
Su amor por los sabores dulces y aromas suaves característicos de la pastelería nació cuando apenas era una niña gracias al negocio de su padre: una panadería, ubicada en la Colonia Cuauhtémoc, en San Nicolás.
Crecer rodeada de harina, azúcar, recetas y hornos hizo que Daniela Garza reafirmara su pasión por el oficio.
No se imaginaba que su dedicación y talento en la repostería la llevarían a ser nombrada “la mejor pastelera de Latinoamérica”.
El pasado 20 de diciembre, la regiomontana ganó el primer lugar en la segunda temporada de El Desafío de Buddy Latinoamérica, concurso transmitido por Discovery Home&Health. Sobresalió entre ocho participantes provenientes de Brasil, Argentina, Colombia y México.
Desde la pequeña oficina de su negocio “Mordida, Mordida”, ubicada dentro del negocio que desde hace tiempo atiende su familia, la pastelera de 32 años confesó que aún no “le cae el 20” de su triunfo, pues gracias al mismo su carga de trabajo ha aumentado y le deja poco tiempo para pensar en esas cosas.
Porta orgullosa su filipina con el nombre del programa, pues aseguró que ha sido una de las mejores experiencias que ha tenido en la vida.
“Fue toda una experiencia, realmente un privilegio estar ahí porque no es cualquier cosa, ha sido muy emocionante tener esta oportunidad”, se refirió Daniela con una gran sonrisa en el rostro.
Afirmó que durante las grabaciones de show se vivió de todo: “momentos de tensión, de esa incertidumbre de no saber qué viene en el nuevo reto, pero sin duda lo disfruté muchísimo cada momento”.
Su triunfo, además de brindarle el título de la “mejor repostera de Latinoamérica”, le dejó un premio de 50 mil dólares y un séquito de fans que la siguen a través de las redes sociales.
EL OFICIO DE SU VIDA
Diseñadora Gráfica de profesión, pero pastelera de corazón, Daniela comenzó con su oficio como un hobbie.
“Yo diría que es la tradición de la familia, porque son panaderos. A mí me llamó la atención el ramo de la pastelería enfocada completamente al fondant”, relató Daniela sobre sus “pininos”.
Al crecer, su camino la llevó a orillarse por el diseño gráfico, pues consideró que era muy joven para dedicarse de lleno a su actual trabajo.
“Siempre me llamó la atención el diseñó, siempre dibujaba, de alguna manera me llamaba mucho la atención lo que tenga que ver con la creatividad”.
Comenzó con el diseño a los 15 años, y a sus 25 coordinaba un equipo de publicidad en una firma, hasta que un día decidió darle una oportunidad a la pastelería, algo con lo que soñaba desde pequeña.
“Empecé un diciembre, me fue súper bien y en enero ya estaba embarazada, mis hijos fueron un motor y a partir de ahí no le aflojé y pasteles, pasteles y pasteles”, apuntó.
Dijo estar muy agradecida porque “la pastelería es de alguna manera seguir diseñando; se fusionaron mis dos pasiones: la pastelería y el diseño gráfico”.
Sin haber estudiado repostería, excepto por lo que aprendió de familia y algunos cursos sobre la marcha, la regiomontana comenzó con su dulce negocio en el año 2007.
“Comencé como ‘señora de la casa que tenía que aportar un dinero extra’ cuando existía el Fotolog”, recordó, “mi esposo seguía en su trabajo y yo vendiendo pastelitos, hasta que quedamos atrapados en esto y se volvió nuestro estilo de vida”.
Como el negocio prosperó hasta lo que es ahora, su pareja dejó su trabajo y también se dedicó a la pastelería.
En su esposo y sus tres hijos ha encontrado un gran apoyo e impulso para salir adelante con el negocio, el cual desde antes del programa contaba con gran popularidad por sus sobresalientes diseños.
“Siempre para mí ha sido bien importante el apoyo tanto de él como de mi familia completa, mi papá es alguien a quien menciono muy seguido porque esto lo aprendí con él”, indicó.
EL DESAFÍO
DE LA TELEVISIÓN
Daniela aseguró que cuando obtuvo la oportunidad de participar en El Desafío de Buddy Latinoamérica, no pensó en los grandes retos que tendría que afrontar. El primero de ellos: la presión de las cámaras.
Afirmó que nunca se acostumbró a trabajar bajo una producción, pero se familiarizó para poder continuar en la competencia.
“Es completamente diferente porque tienes que adaptarte a todo lo que hay ahí: nuevo horno, nuevas herramientas de trabajo, nuevo espacio y trabajar con siete personas que no conoces”, comentó.
Su recuerdo más predominante del primer capítulo del reality es “que estaba hecha un verdadero manojo de nervios, sobre todo por la incertidumbre de qué era lo que nos iban a poner en los retos”.
Para Daniela, haber obtenido un lugar dentro del programa producido por Discovery Channel sin haber estudiado pastelería de manera profesional, fue todo un orgullo, pero a la vez un reto a la hora de improvisar recetas para la competencia.
“Soy una persona autodidacta, no he estudiado esto y el hecho de ir ahí, solamente puedes sacar las recetas de tu cabeza, no tienes ni un apoyo, y entonces era confiar. Ya que nos decían de qué trataba el reto ya descansaba; mientras que nos iban a plantear de qué trataba, sí moría de los nervios”, confesó.
LA MEJOR PASTELERA
DE AMÉRICA LATINA
Las semanas pasaron y Daniela continuó avanzando por la competencia hasta llegar a la semifinal, junto a Florencia y Ramón, concursantes originarios de Argentina y Brasil, respectivamente.
“Me sorprendió haber llegado tan lejos”, mencionó, “yo sabía qué nivel tenían mis compañeros”.
En este capítulo, la pastelera conoció a Buddy Valastro, repostero, empresario y personalidad de la televisión, además de uno de los creadores del programa, lo que le agregó un extra de presión a la hora de hornear.
“¿Cuántas personas no quieren conocerlo? Fue una cosa muy especial”, y agregó, “cuando lo escuchas hablar y empieza a darte tips, empiezas a entrar como en confianza. Su presencia fue algo que me impulsó para echarle más ganas”.
En el reto pastelero de la semifinal, la regia aseguró que estaba tan segura que sería la última vez que trabajaría en el set que prefirió dejar los nervios de lado y disfrutar cada momento.
“Estaba segura que era mi última vez en televisión y pensaba en mis hijos, le agradecía a Dios; lo disfruté muchísimo, de una manera impresionante. Tenía mucha adrenalina”.
Tras presentar sus postres ante “El Jefe” Valastro, Daniela fue la primera finalista del programa.
“La satisfacción que me queda es que los probó todos y le encantó el mostachón y se lo dio a probar a más personas”, dijo.
En la final, los nervios se apoderaron de ella, sobre todo por la incertidumbre de saber qué era lo que le deparaba el reto.
La tarea para ella como para el otro finalista fue diseñar un pastel que reflejara su vida. Su pieza tuvo diversos detalles que reflejaban su historia, tal como la panadería de su padre, libros de diseño gráfico y de recetas y una pequeña “Dani” fabricada con fondant.
“Uno se ciega al momento de estar trabajando; veía errores dentro de mi pastel que yo sabía, si bien hubo oportunidad de disfrazar ciertos detalles, yo estaba concentrada en los detalles.
“Ya que estamos en la sala de la final y Buddy empieza a evaluarlos, los revisó por adelante, por atrás, de punta a cabo, y sabía mis errores y veía el pastel de Ramón y pensé que ahí quedaba. Es una cosa incierta”, recordó.
Cuando Buddy Valastro reconoce el trabajo de Daniela y la da por ganadora, la regiomontana no cabía de la felicidad.
“Brinqué como no tienes una idea”, señaló, “y aparte tuve la oportunidad de disfrutarlo junto con mi esposo porque fue a visitarme”.
Para Daniela, los consejos que le dio el pastelero de origen italiano son algo que siempre llevará con ella.
En cuanto a la relación con sus ex compañeros del reality, afirmó que aunque por más que haya querido continuar una relación de amistad, ha sido complicado por los trabajos y apretadas agendas de todos.
SU VIDA DESPUÉS
DEL DESAFÍO
Además del título de “La mejor pastelera de Latinoamérica” al ganar el Desafío de Buddy, Daniela se hizo acreedora de un premio de 50 mil dólares, mismos que invertirá en su más grande sueño: tener su propia pastelería y poder dar empleo a personas con discapacidad.
“En marzo empecé con la inquietud, como muchos de los trabajos que hacemos son manuales y creativos, creo que podríamos tener la oportunidad de emplear a personas con algún tipo de discapacidad”, compartió sobre su sueño.
La pastelera obtuvo la idea luego de considerar las pocas oportunidades que las empresas brindan a las personas con discapacidad.
“A mí me gustaría (poner una pastelería), siempre ha sido mi meta porque empecé vendiendo por medio de web, ya estamos aquí físicamente, tengo mi tallercito, sin embargo es muy pequeñito y somos cuatro personas trabajando, nos hacen falta manos y espacio… espero que sea un sueño que pueda cumplir más adelante”, comentó.
Su victoria en el programa de pastelería le ha abierto muchas puertas, ya que desde su triunfo ha sido invitada a dar seminarios, a apadrinar ferias culinarias, y a formar parte del consejo editorial de la sección culinaria de una publicación local.
Además, tanto la panadería de su padre llamada “La Mundial” como su negocio, “Mordida, Mordida” cuentan con más clientes que antes, mismos que van gracias al programa para poder tomarse una foto con Daniela.