De trabajar en una refaccionaria pasó a la redacción de El Sol de San Luis Potosí, gracias a su afición por el ciclismo. Su sueño era entrevistar a los hermanos Arellano Félix y tenía una buena explicación para no haber ido en su juventud a una escuela de periodismo: todavía no se inventaban. Es el fundador y director del semanario Zeta, quien sufrió un atentado en 1997 y quien recibió a Hora Cero en sus oficinas en Tijuana, Baja California.
Jesús Blancornelas es un hombre inmerso en extremos: vive en la ciudad de Tijuana y trabaja en el semanario Zeta; es un experto del tema del narcotráfico y su pensamiento es profundamente espiritual; luchó denodadamente por sobrevivir a un atentado y ahora la muerte para nada le preocupa.
En primera instancia, lo que más sorprende del reconocido columnista es el chaleco blindado que abulta su ropa y el que llegue a su oficina custodiado por 13 militares vestidos de civil y portando armas largas.
Minutos después, ya teniendo a la mano su imprescindible café con poca azúcar, la imagen de ese hombre blindado, inamovible, se va desvaneciendo y cae en el otro extremo: una persona cordial, abierta, paciente. Un hombre que sabe vivir la vida.
Hablar hoy de Blancornelas es remitirse al aguerrido periodista que sufrió un atentado supuestamente ordenado por los hermanos Arellano Félix, que ha luchado por que se castigue a Jorge Hank Rhon (hijo de Carlos Hank González) por el homicidio de su amigo y columnista Héctor “Gato” Félix Miranda y al creador de una columna que da santo y seña de los cárteles del narcotráfico, señalando lo que muchos no se atreven.
Pero, como en toda historia, el hoy es muy diferente al ayer.
UN HOMBRE DE RETOS
Blancornelas llegó puntual a la cita en las oficinas de Zeta, ubicadas en una zona residencial de Tijuana. Subió a quitarse el chaleco antibalas (los 13 expertos en defensa que lo resguardan se quedan a la entrada del semanario) y volvió con una sonrisa tan amplia como el tiempo concedido para la charla.
El menor de tres hermanos, dice que de niño fue muy tranquilo en su natal San Luis Potosí “aunque si mi madre viviera diría que fui muy travieso”. Ahora tiene tres nietos y uno más viene en camino y son la segunda generación de su familia que nace en Baja California.
“Yo quería ser ingeniero, quería construir pero no teníamos la facilidad económica para hacer esas cosas y tuve que trabajar, desde que salí de la secundaria, como ayudante de una refaccionaria. Como tenía que hacer entregas en una bicicleta me empezó a gustar, me metí a correr y en las carreras conocí un reportero que en una ocasión me pidió que le llevara unos datos al periódico porque él no podía ir a una competencia y tantas veces fui a dejarle datos que me quedé.
“Empecé en 1955 en el periódico El Sol de San Luis Potosí, como aprendiz de deportes y creo que es el mejor principio para el periodismo porque no se trata solamente de dar la información sino que usted se enseña a comentar y analizar los factores, uno empieza a opinar más que informar y se va uno amoldando, formando, y eso es muy bueno”.
Blancornelas estuvo en El Sol hasta 1960, luego emigró siguiendo a su maestro Rubén Téllez Fuentes. Pensaron ir a Nuevo Laredo pero “de repente salió Tijuana”. Cuando llegó a Baja California lo hizo como reportero “cubre turnos” de El Mexicano y se decepcionó porque él quería deportes. Además la ciudad era muy diferente “sin iglesias, ni plazas, ni museos, me pareció muy duro”. Finalmente se quedó y empezó a escribir de sociales, deportes, fuentes estatales, municipales y policíacas.
Luego sería secretario de Redacción y después jefe de Redacción, hasta que en 1964 volvió a topar con techo, ya no había mucho qué hacer.
“En 1964 abrieron en Mexicali La Voz de la Frontera y me invitaron como subdirector. A los pocos días hubo un conflicto entre el director y el dueño y me nombraron a mí suplente y estuve así durante dos años, hasta que finalmente me dieron el nombramiento formal y entonces fui por primera vez director”.
Blancornelas hizo en 1973 una de las investigaciones que más satisfacciones le han dado. Fue un reportaje sobre lo elevadas que estaban las tarifas eléctricas en la región, demostrando que podían ser más bajas, lo cual ocasionó manifestaciones y profundo malestar gubernamental “y como el periódico era de empresarios los obligaron a vendérselo al gobierno. Entonces, al cambiar de propietario también cambió de director y pues ni modo”.
Emigró a Hermosillo, Sonora, como director en El Imparcial pero escribió de la sucesión presidencial y de José López Portillo, quien iba a ser el candidato “y como el dueño del periódico tenía su candidato y como yo nunca he tenido uno, pues me salí”.
Regresó a Tijuana al periódico Noticias y pasó lo mismo: postularon como gobernador a un militar del PRI de avanzada edad y Blancornelas lo impugnó desde su trinchera escrita pero el dueño estaba a favor de ese candidato y el potosino otra vez se quedó sin trabajo.
Cansado de depender de empresarios dueños de periódicos, Balncornelas acarició más seriamente su sueño de hacer una revista, que finalmente se concretó en el periódico vespertino ABC que salió en 1976 y tuvo dos años y medio de vida.
“Estuvimos criticando fuerte y encontramos cosas graves del gobierno, que estaba acostumbrado a negociar con dueños de periódicos pero no con periodistas y nuestro periódico era de periodistas. Nos inventaron una huelga, nos echaron para afuera, me acusaron de fraude y me iban a meter a la cárcel; tuve que irme dos años a Estados Unidos y hasta que entró el gobierno de Miguel de la Madrid me dejaron regresar, retirando los cargos”.
Durante su exilio en Estados Unidos fue cuando, junto con sus compañeros, Blancornelas abrió Zeta. “Yo escribía allá y ellos aquí. Ellos formaban el periódico, yo recibía los originales, los llevaba a la imprenta y los iba a recoger primero en carro, luego en camioneta, luego un camión, luego un trailer y ya después ya no me metía para nada porque era mucho el volumen. Luego de dos años de estar allá recibiendo las visitas de mis compañeros, regresé aquí a Tijuana y me integré con ellos”.
Blancornelas no oculta el orgullo que siente al hablar de la evolución del semanario. Gesticula, no escatima los ademanes, el cariño que le tiene a Zeta se le refleja en la mirada.
CONTRA EL NARCO,
TRABAJAR EN EQUIPO
“La primera columna la escribí en Guadalajara en 1999, mi compañero Jorge Zepeda estaba en el periódico Siglo XXI, ya desaparecido y me dijo: ¿por qué no escribes una columna? Le pregunté de qué tema y me dijo que estaban de moda los hermanos Arellano Félix”.
El periodista recuerda que escribió “una cosa muy chiquita como de una cuartilla”. Luego su amigo le pidió otra y otra y otra hasta que de plano le dijo: “vamos a formalizar esto, mejor”.
Luego la columna salió en Los Mochis, Hermosillo, en Ciudad Juárez y cada vez la fueron pidiendo de más ciudades hasta completar 31 pero, fiel al dicho, Blancornelas no ha sido profeta en su tierra y aunque ha ofrecido su colaboración a los periódicos de San Luis Potosí hasta ahora no la han aceptado, aunque hay lectores de esa entidad que lo leen a través de Internet en la dirección www.zetatijuana.com y eso, explica, lo obliga a ser más cuidadoso en lo que escribe “porque a mí los lectores me han reclamado hasta acentos y comas”.
Tocar el tema del narcotráfico no es nada fácil y él lo sabe. Indagar en las entrañas del crimen organizado implica riesgos de vida o muerte pero una cosa deja clara: es un trabajo de equipo, porque él no cree en “los llaneros solitarios del periodismo”.
Y ejemplifica “la columna que escribo, para hacerla, le llamo a la gente de Reynosa, de Guadalajara y de otros lugares y eso sin querer ya es un equipo. Entonces yo no soy solo. Inclusive aquí cuando escribo le pido información a mis compañeros, yo no soy partícipe de trabajar solo.
“En cuestión de las denuncias del narco lo más provechoso es trabajar en equipo, no porque uno quiera repartir el riesgo, sino porque al trabajar entre varios periódicos somos menos vulnerables y si va uno solo es más fácil ser un blanco”.
En este sentido no es un secreto que Zeta va muy solo, pues es de los pocos medios que abordan cotidianamente el tema del narcotráfico, a lo que el entrevistado comenta:
“La verdad de las cosas yo los entiendo (al resto de los periodistas) porque lo he vivido y comprendo que en un momento dado no quieran correr riesgos. Hay casos de periódicos importantes que me llaman porque prefieren no publicar nada de un caso y mejor esperar a que yo mande la columna, entonces ellos así se protegen diciendo que la información viene de fuera y es de entenderse porque es un gran riesgo el narco.
“Yo por fortuna tengo una protección y es muy difícil -aunque no imposible- que alguien ataque a una persona resguardada por 13 especialistas en defensa y ataque y eso me da mucha seguridad”, comenta acerca de su notoria escolta, que lo sigue a todos lados por órdenes presidenciales y la siguiente pregunta surge sola: ¿qué tan difícil es vivir así?
“Yo tengo una ventaja muy grande que es la edad. Si fuera más joven todavía no hubiera gozado o sufrido la vida como ya lo hice, entonces ahorita ya no puedo decir que me quedé con ganas de conocer tal parte pues viajé mucho, me divertí, me paseé con mi esposa, me tomé lo que me tuve que tomar y a esta edad pues simplemente me pongo a trabajar en la casa y además tengo la conciencia muy clara de que estoy viviendo horas extras”.
Evoca el atentado del que fue objeto el 27 de noviembre de 1997 y en el cual murieron dos personas: uno de sus colaboradores y uno de los sicarios, en un caso que le dio la vuelta al mundo y evidenció el grado de corrupción e impunidad derivados del narcotráfico.
“Yo por cinco minutos no me morí, entonces tengo que aprovechar todos estos días que tengo. Por eso, si tengo un problema trato de solucionarlo y si no tiene solución ya no le busco. No tengo por qué sufrir, no tengo por qué preocuparme, llevo la vida como debe de ser y la vivo tranquilo”.
Desde su solitario exilio en los Estados Unidos (porque no pudo llevarse a su familia) buscó el refugio espiritual y se acercó a la iglesia y a Dios y quedó convencido de dos cosas:
“Una la que me dijo el Obispo Rafael Romo Muñoz: “no te moriste porque Dios te tiene una misión todavía”. Yo cambié mis planes porque estando en la cama, todo herido, le dije a mi esposa: “vámonos a Estados Unidos, se acabó el periódico” y cuando el Obispo me dijo eso decidí: “nos quedamos, vamos a seguirle”.
“Por eso estoy muy convencido de que a mí -y no es una balandronada ni nada por el estilo- a mí no me van a matar los narcos, sino que Dios me va a quitar la vida cuando El quiera. Así lo veo yo”.
Su reto, ahora, es que Zeta no se acabe si falta él y para ello se apoya en el equipo que conforma con sus colaboradores, entre ellos sus tres hijos.
“Mis hijos ya están en edad de estar al frente del periódico: el más chico es el editor de fotografía, el mediano es fotógrafo y el mayor es uno de los dos coeditores deportivos y mis compañeros editores ya demostraron, cuando estuve hospitalizado, que hacen las cosas mejor que yo, que internamente no soy el de la última palabra, somos cuatro y cualquiera de los cuatro puede tomar el mando en cualquier momento. Esa es otra de las cosas que he buscado, que Zeta se convierta en una institución y no que se acabe si falto yo”.
SUSPIRA
POR LOS ARELLANO
Jesús Blancornelas suspira por muchas cosas. Por ejemplo, lo apasionan las universidades, el contacto con las nuevas generaciones. De hecho, estuvo impartiendo talleres en la Universidad Americana de Acapulco, invitado por su amigo José Francisco Ruiz Massieu y aunque desearía quisiera estar más en contacto con las aulas, sabe que su particular situación lo torna difícil.
“No voy a las universidades porque comprendo perfectamente que algunos se sentirán incómodos o alegarán que se viola la autonomía al llevar al Ejército a cuidarme, pues aunque no andan uniformados andan armados.
“Lo que hago muchas veces cuando me vienen a invitar a una plática es que, si son unos 20 ó 30, entonces platicamos en una sala de composición muy grande que tenemos aquí”.
Otra de las añoranzas del hombre que ha desafiado a los cárteles del narcotráfico son las páginas deportivas: “me gustaría muchísimo volver a lo deportivo, muchísimo, muchísimo. A mí me gusta mucho el box, el ciclismo, el volibol y el levantamiento de pesas también. Estaría feliz de la vida si en este momento dejara de tener problemas, si pudiera moverme fácil, dejaba todo y me iba a la sección deportiva”.
También habla de su mayor sueño, que para cualquiera sonaría descabellado pero para él es simplemente la conclusión de una labor periodística que inició hace años. El remate de ese gran reportaje en el que ha involucrado hasta su vida.
“Mi mayor sueño es entrevistar a los Arellano. Lo he pedido públicamente. Se qué personas tienen contactos con ellos y les he mandado decir que me gustaría muchísimo entrevistarlos.
“Yo no tengo, como algunos suponen, guerra contra el narcotráfico. A mí no me interesan los narcotraficantes pero sucede que los narcotraficantes son la noticia y yo soy el periodista. El problema es que otros compañeros periodistas no tratan el narcotráfico y yo sí trato el narcotráfico, porque es noticia”, reflexiona.
Asegura que si viviera en una entidad donde no fuera tan notorio este fenómeno, escribiría de otros temas “si estuviera en Chiapas estaría hablando del subcomandante Marcos pero estamos aquí en una zona que es como la de ustedes (Tamaulipas), donde es geográficamente natural que haya temas que son en parte de las drogas, parte de los indocumentados y parte del contrabando. Nadie lo está inventando y yo lo tengo que tratar”.
Blancornelas afirma que los Arellano están convencidos de que no tiene nada contra ellos y le han mandado decir que ellos tampoco tienen nada contra él. Incluso hubo intentos de una entrevista pero la querían telefónica y no aceptó porque no conoce sus voces.
“Hubo una propuesta de parte mía que parecía de película de James Bond: como mi vigilancia no puede pasar a Estados Unidos les dije que nos viéramos allá y me dijeron que no porque allá la policía también me protege y es verdad. Por eso, la última que se me ocurrió y les propuse fue que subiéramos a un avión y voláramos lo más posible, por ejemplo de San Diego a Nueva York, de San Diego a Washington o a Canadá o cualquier parte que nos permitiera cinco o seis horas para poder hablar pero no lo aceptaron”.
De los sueños que ya se concretaron en satisfactorias realidades, Blancornelas recuerda la célebre entrevista que le hizo a Mario Aburto: “es de las entrevistas que me han dado más satisfacción en lo personal, fue una entrevista de las que se gozan pero yo creo que quedan bastantes por delante”.
Pero el suspiro mayor de Jesús Blancornelas es, sin lugar a dudas, recobrar su movilidad, ese cierto anonimato que le confiere a todo periodista la ventaja de ser testigo de la historia sin ser parte de ella.
“Yo espero que pronto tenga la libertad para moverme, para mí sería muy bueno porque entonces ya no estaría aquí sino que andaría por todas partes y cumpliría otro de mis propósitos. Si en Veracruz está la convención del PRI pues vamos a Veracruz y aparte de que me voy a pasear pues voy a disfrutar y mando mi información; que se viene la Feria del Libro pues me voy a Guadalajara y hago entrevistas; que si es necesario dar una vuelta a Nueva York a ver cómo están las cosas, pues también.
Eso es lo que yo quisiera, poder moverme y no estar clavado pero bueno… no estoy obsesionado en ello. Si se va a presentar qué bueno y si no pues ni modo”.
Todo depende, dice, de que detengan a los Arellano.
“Yo creo que la cosa está muy clara: la protección es mientras ellos estén libres pero yo creo que para ellos también va a llegar un momento en que van a tener que retirarse, porque también me imagino su vida y están peor que yo: no se pueden mover, no pueden ir a donde quieran, a una discoteca, a un cine, a un restaurant… están peor. Es una situación muy grave para ellos”.
Para el fundador de Zeta vivir con tan esmerados cuidados es ya una cotidianeidad. “No puedo salir sin chaleco a la calle. Mis hijos traen chaleco antibalas, traen guardaespaldas, los editores traen guardaespaldas… pero es una vida que ya es normal, tranquila para nosotros. Tal vez para otras personas no pero finalmente uno termina por acostumbrarse”.
Figura pública, el canto de las sirenas de la política ha sido entonado cerca de sus oídos pero resistió la tentación.
“El señor (Manuel) Clouthier vino a proponerme ser candidato para presidente municipal de Tijuana pero no. Por eso es el título del libro “Pasaste a mi lado”, porque escribo de puros políticos y la política pasó a mi lado”.
El que un periodista ingrese a las filas de la política es un error, considera Blancornelas, quien este año ganó el Premio Nacional de Periodismo y, de paso, propuso otro método para otorgarlo. “Definitivamente son muy contados los casos de periodistas que han sido buenos políticos y han podido regresar al periodismo con capacidad y con la autoridad moral y uno de esos casos es Francisco Martínez de la Vega. Es un riesgo”.
DE PERIODICOS
Y PERIODISTAS
Fuera de él mismo y de otro compañero que estudió Derecho, todos los trabajadores de Zeta son egresados de escuelas de periodismo, diseño o administración, según su área de trabajo, explicó el anfitrión.
“Aquí no hay nadie improvisado y todos son jóvenes y me han ayudado mucho porque he visto compañeros de mi generación que se quedaron estacionados en el tiempo cuando hacíamos el periódico de otra forma y a mí los jóvenes me han ayudado a evolucionar y mantenerme en el tiempo. Yo ya no estoy pensando en 1955 sino en el 2003, 2004, 2005 y ellos me están empujando proponiéndome temas y notas”.
Blancornelas cambió el organigrama tradicional de los periódicos: cuenta con cuatro editores para cada sección del semanario, cada uno de ellos tiene a su cargo cuatro o cinco reporteros y son esos editores, junto con él, quienes deciden el contenido del periódico.
“No tenemos jefe de información ni jefe de redacción ni subdirector, no hay nada.
Cada uno de los editores llega a la mesa de redacción el viernes -luego de hacer el periódico- con sus propuestas para el próximo número y traen lo que sus reporteros les están diciendo.
“Yo he comprendido, luego de muchos años, que no puedo decirle a un reportero lo que tiene qué hacer si yo estoy encerrado y él está en la calle. Aquí el reportero le dice al editor y éste lo plantea en la junta y ahí decidimos cuál asunto es bueno, cuánto tiempo lleva hacerlo, entre cuántos se hará, etcétera y también tenemos al editor de fotografía que asiste a las reuniones y se pone de acuerdo con los reporteros, quienes tienen absoluta libertad para tomar sus fotos”.
Cuando empezaron la aventura de Zeta, la redacción la conformaban seis o siete personas, evoca Blancornelas “ahora somos más o menos entre 40 y 50 personas en el departamento editorial y unas cuatro personas más en la administración”.
Consideró que deben cambiarse las estructuras “ya no voy de acuerdo con eso de jefes de redacción, jefes de información, subdirectores, gerentes de producción. Hay que cambiar todo, yo creo que se deben abandonar esas prácticas… y los dueños lo que deben de hacer, si no son periodistas, es dejar a los periodistas hacer el periódico. Bueno, yo hablo por los resultados que hemos logrado aquí. Los periódicos deben ser de los periodistas: zapatero a tus zapatos”.
De las escuelas de periodismo, el director del semanario tijuanense tiene muy buena opinión en general pero considera que les falta dotar de práctica a los estudiantes, por eso en Zeta reclutan estudiantes desde primer y segundo semestre y meterlos al departamento de encuestas “y así logramos que el joven tenga comunicación con la gente, que pierda el miedo y tenga la entereza de tocar una puerta para preguntar y cuando vemos que uno da buenos resultados lo pasamos a la redacción a que se le pegue a un reportero y así va”.
La política del periódico es que así empiecen todos “hemos tenido buenas propuestas de gente que quiere venir a trabajar pero nadie puede entrar directamente a la redacción o ser editor sin haber pasado por las encuestas y eso mantiene un clima de cordialidad. Así evitamos que alguien diga que trabaja más porque se queda más horas o pasa más tiempo en la redacción, no. El que demuestre la calidad de su trabajo es el que va para arriba.”
A los estudiantes les recomendó “que practiquen, que practiquen, que practiquen. La teoría que tienen en las universidades es excelente, me consta pero les falta la práctica” y que prueben tanto en prensa electrónica como escrita.
De los periodistas que admira no quiere hablar para no incurrir en omisiones pero Blancornelas acepta que le gusta el estilo de Francisco Martínez de la Vega, Manuel Buendía y Julio Scherer “pero decir nombres no, porque cualquier compañero que escriba con entusiasmo, aún en papel del baño o que escriba en Reforma, lo respeto”.
Respecto al futuro de los periódicos, es partidario de la teoría de la regionalización y asegura que en el futuro desaparecerán los que no sean verdaderamente independientes.
“También los que no digan la verdad y los que no se acomoden a los nuevos tiempos: una lectura digerible, porque no necesitamos un periodicote, necesitamos una cosa manual, que se lea bien, algo ágil.
“Yo creo que van a cambiar muchas cosas, van a desaparecer periódicos y se van a fortalecer los periódicos independientes. No digo que va a ser inmediato, va a ser en el futuro, como que se van a regionalizar”.
Y acorde con los nuevos tiempos, apuesta por la tecnología y afirma que si los medios no se acompañan de una buena página en Internet, no van a triunfar.
“Nosotros teníamos muchas suscripciones foráneas y se acabaron con el Internet porque salimos a la venta el viernes en la mañana y para las 3 ó 4 de la tarde ya estaba arriba la información y la gente prefiere verlo ahí el mismo día a esperar tres o cuatro días a que le llegue por el correo. Perdimos suscripciones pero creo que es lo mejor. Esto ya es una necesidad”.
Para demostrar que su franqueza no solamente se limita al tema del narcotráfico, Jesús Blancornelas habló de otro tema difícil y controvertido: los sueldos de los periodistas.
“Bueno, creo que es una de las cosas en las que los periódicos deben de fijarse mucho más, por ejemplo hay gente que me dice: “tu director de publicidad trae un carro mejor que el tuyo o tiene una casa mejor que la tuya” y yo digo pues qué bueno, porque significa que está vendiendo mucha publicidad. En ese aspecto hay muy buenos sueldos en la región, comparados con los de otras partes. Un editor aquí anda en los cuatro mil pesos, más o menos, a la semana y no hace más que editar una nota o editar un trabajo.
“Entre mejor pagada esté la persona, mejor rendimiento va a dar, mejor va a cuidar su trabajo y su plaza y no va a estar pensando “a ver si me dan chamba en aquél otro lugar” y también deben ir ascendiendo, no quedarse estacionados porque si no va a pasar como cuando yo era joven que llegaba el momento en que me tenía que ir otro lado porque ya no tenía nada qué hacer”.
Blancornelas, indulgente, esboza una sonrisa cuando tiene que precisar una pregunta o agregar contexto a sus respuestas para que su interlocutor lo entienda mejor.
De sus aficiones, destacan las películas. Disfruta verlas en la tranquilidad de su casa, como El Padrino, que le acaban de regalar en el formato DVD y es su favorita “porque tiene muchas cosas y no me refiero a las cosas de mafia sino a muchas cosas buenas que hay que aprender”.
Lamenta pero comprende, que la verdadera amistad sea tan difícil de encontrar en el medio periodístico. “Yo sí tengo amigos pero me sobran los dedos de la mano para contarlos”, dice, porque muchos solamente quieren pedir favores.
Afable, accesible, Jesús Blancornelas va derruyendo poco el mito, el prejuicio del hombre cuyo blindaje no lo traspasa cualquiera fácilmente.
Basta una llamada previa y, por supuesto, aceptarle una taza de café al hombre cuya vida recuerda el poema del cubano Nicolás Guillén “tiene lo que tenía que tener”.