Se atribuye al propagandista de los nazis, Joseph Goebbels, una frase reiterativa de su creencia en el poder de las palabras: “Una mentira repetida adecuadamente mil veces, termina por ser verdad”, así como otra del principio de su doctrina embaucadora: “Miente, miente que algo quedará… Mientras más grande sea una mentira, más gente la creerá”.
El apunte nos sirve como marco de referencia ahora que están a punto de cumplirse 30 años de un hecho histórico en la vida del futbol soccer regiomontano y 20 de otro más que ha levantado también ámpula respecto a la veracidad de su análisis y secuela informativa. Nos referimos al Torneo México 86 y al de 1996 que fue la despedida momentánea de los Tigres de la Primera División.
En el primer caso hay dos enfoques de la realidad, dependiendo de la perspectiva de quien expone sus argumentos para comprobar su verdad. Y en el segundo no hay duda alguna de que se sigue perpetuando una gran mentira sobre el origen del descenso del equipo universitario a Segunda División.
TORNEO MÉXICO 86
Los Rayados jamás en su historia, a partir de su fundación en 1945, habían ganado un campeonato. Por eso cuando se alzaron con la Copa del Torneo México 86 la celebración fue multitudinaria en la recién inaugurada en 1984 Macroplaza de Monterrey. El júbilo envolvió a los seguidores del conjunto rayado el 1 de marzo de 1986 tras derrotar al Tampico-Madero por 3 goles a 2 en tórrido encuentro efectuado a las 17:00 horas en el repleto estadio del Tecnológico.
Yo estuve ahí en la cancha como reportero y fotógrafo. Yo mismo no encontré otro nombre para la hazaña del equipo dirigido por Francisco Avilán. Las crónicas lo consignaron unánimemente en la prensa y en la radio y televisión. “Monterrey: Campeón”. Y así fue como aquel 1 de marzo de 1986 se pensaba quedaría en los anales de la Federación Mexicana de Futbol y en la mente de los aficionados albiazules.
Pero resulta que de inmediato se cuestionó la validez de tal gallardete. Y se armó la polémica hasta la fecha en que todavía hoy “El Dato Salazar” de Televisa señala que no se debe acreditar con una estrella el torneo ganado a base de garra por los Rayados de Monterrey. Todavía más, el hombre estadística de la influyente empresa de Emilio Azcárraga, o sea Ricardo Salazar, sigue poniendo en entredicho la validez de esa conquista deportiva de los regiomontanos alegando que ocurrió en un torneo alterno, es decir, de relleno, “de a mentiritas”, con motivo del Mundial México 86.
Así que la insistencia de los que le creen han terminado por aceptar su veredicto. ¿Pero entonces cómo querían que le llamáramos los que hicimos la reseña de ese último partido del Torneo México 86? Por eso tuvo que intervenir muy tarde la Federación Mexicana de Futbol e inclusive la Federación Internacional de Futbol (FIFA) para aceptar que sí había razones para fue fuera oficial tal campeonato.
Sin embargo, hay aficionados de los Rayados que repiten la mentira de que se le otorgó al Monterrey ese campeonato porque se trató de un torneo corto que después sería imitado para establecerlo como algo oficial, como ocurre hasta hoy en día. Pero no es así: El México 86 se propuso que fuera del 11 de octubre de 1985 al 1 de marzo de 1986 para no interferir con los planes del próximo Mundial, pues ya había antecedentes del Torneo México 70 que ganó Cruz Azul y del Prode 85 llamado así porque lo patrocinó Pronósticos Deportivos y se lo acreditó el América.
Nada tuvo que ver la modificación del calendario posteriormente aunque éste haya coincidido con el número de juegos de los ahora llamados Torneos Apertura y Clausura (antes de Verano e Invierno). No es por ese motivo que haya de valer como campeonato. El México 86 simplemente se dividió en dos grupos de 10 equipos cada uno y se proyectó terminarlo con una liguilla entre los primeros cuatro, después de 18 jornadas, con partidos de ida y vuelta.
Los Rayados de Monterrey vencieron al Atlante por 6-0 y al Guadalajara por 2-0, y en el último cotejo en el Tec el marcador fue de 3-2 con goles del brasileño Reinaldo Güeldini y el regiomontano Francisco Javier “El Abuelo” Cruz, en una tarde de fiesta, con un sol esplendoroso que puso su marco de alegría a la celebración de los aficionados albiazules que, efectivamente, dimensionaron de más el campeonato porque el club no había conseguido ni uno solo desde su aparición en Primera División en 1945.
MONTERREY NO MANDÓ
A TIGRES AL DESCENSO
Hace 20 años, también en el mismo mes, comenzó a circular la mentira insistente de que los Rayados de Monterrey mandaron a los Tigres al descenso al ganarle 2-1 en el mismísimo Estadio Universitario el Clásico Regiomontano el 24 de marzo de 1996, con goles de Luis Miguel Salvador y de Sergio Verdirame. Y a base de repetir el dato, sus promotores y algunos periodistas han terminado por hacer creer a las nuevas generaciones que así fue.
Pero lo cierto es que sí dolió en el alma a los hinchas felinos la caída ante su acérrimo rival, como siempre, y más ese día en que se abrigaban todavía esperanzas de salvación del cuadro auriazul dirigido por Víctor Manuel Vucetich. Y claro que calaron las burlas y los cánticos de despedida, pero no fue en esa fecha cuando se consumó oficialmente el descenso a la Primera División A.
La realidad es que los Tigres perdieron su permanencia en el máximo circuito en su juego anterior con los Tecos en Guadalajara al caer 1-0, y ni ganando el Clásico a los Rayados se hubieran salvado porque se requería que perdiera el Morelia a manos del Veracruz en el partido jugado a la misma hora de ese domingo, al mediodía.
Pero no fue así. Y al conocerse el resultado del Morelia poco antes de las dos de la tarde, bien se podría decir que éste fue el que empujó a los Tigres a la Primera A, aunque lo cierto es que fue el mismo club el que cavó su tumba desde dos torneos anteriores y ni ganando la Copa con Vucetich le alcanzó a los jugadores felinos su propósito de salvación.
Por tanto es una enorme mentira histórica que los Rayados mandaron al descenso a los Tigres. Porque ni ganando éstos ese Clásico del domingo 24 de marzo de 1996 se quedaban en Primera División. Y como la ocasión se prestaba para que sus rivales hicieran mofa de las lágrimas y tristeza de los seguidores auriazules, al tiempo que se escuchaba en el estadio la canción “Se fue” de Laura Pausini, entonces se empezó a decir que el Monterrey tuvo que ver con el clavo final en ese féretro deportivo.
LOS MALOS RESULTADOS ANTERIORES
El lastre pesadísimo de los torneos anteriores fue el que lanzó a los Tigres a la división de ascenso, de la que, para gozo de los suyos, regresó al año siguiente, el 1 de junio, de la mano del técnico Alberto Guerra y ya con el patrocinio total de Cemex.
Desde septiembre de 1994 y marzo de 1995, la falta de armonía interna reflejada en problemas entre los jugadores que habían sido contratados por su gran categoría y trayectoria, al mando del brasileño Jorge Vieyra, impidieron los buenos resultados. Nada más hay que revisar los nombres de aquel plantel y pocos se explican por qué no rindieron como equipo. Yo mismo entonces como directivo emergente o transitorio no entendía los porqués del mal paso con una de las mejores nóminas del futbol mexicano.
Obviamente mucho contribuyó la bronca de los Carlos a crear un ambiente de inestabilidad: Carlos de los Cobos, como técnico sustituto de Vieyra, entró en conflicto con Carlos Santos quien renunció al equipo en marzo del 95; también con Carlos Muñoz porque éste se quejó de que no respetó su jerarquía y renunció a seguir jugando, y finalmente con Carlos Simental porque Carlos de los Cobos lo envió con los Tigrillos, además de quitar del primer equipo a Carlos Ortega y relevarlo con Raymundo Rodríguez. Y finalmente un pleito sonado entre Carlos Díaz y Roberto Ruiz Esparza pusieron la nota de desagrado en un cuadro plagado de estrellas pero sin rumbo positivo en la cancha.
Total, al término de tan desastroso torneo, el rector Manuel Silos pensó que la solución de nombrar al promotor Guillermo Lara como presidente del club y desembolsar 38 millones de pesos en la temporada 95-96 evitaría el descenso, con Víctor Manuel Vucetich en el timón del equipo, lo cual no sucedió. Y llegamos así, con los nervios de punta y el ánimo caído, al Clásico que no se olvida, por supuesto.
Claro que ese 24 de marzo de 1996 –hace 20 años– dolió en el alma. Y más si sumamos el duelo que produjo también en la ciudad el fallecimiento del queridísimo hombre de la cultura don Alfredo Gracia Vicente un día antes, e igual la muerte ese mismo 23 de marzo de la gran cantante Lola Beltrán. Pero a fin de cuentas los Rayados no mandaron a los Tigres a la Primera A, aunque los discípulos del alemán Joseph Goebbels sigan su consigna de repetir insistentemente una mentira para que se convierta en verdad.