El ataque a balazos dentro de un salón de clase en el Colegio Americano del Noreste tocó las fibras más sensibles de la sociedad mexicana y generó una indignación y defensa nunca antes vista a los derechos de los niños y las víctimas en las redes sociales. Acostumbrados a actuar de otras formas, los medios y autoridades no supieron reaccionar ante la realidad de que un chico de 15 años había agredido a su maestra y compañeros con un arma de fuego.
El miedo, la desesperación y la angustia volvieron a tomar de rehén a la sociedad de regiomontana el 18 de enero pasado.
El tiroteo en el Colegio Americano del Noreste, en el que un niño de 15 años abrió fuego contra su maestra y tres compañeros, trajo a la realidad de Monterrey una escena nunca ante vista en México.
Las noticias sobre masacres en escuelas estadounidenses o europeas habían quedado en el pasado; el país ya tenía su propio Columbine.
El evento no sólo evidenció las problemáticas sociales que aquejan a la Sultana del Norte, también exhibieron el poder -positivo y negativo- de las redes sociales.
Y es que apenas transcurrían las 8:20 horas del miércoles 18, escasos 25 minutos después del ataque, y la noticia ya corría como pólvora en Facebook, Twiter y Whatsapp.
“Tiroteo en escuela del sur; matan a tres niños” se leía en uno de los cientos de titulares que se publicaron durante la fecha trágica.
Al inicio la información era confusa: algunos medios aseguraban la muerte de tres menores mientras jugaban con una arma; otros señalaban que una maestra estaba entre las víctimas del ataque directo, pero no había certeza en la versión.
El instituto privado, ubicado en la colonia Del Paseo Residencial de Monterrey, inmediatamente se saturó de autoridades de seguridad: Policía Ministerial, Fuerza Civil y Policía Militar, quienes acordonaron la zona con la cinta amarilla con la leyenda de “precaución”.
Al lugar también arribaron decenas de padres de familia con rostros angustiados. El terror de los vecinos del norte -Estados Unidos- se había impregnado en la comunidad de Monterrey, que hasta el día de hoy se sigue cuestionando “¿por qué pasó?”.
“Me di cuenta por las llamadas y todos los mensajes que llegaron a mi celular. Es lamentable, nunca había pasado esto en Nuevo León y gracias a Dios mis hijos están bien.
“Está todo muy hermético. Lo que puedo decir es que es un colegio muy bueno, no sé qué fue lo que pasó. Está todo muy cerrado, estamos muy asustados y consternados”, mencionó Miguel Rodríguez, padre de familia que llegó para llevarse a sus dos hijos del colegio en donde se registró el ataque.
El miedo de los familiares se acentuó cuando cerca de las 9:00 horas comenzaron a circular en las redes sociales las fotografías de las víctimas del ataque, tendidas en el suelo sobre un charco de sangre.
Minutos más tarde la aparición de un video sobre los hechos se viralizó en Internet, evidenciando el terror que se vivió en el aula de noveno grado, pero también causando sensación y descontento entre la población.
Hasta el cierre de la edición, las autoridades estatales habían asegurado desconocer la identidad de quien filtró las imágenes a las redes sociales, generando un caos colectivo. Sin embargo, Aldo Fasci, vocero de Seguridad Pública, reconoció que paramédicos, policías ministeriales y maestros y alumnos del colegio se encuentran entre los sospechosos de haber filtrado la grabación.
Tan sólo minutos después del ataque, que se registró cerca de las 7:50 horas, los heridos fueron rápidamente trasladados a hospitales de la localidad -dos al Hospital Universitario y tres al Hospital Christus Muguerza.
La maestra Cristina Cecilia Solís de 24 años de edad, el atacante Federico o “Fede” de 15, Cecilia de 14, Fernando de 14 y Manuel de 15 arribaron con pronósticos desfavorables a los centros de salud.
Tan sólo Manuel, al día de hoy, se encuentra estable con una herida de bala en el brazo izquierdo, mientras que el agresor ya falleció y los tres estudiantes restantes se encuentran en estado grave de salud con lesiones en el cerebro.
Mientras que la noticia estremecía a México y el mundo, al interior del colegio, un grupo de elementos periciales tomaba muestras de la terrorífica escena.
De forma esporádica, padres de familia llegaban al colegio Americano del Noreste, se abrazan unos a otros y se retiraban del lugar de forma hermética.
Los alumnos fueron evacuados rápidamente, pero sólo el grupo de noveno, al que pertenecía Federico, se le pidió permanecer.
Ante los hechos, la Procuraduría General de Justicia del Estado, envió un equipo de atención a víctimas para dar apoyo psicológico a los menores de edad, al mismo tiempo de que rendía declaración de los hechos.
“Ahorita mi primo ya está más tranquilo. Ahorita sólo estamos esperando a que salga. Los están atendiendo y están declarando”, mencionó Mauricio Ramírez, primo de uno de los compañeros de aula del agresor.
De acuerdo a declaraciones de padre de familia, Federico tenía apenas cuatro meses de haber ingresado al Colegio y se había ganado la simpatía de los alumnos, quienes lo calificaban como un chico “buena onda”.
“Mi primo me comentó que sí llegó a convivir con él (con Federico). No eran amigos tan cercanos, pero sí se conocían y nos comenta que era un niño tranquilo, normal. Él lo definía como un chavo buena onda. Nos comentaba que incluso llegaron a jugar Xbox juntos.
“Estaban dentro de una actividad y fue cuando empezó la balacera”, expresó el primo del alumno.
Casi tres horas más tarde de que se generó el ataque, el vocero del grupo de seguridad de Nuevo León, Aldo Fasci, ofreció rueda de prensa al exterior del Americano del Noreste para dar a conocer los hechos, luego de las múltiples versiones que circularon por la red y los medios de comunicación.
Con una marcada mueca de consternación, el funcionario estatal confirmó que se trató de un ataque a balazos en el Colegio, el primero de su tipo en la historia de México, pero descartó la muerte de algún involucrado (alrededor de las 11:30 horas del miércoles 18 de enero).
En sus primeras declaraciones, Fasci destacó que “Fede” estaba recibiendo apoyo psicológico, pero que se desconocían los motivos que lo orillaron a cometer los disparos.
A la consternación de la comunidad se le sumó la del Presidente de México, Enrique Peña Nieto, quien a través de su cuenta de Twitter lamentó los hechos y respaldó a las víctimas.
“Como padre de familia y Presidente, me duele mucho lo que pasó esta mañana en un colegio de Monterrey. Me uno al dolor y consternación de las familias y de la comunidad escolar”, escribió el mandatario a las 10:29 horas del miércoles 18.
Sus condolencias fueron acompañadas por una reflexión que publicó en video la misma noche del ataque.
A su mensaje se le unieron el Secretario de Educación, Aurelio Nuño y el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, entre otros funcionarios de los tres niveles de poder.
Cerca del mediodía, en el salón Polivalente del Palacio de Gobierno, “El Bronco” anunció la muerte del agresor, de quien sus padres decidieron donar sus órganos -hígado, riñones y córneas- y el regreso del “Operativo Mochila” para evitar tragedias como la del 18 de enero.
Y mientras que las redes sociales eran inundadas por noticias sobre el ataque, en el lugar de los hechos, alrededor de las 13:30 horas los compañeros de Federico finalmente salieron del colegio.
Custodiados por sus padres, los menores de edad, algunos cubriendo sus rostros, volvieron a casa después de las horas de angustia que vivieron en el salón de clases.
Casi cinco horas y media después de los atentado, el silencio se apoderó de la zona, de ese ausencia de ruido que grita consternación.
El día era nublado, el gris se apoderó de la atmósfera que sólo era iluminada con las torretas de las patrullas de Fuerza Civil.
Pero dentro de la gris melancolía, el color de la paz volvió al colegio de la mano de una madre y sus hijos que con globos intentaron restaurar la tranquilidad de la institución.
Su muestra de apoyo y solidaridad fue replicada por decenas de vecinos, quienes se dieron cita en el lugar para exigir paz y amor en tiempos del Internet.
El perímetro del Americano del Noreste fue cubierto con veladoras, rosas blancas, globos y mensajes de esperanza.
Al caer la noche, se ofreció una misa para pedir por la salud de la maestra y los alumnos en la Iglesia María Esperanza Nuestra, ubicada en al colonia en donde se registró el tiroteo.
Y aunque Aldo Fasci aseguró en su primera intervención que las clases no serían suspendidas en la institución, ningún alumno acudió al día siguiente de la tragedia.
SEGUNDO A SEGUNDO
Todo fue tan rápido que ni parece real. Apenas fueron 36 segundos. La balacera en el salón del Colegio Americano del Noreste, donde un alumno de 15 años de edad identificado como Federico (hoy occiso) disparó en contra de su maestra y sus compañeros, es uno de los hechos que más han conmovido a la sociedad mexicana.
Eran las 7:50 horas. Distribuidos en cuatro grupos de mesas color blanco, cerca de 20 alumnos del tercer grado de secundaria a cargo de la maestra Cecilia Cristina Solís entregaban sus tareas.
En un rincón a lado de la puerta del salón Federico permanece sentado. Su compañero de clase Manuel, quien viste los pants color azul marino del colegio se acerca, le dice algo y luego se dirige a la puerta como si fuera a salir pero no lo hace, en cambio camina unos pasos y se ubica al detrás de unos chicos que trabajan en un área al frente del salón, a un lado del pintarrón color blanco.
De esa mesa otro adolescente se levanta y se acerca a Federico, quien permanece sentado. Parece decirle algo y luego, al darse cuenta que tiene a la maestra frente a él, le pide permiso para salir del salón señalándole la puerta.
Federico observa a su compañero y de entre sus ropas saca una pistola escuadra calibre .22 pavonada. Sin dudar levanta el arma y dispara una vez en contra de Luis Fernando, quien está sentado frente a él a un metro de distancia.
Herido en la cabeza, el chico de 15 años se desploma por su lado derecho. Federico se pone de pie y dispara en contra de su profesora quien cae inconsciente sobre una de sus alumnas. La mujer nunca vio el momento en que su alumno accionó el arma en su contra.
El joven agresor voltea al frente del salón y acciona la escuadra una vez para luego girar y hacer otra detonación al lado contrario sin impactar a nadie. Con una pasmosa seguridad se acerca a una niña y un niño quienes permanecen inmóviles y sentados frente a él.
Sin apuntar detona el arma en dos ocasiones, haciendo blanco en la cabeza de Ana Cecilia, la niña de pelo largo y moño blanco quien, increíblemente, permanece consciente y habla con el compañero que tiene a su lado, a quien Federico también le disparó sin darle.
El joven homicida se voltea de nuevo y detona su arma con dirección a Manuel, quien en ese momento estaba parado a unos centímetros de la puerta del salón. Le da en el brazo.
Para entonces Federico luce confundido y desesperado. Apunta la escuadra a su cabeza y jala el gatillo, pero la bala no da en el blanco e impacta el techo del salón.
Vuelve a levantar el arma apuntando a su cabeza pero nada sucede, pues se ha quedado sin municiones.
Rápidamente Federico se dirige a su pupitre, saca el cargador de la .22 y busca en su mochila otro abastecedor lleno. Mientras lo coloca en la recámara, Manuel permanece parado frente al joven pistolero, observando cómo intenta suicidarse.
Visiblemente perturbado Manuel se abraza a sí mismo, camina unos pasos y se sienta recargando su espalda en una columna. Mientras tanto Federico está terminado de colocar el cargador en el arma. Tras intercambiar unas palabras con el joven pistolero, Manuel es el primero que abandona el salón corriendo.
Federico le ordena a sus compañeros que se vayan, mete el arma en su boca y acciona el gatillo. Tras el disparo su cuerpo se desploma descompuesto sobre el pupitre, un charco de sangre comienza a formarse en el piso de color blanco.
Para entonces todos los alumnos salen atropelladamente del salón y algunos se tropiezan con el cuerpo ensangrentado de Federico, quien cayó bloqueando la salida.
Todo termina.
Apenas ha transcurrido 36 segundos.
DE REDES SOCIALES
Y COSAS PEORES
La noticia se esparció rápido por las redes sociales. Facebook, Twitter y Whatsapp fueron también protagonistas del primer tiroteo en una escuela mexicana.
Sólo fue necesario un clic para que información, fotografías y videos llegaran a los ojos de curiosos locales, nacionales e internacionales.
Las imágenes, publicadas por diversos medios de comunicación, eran crudas y perturbadoras. Por lo que, de inmediato, así como se replicaron, comenzó la indignación colectiva.
Por primera vez, el descontento, aderezado con una pizca de doble moral, se hizo presente en la Internet; miles de usuarios condenaron la difusión de las imágenes por tratarse de menores y por el grado de violencia que se visualizaba.
“Innecesario que compartan estas cosas…no creo que les gustaría que sus hijos o algún familiar pasara por una situación similar y publicaran sus fotos en las redes (sic)”, publicó el 18 de enero, la usuario identificada como Ale Serna en relación al suceso.
Ante las críticas en la mismas redes sociales, la mayoría de los medios decidieron quitar las fotos y videos de sus portales y páginas de Facebook para no contribuir a la psicosis social que ya se vivía en la ciudad.
Pero la difusión no fue sólo el papel que jugaron las nuevas tecnologías de la información. Horas más tarde del trágico hecho, la supuesta complicidad de grupos en las redes para generar ataques en escuela salió a la luz.
Cerca de las 17:00 horas, nuevas versiones en torno al caso se generaron en Internet. La primera, señalaba que “Fede” fue parte de plan para cometer el ataque en Monterrey, mismo que se replicaría en otras partes del país.
Otra, indicaba que el niño de 15 años anunció por medio de Whatsapp a sus compañeros de clase que iría armado a la escuela, pero nadie le creyó. La anterior, es la única versión confirmada de acuerdo a las averiguaciones de Gobierno.
“La Legión Holk”, grupo integrado por adolescentes que se dedican a “trollear” usuarios en la red, alcanzó popularidad dada su supuesta conexión con el atacante del Colegio Americano del Noreste; sin embargo, el vocero del grupo de seguridad de Nuevo León, Aldo Fasci, descartó el vínculo.
En el grupo se enalteció la acción de Federico y se le llamó héroe, dejando expuesto el peligro de las redes sociales para los menores de edad.
ESTADO Y MEDIOS
VIOLENTAN LA LEY
No habían transcurrido ni dos horas del ataque cuando el video y las fotografías ya se habían viralizado.
Luego de la inconformidad ciudadana por la exhibición, el cuestionamiento general fue: ¿quién subió el material a las redes?
De acuerdo a las autoridades, hasta el momento no se había dado con los responsables, pero las opciones eran varias.
Desde los agentes ministeriales hasta trabajadores de la institución educativa pudieron haber sido los responsables.
Acorde a Aldo Fasci, los culpables de filtrar el material serán sancionados por las autoridades federales por, entre otras cosas, violentar los derechos de la niñez.
Y es que, los hechos también exhibieron el desconocimiento de las leyes por parte del Estado y medios de comunicación, quienes desacataron lo que señala la Ley General de los derechos de niñas, niños y adolescentes en su artículo 77.
“Se considerará violación a la intimidad de niñas, niños o adolescentes de cualquier manejo directo de su imagen, su nombre, datos personales o referencias que permitan su identificación en los medios de comunicación que cuenten con concesión para prestar el servicio de radiodifusión y telecomunicaciones, así como medios impresos, o en medios electrónicos de los que tenga control el concesionario o medio impreso del que se trate, que menoscabe su honra o reputación, sea contrario a sus derechos o que los ponga en riesgo, conforme al principio de interés superior de la niñez”, sentencia la Ley.
Pero no sólo la prensa cometió pifias, también el gobierno del Estado, a través de Fasci, quien en su primera intervención enlistó los nombres completos y edades de las víctimas y el victimario.
Días después el funcionario estatal se disculpó y reconoció su error. Además aseguró que se sometería a la resolución que el Estado determinara y al escrutinio público.
Al cierre de la edición aún no se había encontrado a los responsables de difundir el material y el estado de salud de tres de los heridos seguía siendo grave.