La catedrática y periodista mexicana Silvia Lidia González Longoria presentó ante alumnos de la UANL su documental Las Voces de los Pájaros de Papel, donde detalla el terror que se vivió hace más de 70 años en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki cuando fueron devastadas por bombas atómicas.
Buscando mostrar una perspectiva diferente sobre los ataques a Hiroshima y Nagasaki en la Segunda Guerra Mundial, Silvia Lidia González Longoria, reconocida periodista y docente, presentó el documental Las Voces de los Pájaros de Papel ante los alumnos de la Facultad de Ciencias de la Comunicación (FCC) de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).
Esta obra es un documental contra la censura y el miedo, y muestra un enfoque diferente del lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki, destacando los relatos de personas que por mucho tiempo fueron reprimidas.
El 6 de agosto de 1945 Estados Unidos lanzó una bomba de uranio sobre la ciudad de Hiroshima, tres días después repetiría la acción sobre la región de Nagasaki, dejando sin vida a miles de japoneses y a otros más gravemente heridos.
González Longoria, doctora en estudios de Asia y África con especialidad en el área de Japón, subrayó que a lo largo del tiempo sólo se ha tocado el tema de manera superficial, e incluso se ha censurado la voz de quienes deciden expresar su experiencia.
Para terminar con el bloqueo del tema, decidió documentarse con información oficial y relatos que muestran el terror que se vivió hace más de 70 años en las ciudades niponas.
El proyecto inició desde que González Longoria estudiaba periodismo, y con su visita a Hiroshima en 1992; sin embargo, el documental se realizó desde hace dos años, por iniciativa de la Universidad de Estudios Internacionales de Kanda.
“Todo comenzó desde que hacía mi tesis de doctorado, juntando fragmentos, periódicos, recorriendo archivos nacionales en Washington, dando la mano a las víctimas, tratando de romper ese silencio.
“Esos fragmentos tomaron sentido cuando la gente me cuestionaba: ‘¿qué sabes sobre Hiroshima?, ¿qué tienes sobre las víctimas?’, fue entonces que la Universidad de Estudios Internacionales de Kanda sugirió unir esas historias para ver cómo se adherían a la actualidad”, comentó la catedrática.
La tragedia inspiró a diversos artistas, músicos, pintores, escritores, que de alguna manera también han recopilado historias sobre el suceso.
“No le hemos puesto punto final porque siento que la retroalimentación y la parte de los artistas dan para una segunda y tercera parte del documental”, señaló.
Resaltó que lo que las personas hacen cada día siempre tiene algún sentido, y es necesario unir esos detalles para comunicar experiencias que prevengan situaciones lamentables.
Entre las principales anécdotas destaca la de un japonés al que, tras la explosión y al ser atendido por los médicos, le decían que le quedaban pocas horas de vida.
Hoy, esta persona tiene más de 90 años y agradece su tiempo en la tierra para compartir su historia con las nuevas generaciones.
“Personas desintegradas por el calor que irradiaba la explosión, era como si el sol estuviese sobre las ciudades, ahí se desintegraron familias completas con sueños y esperanzas”, detalló.
Otra de las historias que se muestran en el filme es la de alguien que recuerda cómo se derretía al caminar entre miles de cuerpos y ruinas.
“Cuando explotó la bomba, yo no sabía qué era lo que había pasado; recuerdo que caminaba y veía personas muertas por todos lados, la piel de las orejas y los brazos se me derretía por el calor”, es uno de los relatos que se puede apreciar en el documental.
La catedrática reconoció que hubo historias que no puso en su trabajo, como la de la niña de ocho años quien, sin saber, mató a varios de sus familiares al darles agua contaminada.
Por las bombas atómicas y otras cuestiones que han marcado a la nación japonesa, las ciudades de Hiroshima y Nagasaki se han vuelto sedes de paz en el mundo.
“El que está en medio de la guerra no piensa en la victoria, piensa en la paz, entonces si en estos momentos tenemos paz hagamos lo necesario por valorarla y que perdure”, recomendó la especialista.
Son los mismos ciudadanos de Hiroshima y Nagasaki quienes luchan por preservar la cultura de “no olvidar”, para contar las historias de primera mano y ayudar, con su experiencia, a preservar la paz.
Sin embargo, en otras ciudades del mismo Japón, no hay esa solidaridad con los afectados y la gente no tiene conocimiento sobre los hechos del 6 de agosto de 1945.
Incluso, el gobierno japonés no está en sintonía con su gente, pues aunque en eventos locales de Hiroshima y Nagasaki se muestran solidarios, en escenarios internacionales promueven la alianza con otras potencias mundiales, para ir a la guerra, apuntó González Longoria,
“Hiroshima es como una capital pacifista, después de la ocupación, porque en ese tiempo los aliados los censuraban demasiado. Por su parte, Nagasaki tiene cierta influencia moral y espiritual y dicen que ellos hicieron la guerra, ellos pecaron llevando la guerra y de alguna manera fue su castigo”, comentó.
Aunque la mayoría de los ciudadanos están en desacuerdo con las políticas de su gobierno, tampoco hay mucho debate en la opinión pública, pues son temas en cierto modo prohibidos, que no salen a relucir.
Indagando entre los documentos y las historias de viva voz, González Longoria se dio cuenta de que había más de 90 mil sobrevivientes de aquellos bombazos, sin embargo sólo unos 100 han estado dispuestos a contar su historia.
No obstante, los medios de comunicación en aquella época reprimieron los mensajes, ya sea por amenazas o influencias de fuentes políticas, por tanto -resaltó-, la importancia de la comunicación.
“Debemos de tener la responsabilidad de comunicar estas historias a través del tiempo, el compromiso de no olvidar y solidarizarnos con estas personas, también debemos aprender para no cometer los mismos errores”, enfatizó.
¿Quién es Silvia González?
Nació en Monterrey, Nuevo León. Hizo la carrera de periodismo en la Facultad de Ciencias de la Comunicación y posteriormente la maestría en Periodismo Especializado por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey.
Tiene un doctorado en Estudios de Asia y África, con especialidad en el área de Japón, por el Colegio de México en la Ciudad de México, recibió una serie de estímulos académicos de investigación que la llevaron a España, París, Otawa y Tokio.
Su ejercicio periodístico lo inició en 1994 en el norte de México, en el Diario de Monterrey, de Multimedios Estrellas de Oro, luego fue editora, productora, corresponsal internacional, conductora de noticias y subdirectora editorial.
Su experiencia la condujo a colaborar con medios como Hora Cero, Proceso, Reforma, La Jornada y El Financiero; asimismo, a participar en programas nacionales de Canal 7 de Washington y US Today, además de consolidar su labor docente en el Tecnológico de Monterrey y en la Universidad de Monterrey.
Ha obtenido reconocimientos como el diploma al mérito académico de la Universidad Autónoma de Nuevo León en 1986, el premio a la Excelencia Académica en Periodismo, el premio a la Calidad Docente, entre otros.
Fue la primera egresada en recibir el reconocimiento a la excelencia en el desarrollo profesional por parte de la UANL en el 2005.
Es fundadora de la agencia informativa de la Universidad de Monterrey y coordinadora de varios volúmenes académicos, así como de la serie Derecho a la Educación, que fue merecedora a varios reconocimientos por parte de instancias educativas.