
Tuvieron que pasar 28 años y seis gobernadores para que un rincón de Monterrey dejara de ser el ejemplo de la simulación del cumplimiento de la ley.
La calle Reforma fue reabierta a la circulación durante la última semana de abril y los locatarios que la tenían invadida fueron reinstalados en otros puntos del primer cuadro de la ciudad.
Este centro de ventas informales estaba ya tan establecido que incluso uno de los oferentes construyó sobre su puesto una casa en forma, con cocina, sala, recámara, aire acondicionado y televisión satelital. Todo gracias a la venta de tenis chinos.
Cuando inició el desmantelamiento de los puestos de la calle Reforma, el pasado 26 de abril, autoridades municipales le dieron oportunidad al propietario de sacar sus pertenencias durante la madrugada del día 27.
Así, el patrimonio logrado al principio con la venta de tenis estadounidenses y que se multiplicó cuando entró el calzado chino, se terminó en unas cuantas horas. Igual que se terminó la historia de 450 locales invadiendo la vía pública.
Las cifras oficiales fueron de mil 200 elementos entre militares, Policía Federal, Secretaría de Hacienda, Procuraduría General de la República, empleados del municipio de Monterrey y de Protección Civil.
Se decomisaron 260 toneladas de artículos apócrifos y se detuvo a 9 personas al día siguiente del operativo por agredir a los policías federales que custodiaban la zona. Fue una acción quirúrgica en la que no hubo heridos ni incidentes mayores.
LA HISTORIA
El acondicionamiento de la calle Reforma y Colegio Civil como corredores comerciales fue pensado como la alternativa para desalojar a los vendedores informales de las calles de Juárez y Padre Mier, las más céntricas de Monterrey.
Los oferentes, amparados por centrales obreras fuertes y combativas como la CROC y la CTM, eran los dueños de las banquetas, y la creciente demanda de sus productos de parte de la ciudadanía los volvía más fuertes.
Al no pagar impuestos tenían la oportunidad de ofrecer la misma mercancía pero a precios más bajos que los comerciantes establecidos, quienes erogaban renta, agua, electricidad, pago de nómina y Seguro Social.
A todas luces ilegal, no había nadie que les pusiera un alto.
“Era otra época, cuando el PRI era el partido hegemónico y necesitaba de organizaciones que le hicieran el trabajo sucio durante las elecciones, ya sea para intimidar adversarios o ejecutar los fraudes electorales”, recuerda el cronista de Monterrey, Israel Cavazos.
A cambio de ensuciarse las manos, la CTM y la CROC obtenían canonjías para sus agremiados, como el vender en las banquetas más concurridas de la ciudad sin que las autoridades municipales los molestaran, pues ese era el acuerdo tácito que enfrentaban todos los alcaldes.
“Finalmente, la presión del comercio organizado, a través de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) y con el apoyo de la prensa de Monterrey que siempre ha sido muy combativa, logró que los puesteros fueran reubicados a calles céntricas pero menos transitadas, como Colegio Civil y Reforma, en el primer cuadro de la ciudad.
“Evidentemente esa era una solución temporal, era como abrir un agujero para tapar otro; la preocupación de las autoridades era tanto despejar las calles princiales pero afectando lo menos posible a estos soldados del PRI”, evoca Cavazos.
Los afectados fueron los comerciantes establecidos en esas vías, quienes de un día para otro vieron la calle de enfrente convertida en un paso peatonal invadido por estructuras metálicas donde se vendía lo mismo que ellos ofertaban, pero más barato.
Muchos optaron por seguir el consejo de unirse al enemigo al ver que no podían contra él, y pagaron una cuota para tener su espacio en la calle y vender lo mismo que ofrecían en su comercio formal.
Así, las calles de Reforma y Colegio Civil reunieron a comerciantes informales que fueron tolerados bajo el sistema del PRI que dominaba desde la presidencia de la República hasta las presidencias municipales, pasando por la gubernatura.
Finalmente se vio como una fuente de trabajo para familias de escasos recursos, y aunque algunos vendedores fueron comprando espacios para volverse pequeños empresarios que dominaban la venta de uno o varios artículos, las autoridades optaron por restarle importancia.
EL CONTRABANDO
Primero fue el whisky y los cigarros, luego los zapatos tenis y poco a poco la ropa, los artículos que fueron llegando procedentes de Estados Unidos en forma de contrabando.
Los primeros vendedores de estos artículos, en un contrabando hormiga que no generaba demasiadas suspicacias, fueron madres de familia que aprovechaban el viaje para traer artículos como juguetes en Navidad, objetos de decoración para el hogar y artículos de belleza, entre otros, para ganarse unos pesos, señala el historiador Israel Cavazos.
El control aduanero y los altos aranceles que se cobraba a la mercancía extranjera que se internaba en el país de manera legal encarecían el precio final al consumidor y volvían prohibitivos dichos artículos, así que la respuesta fue el contrabando.
“Cuando se constató que el comercio de artículos comprados en Estados Unidos era un buen negocio, los puesteros de Reforma y de Colegio Civil enfocaron a ese objetivo sus estrategias de venta”, explica el cronista de Monterrey.
Otra vez, las autoridades miraron para otro lado y se limitaron a cobrar su parte en la red de corrupción que, sin embargo, no era ni la única ni la mayor.
Desde el mítico barrio de Tepito en la Ciudad de México hasta el Penny Riel de Monterrey, pasando por los mercados de pulgas y ahora los mercados rodantes, el contrabando de mercancía legal ha sido una tradición entre la sociedad mexicana.
Monterrey no ha sido la excepción y quienes no poseen documentos para ir a “chivear” (ir de compras) a Estados Unidos, les quedó el consuelo de poder hacerlo en suelo regiomontano.
Tolerado e incluso alentado por las autoridades, el comercio de artículo extranjeros que ingresaban al país sin pagar los impuestos correspondientes se volvió tan normal que se efectuaba a plena luz del día.
“Aquí en Reforma, desde la primera vez que se empezó a vender mercancía de Estados Unidos, los inspectores de Comercio y de Pisos del municipio de Monterrey llegaron pidiendo su ‘moche’, su ‘mordida’ para voltear para otro lado y hacer que no nos veían.
“Es más, ellos mismos venían a surtirse aquí, a comprarnos cosas, los policías, los empleados del Municipio y ahora resulta que nos decomisan todo. No se vale”, dijo José Luis Hernández, uno de los comerciantes de la calle Reforma que protestó contra el operativo realizado por la Procuraduría General de la República (PGR) y la Secretaría de Hacienda.
PORNOGRAFÍA INFANTIL, DROGAS Y PROSTITUCIÓN
De acuerdo con el delegado de la PGR en Nuevo León, el 70 por ciento de los oferentes de la calle Reforma manejaba mercancía ilegal, entre contrabando, pornografía, pornografía infantil, drogas y hasta prostitución.
“Dentro de ese 70 por ciento, el 30 por ciento de los locales que fueron revisados ayer tenían mercancía de procedencia extranjera como software, videojuegos y otro tipo de productos, de los cuales al momento no se ha acreditado la legal estancia de internación al país y mucho menos la legítima propiedad”, mencionó Miguel Ángel Campos, en rueda de prensa conjunta con el alcalde de Monterrey, Fernando Larrazábal, y el vocero de seguridad del gobierno estatal, Jorge Domene.
Además, de acuerdo con información proporcionada por Domene y por voceros de la Séptima Zona Militar, los beneficios de las ventas terminaban en manos del crimen organizado, pues a través de amenazas sus integrantes se convirtieron en proveedores únicos de los comerciantes, quienes vieron reducirse sus ganancias pero nada pudieron hacer.
“Aquí al lado de mi local estaba un local de venta de tenis americanos y le iba bien al señor, pero cuando empezó a vender tenis chinos le fue mucho mejor. Tan bien le fue que puso arriba del puesto su casa con sala, comedor, cocina, antena de satélite y aire acondicionado”, comentó Raúl Rangel, propietario de una tienda de calzado ubicada en la esquina de la calle Reforma y Cuauhtémoc.
Cuando los cárteles entraron a controlar las actividades en Reforma, el negocio de los tenis chinos y de todos los vendedores se vino abajo. Apenas sacaban para subsitir y este financiamiento a grupos delictivos fue lo que motivó el operativo de la PGR.
“Hay cierta información de denuncias que tenemos sobre relación (de puesteros con el crimen organizado), no tenemos hasta ahorita una averiguación inicial, es especulación, entonces es muy delicado afirmarlo, pero seguramente de este operativo saldrán líneas de investigación y saldrá más información y conforme esto vaya progresando podemos informarles con certeza si existe una liga directa con bandas del crimen organizado”, declaró al respecto el gobernador, Rodrigo Medina.
Los decomisos ocasionaron la protesta de los trabajadores afiliados a la CROC (Confederación Regional de Obreros y Campesinos), una de las centrales que conforman el Partido Revolucionario Institucional.
Su líder estatal, Agustín Serna, acudió el 29 de abril con un nutrido grupo de locatarios a los palacios de Gobierno y Municipal para externar sus descontento y exigir una solución para que sus agremiados volvieran a trabajar.
“El Ejército que combata a los criminales, no a los trabajadores; el Ejército debe de respetar a los niños y a las mujeres, no los pueden agredir, es un acto fascista, de gobierno fascista, de gobiernos panistas (…) sólo defienden intereses bastardos”, dijo el dirigente, quien se cuidó de mencionar al gobierno estatal -que participó más activamente que el municipal- porque el gobernador es, como él, priista.
“Quisiera que el valiente delegado de la PGR que dice que comprobemos… que compruebe su madre, si tiene, que compruebe él el acto criminal que cometieron al robarle sus pertenencias a nuestras trabajadoras y nuestros trabajadores”, demandó Serna, sin explicar el origen de los ciento de artículos piratas, especialmente películas, que dieron fama a la calle Reforma.
Finalmente, los oferentes -que son cuando mucho 450, de acuerdo con las cifras de las autoridades, y no los mil 500 que aseguraba la CROC- se instalarán en antiguos cines y en el mercado “La Ranita”, área acondicionada para ellos a seis cuadras de donde fueron desalojados.
Irónicamente, tanto los cines como el mercado fueron ofrecidos hace años por las autoridades municipales para que los vendedores dejaran las calles; ellos aceptaron los espacios pero nunca los usaron.
Ahora, mientras la ciudadanía incrédula aprecia la calle libre de puesteros luego de 28 años de impunidad, el gobernador Rodrigo Medina asegura que los operativos contra la piratería continuarán y los oferentes de las pulgas, del Penny Riel, de la cercana calle Colegio Civil y de los mercados sobre ruedas, se aprestan a recibir la clientela que atendían sus colegas de la calle Reforma.
Pero también se mantienen alertas sobre la posibilidad de otros operativos, por ello la madrugada del 3 de mayo los oferentes de Colegio Civil hicieron guardia frente a sus locales, luego que recibieron información sobre un supuesto operativo militar para decomisar su mercancía.
Finalmente fue una falsa alarma, y aunque el temor persiste, las ventas se mantienen.