarle, más ha recibido infinidad de llamadas por la muerte de Pablo júnior, a quien recuerda como un muchacho entusiasta y sano.
“Me han estado hablando y en un momento dado consolando y eso es importante. A veces tiene que pasar una desgracia para darte cuenta del cariño que te tiene la gente”, dijo.
El mismo Larios cargó el ataúd de su hijo, a quien constantemente miraba en una fotografía. Pidió disculpas porque debido al estado de Pablo no sería exhibido físicamente.
Una manta con palabras de aliento fue firmada por cada uno de los compañeros de clases del hijo del ex portero, célebre por jugar soccer en la Segunda División y ser el guardameta titular de México en 1986.