Pese a la ola de inseguridad que se presenta en la entidad, la actividad cinegética va a la alza, aseguró el director general de Parques y Vida Silvestre de Nuevo León, Edgardo Acosta Canales.
Mientras algunos cazadores afirman que la inseguridad en la zona rural de Nuevo León sí influyó para que la actividad cinegética disminuyera, Edgardo Acosta Canales, director general de Parques y Vida Silvestre de Nuevo León, dijo que, en realidad, los años aciagos que se vivieron en el estado fueron provocados por la sequía.
Acosta Canales señaló que el 2009 fue el último año en donde se registraron buenos números en el tema de cacería y pesca deportiva, pero los eventos originados por la delincuencia organizada derivaron en una importante caía del deporte.
“Del 2010 al 2013 tuvimos una caía por el tema de la inseguridad y eso ayudó a que las especies se recuperaran, sin embargo también quiero recordar que fueron los años en que tuvimos una sequía terrible después del 2010 con el huracán Alex.
“La realidad es que nos afectó más la sequía que cualquier otro evento que pudiéramos tener, recordarán como la población de bovinos se cayeron hasta en un 50 por ciento, igual que las reses y la fauna silvestre”, explicó Acosta Canales.
No obstante, detalló del 2014 a la fecha los números se incrementaron de manera satisfactoria y que inclusive las cifras sobrepasaron las estadísticas registradas antes del 2009.
“El tema del aprovechamiento legal y sustentable de las especies viene en una taza de crecimiento, así lo demuestran los permisos -llamados cintillos- que son la autorización para que se puedan movilizar las presas”, apuntó.
Dijo que los números sólo corresponden a la cacería legal, pues lamentablemente en el estado también se da la cacería furtiva, es decir el sacrificio de animales -algunos de ellos en peligro de extinción- sin ningún motivo.
“La cacería legal o deportiva es aquella que se lleva a cabo en la búsqueda de una pieza en particular, es decir, el cazador no hace el tiro en el primer animal que se le aparece, sino que busca uno con características específicas”, precisó.
Dichas características tienen que ver con el peso, la edad, el sexo, y otros puntos que pudieran desarrollar algunas especies como las astas en el caso de los venados o el tamaño en los peces.
La actividad cinegética solamente se puede llevar a cabo en aquellas propiedades que previamente se registraron en la oficina de Parques y Vida Silvestre, en donde con anterioridad se tuvieron que llevar a cabo estudios y un plan de manejo para poder analizar las especies.
Como en toda actividad la cacería también tiene sus restricciones y en el caso de las especies, hay algunas que no bajo ninguna circunstancia se permiten cazar porque están bajo algún programa de manejo por estar amenazadas o en peligro de extinción.
“Hoy tenemos dos mil 444 Unidades de Manejo Ambiental (UMA), para la conservación y aprovechamiento sustentable de la vida silvestre.
“Estas propiedades están supervisadas por un técnico, quien a su vez presenta un plan de manejo para ser revisado con los biólogos y el personal profesionista del tema”, aclaró.
Posteriormente se le hacen algunas modificaciones -en caso de ser necesarias- o simplemente se aprueba para que los propietarios puedan explotar los recursos con los que cuentan en sus ranchos.
En el plan de manejo queda especificado cómo se llevarán a cabo las actividades, cuáles son las poblaciones que serán utilizadas en el deporte y cuáles son las especies que prevalecen en la UMA.
“No en todos se puede cazar, hay ranchos utilizados para cacería y otros para la reproducción de alguna especie.
“Prácticamente de esas dos mil 444, el 95 por ciento son Unidades de Manejo para la Conservación de la Biodiversidad, para efecto de llevar a cabo la cacería legal y sustentable”, destacó.
Enfatizó que Nuevo León es el único estado de la República que tiene la mayor cantidad de Unidades de Manejo Ambiental registradas, con un plan de manejo y reportes anuales sobre las actividades que se llevaron a cabo o no durante la temporada de caza.
Se vuelve una cultura
Si se adhieren las áreas naturales protegidas a la superficie de los ranchos cinegéticos, se habla de que el territorio que se encuentra bajo un manejo ambiental es más del 33 por ciento de la superficie de la entidad, lo que demuestra una cultura por el cuidado de la biodiversidad.
“En Nuevo León se despertó de manera muy interesante la conservación de la flora y la fauna, de tal manera que hoy contamos con un buen número de especies que pueden ser aprovechadas para la caza deportiva”, dijo.
“Hablando de venados hay dos especies en el territorio: venado cola blanca texano y miquihuanensis, estos se han consolidado en la entidad de tal suerte que se convierten en una ganadería de cérvidos que necesita ser manejada.
“Así como en un rancho se tiene que sacar la producción de reses o bovinos, la población de venados también tiene que ser manejada, es necesario hacer extracción y de alguna manera la cacería legal ayuda a mantener un orden”, señaló.
La fauna de Nuevo León que está permitida para el deporte de la cacería está conformada por el pecarí de collar, liebre, conejo, coyote, gato Montés, pumas -en algunas zonas- y zorra gris.
También hay variedad de aves como la paloma huilota, codorniz escamosa, codorniz común, grulla gris, gallereta, patos y cercetas, gansos, guajolote silvestre y guajolote silvestre primavera, pero sin duda la que en este momento tuvo un repunte importante es la paloma ala blanca.
“En el caso de aves tenemos un repunte muy interesante para paloma ala blanca y paloma huilota; en los próximos años el tema de la paloma, cacería de codornís, grulla y ganso canadiense, será más importante que la cacería del venado cola blanca.
“Las poblaciones de guajolote, en las partes en donde se desarrolla, tiene una consolidación importante, de tal manera que fue necesario abrir una temporada más para la cacería de esta ave”, precisó.
Las especies exóticas son identificadas con arete consecutivo y forman parte de un control estricto de inventario para que a la hora de ser extraídas puedan ser identificadas.
Sin embargo hay animales que no forman parte de ese catálogo de presas que están permitidas ser cazadas en una fecha específica, según el ciclo biológico de cada especie.
“Algunos de los animales más emblemáticos son el oso negro, el jaguar, algunos felinos y el puma, pero si nos vamos a detalle en cada región encontramos que otras especies están bajo cuidado.
“La víbora de cascabel no es permitida cazarla, está protegida y no puede ser sacrificada, lamentablemente no son animales muy simpáticos y ese es motivo de baja, pero está prohibida la cacería de cascabel”, apuntó.
Dijo que la actividad se sustenta en Nuevo León en tres pilares importantes, desarrollo económico, desarrollo social y desarrollo en la biodiversidad.
“Estos tres pilares se han manifestado de manera exponencial en Nuevo León. En algún momento se hizo un análisis y la actividad representa el ingreso de mil 700 millones de pesos, eso es tres veces el presupuesto federal para el sector agropecuario”, especificó.
Los requisitos
para una caza legal
Una persona debidamente registrada puede practicar el deporte de la caería, pero dicha práctica no se puede llevar a cabo con cualquier tipo de arma, sino las que marca el reglamento de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Las armas pueden ser rentadas en los ranchos cinegéticos y no necesariamente hay que tener un permiso de porte de arma, si los dueños de las Unidades de Manejo Ambiental cuentan con todo lo establecido por la autoridad.
“Al cazador se le solicita que tramite con nosotros una credencial, puede ser anual o por tiempo no definido, en donde se les pide que tomen un curso de cazador responsable.
“La actividad se debe llevar a cabo dentro de los terrenos permitidos, aunque tenga permiso, si lo hace fuera de los terrenos establecidos se convierte en una cacería furtiva y de igual manera si está dentro de un área pero no tiene permiso o utiliza un arma que no está autorizada por la Sedena, también se comete un delito”, enfatizó.
Mientras que el dueño de la UMA tiene que tramitar el cintillo correspondiente para poder movilizar a las especies.
Antes de ser asignados los cintillos, la oficina de Parques y Vida Silvestre hace una evaluación, según los reportes, para entregar los necesarios (pueden ser más o menos de los solicitados).
“La solicitud de intención se acompaña con un plan de manejo elaborado por un técnico registrado en Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
“Nuevo León es uno de los seis estados que el gobierno federal le dio la confianza bajo un convenio de asunción de funciones, en donde la autorización la otorga el Estado a través de la oficina de Parques y Vida Silvestre”, resaltó.
Los tiempos de cacería los marcan los ciclos biológicos de las especies y las decisiones que se toman en torno al tema son supervisadas por un consejo ciudadano que está agrupado bajo un perfil específico.
“La caza del venado cola blanca texano se practica más en el norte, no quisiera dejar de mencionar algunos pero el municipio de Anáhuac es donde más actividad se registra sólo por su extensión territorial.
“Lo anterior no significa que no se tenga una actividad importante en Parás, que es un municipio muy pequeño, pero tiene unos venados extraordinarios en la ornamenta, alzada, peso o rendimiento de la canal”, expresó.
Las sanciones corren a cargo de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente y pueden ser desde el decomiso de las piezas, vehículos, penas monetarias o hasta la cárcel si se trata de cacería furtiva en especies en peligro de extinción.
Inseguridad si afecta
A pesar de la inseguridad que se vive en Nuevo León, en donde en las últimas semanas los homicidios relacionados con el crimen organizado van en aumento, cazadores como Adrián Villarreal siguen practicando el deporte en la zona norte del estado.
“En los años 2014 y 2015 dejamos de ir a zonas como Parás ya que había mucho peligro por la inseguridad, de hecho los ranchos eran muy buenos y la renta era barata por lo mismo que nadie quería ir a esas zonas.
“Nunca hemos dejado de cazar por la inseguridad, pero si tenemos que buscar muy bien en que rancho estaremos, más que nada que la zona no este peligrosa para nosotros”, expresó.
Dijo que en caso de que el rancho cinegético se encuentre en una zona “caliente” lo que hacen es llegar en horarios con luz y marcharse antes de que el sol se oculte.
“Si nos ha tocado toparnos con ese tipo de personas (del crimen organizado) pero ellos mismos nos dicen que mientras no nos metamos en sus actividades, no habrá problema”, contó.
Dijo que los robos, asaltos y secuestros en carreteras, provocaron que las personas abandonaran sus ranchos, pues prácticamente la delincuencia les impedía el paso a sus propiedades.
A pesar de la inseguridad, cada fin de semana, Adrián sigue viajando a la zona norte de Nuevo León en compañía de su padre, para cazar venado cola blanca texano, jabalí y marranos salvajes.
“Siempre buscamos zonas que estén al norte por ejemplo: Anáhuac, Lampazos, Sabinas y Parás.
“Este año estamos en Cerralvo debido a que en esa zona se encuentra el venado cola blanca texano y la genética del animal es muy buena”, platicó.