Desde abandonar su tierra natal hasta convertirse en campeona mundial, el futbol siempre ha marcado la vida de Miriam Castillo Zárate, la mediocampista del Tri Femenil que alcanzó junto a la Selección Nacional una plata histórica para México en la Universiada 2013 de Kazán, Rusia.
Hoy, su nombre ya forma parte del selecto grupo de chicas, que contra todo pronóstico, le regalaron al país su primer metal en futbol femenil en cualquiera de sus categorías.
Originaria de Acapulco, Guerrero, en donde vivió su infancia, la joven de 21 años siempre mostró aptitudes para los deportes, especialmente el balompié, que empezó a practicar desde que tenía cinco.
Aunque en un inicio sólo se trató de entretenimiento, su padre se percató del talento de la menor y un año después la inscribió a una escuela de futbol varonil, ya que en aquel entonces en el puerto guerrerense no existían instituciones ni equipos para mujeres. Fue ahí en donde Miriam comenzó a forjarse una disciplina.
Entre balones, canchas, porterías y más de cuatro academias de futbol transcurrió parte de la infancia de Castillo Zárate, quien con tan sólo nueve años de edad tuvo su primera oportunidad de representar a Acapulco en un torneo estatal, formando parte del equipo femenil que compitió en Chilpancingo
Un año más tarde Miriam repitió la hazaña en Zihuatanejo y tres años después en Tlaxcala, ya como parte del seleccionado guerrerense en una competencia regional.
La Copa Premier y la Copa Acapulco, celebradas en diciembre y julio respectivamente fueron también parte de la plataforma que impulsó el crecimiento de la joven en un terreno dominado por hombres.
“Antes sí era muy complicado para las mujeres porque no había muchas escuelas de futbol femeniles, sobre todo para menores, yo creo que antes, si había, era para grandes. Ahorita el futbol femenil ha evolucionado bastante, hay muchas escuelas, ligas y próximamente puede que ya haya una liga profesional aquí en México”, apuntó.
De pronto, el futbol pasó de ser un simple gusto a su estilo de vida y en una opción para trascender profesionalmente, idea que siempre fue apoyada por su padre Moisés Castillo.
“Me di cuenta que el futbol ya era algo más porque mi papá se dedicaba a que mi hermano y yo fuéramos alguien en el futbol, de meternos a escuelas, de probarnos en diferentes partes”, mencionó Miriam.
“Él fue el que me empezó a meter ideas de que había selección femenil y que yo estuviera en ella. Me empezó a meter la idea y yo me emocionaba porque desde chiquita me encantan los deportes y más el futbol”, agregó.
A la par de su crecimiento biológico, la habilidad de la chica con el balón se desarrolló, pero en Guerrero ya no habían las condiciones necesarias para seguir superándose, por lo que la familia Castillo Zárate enfrentó su primer sacrificio: dejar el terruño y emigrar a Monterrey.
Tiempo atrás Moisés Castillo había leído sobre los equipos femeniles de soccer de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y vio en ellos la puerta para que Miriam alcanzara sus metas, a pesar de que eso significó separarse de su familia por dos años.
“Yo siempre he dicho que es todo gracias a mi papá porque es impresionante cómo se sacrificó al enviar a toda la familia a Monterrey y él quedarse en Acapulco dos años solo y después alcanzarnos”, dijo Castillo Zárate.
DEL MAR A LOS CERROS
Proveniente de una familia enamorada al balompié, su hermano mayor jugó en segunda división, Miriam encontró terreno fértil para desarrollar su potencial al pie del cerro de La Silla, a donde llegó a la edad de 14 años.
Cargada con una maleta llena de emoción y nervios, la acapulqueña se integró al equipo de Tigrillas tras haber superado varias pruebas físicas; sus sueños comenzaban a cristalizarse.
“Yo emigré aquí por cuestiones deportivas porque quería jugar futbol en un nivel más alto y mi papá me mandó con toda mi familia, no me quiso mandar sola porque estaba muy chiquita, tenía 14 años y toda mi familia se vino conmigo a la ciudad”, mencionó.
Desde el primer instante en que pisó una cancha en tierras regiomontanas, Castillo Zárate exhibió su talento con el balón. Su entrenador, Juan Carlos Sánchez Sosa, recuerda que desde su arribo a Monterrey la joven mostró constancia, carácter y personalidad.
“Siempre se ha dicho que hay jugadores de equipo y jugadores de selección, Miriam es de ambos”, indicó el entrenador.
Aficionada de los Diablos Rojos del Toluca la deportista pronto tuvo que compartir su piel colorada con el auriazul para representar a Tigres y Nuevo León en campeonatos regionales. Y es que la habilidad que mostraba la joven en los entrenamientos se replicaba en los juegos.
“Cuando Miriam debutó en un regional en Saltillo, era una duda porque era la novata del grupo, no sabíamos si iba a funcionar o no, pero nos dimos cuenta que era muy dedicada en su trabajo, siempre era puntual en los entrenamientos, se echaba el equipo a cuestas, esas cosas en las que se fija uno como entrenador”, dijo Sánchez Sosa.
Desde entonces, la joven ha sido partícipe de recurrentes triunfos para la UANL y el estado como los torneos de futbol rápido, competencias regionales, Olimpiadas Nacionales y demás, ya que en 2010 subió al equipo mayor de Tigres.
Pero sin duda, el mayor triunfo que Miriam le ha podido regalar a la Máxima Casa de Estudios fue portar dignamente el nombre de la institución en la Universiada 2013, en donde fue la única alumna de la UANL que formó parte del conjunto nacional que se alzó con la plata en futbol femenil.
SELECCIONADA NACIONAL
El historial futbolístico de Miriam ya era conocido por la mayoría de los entrenadores regiomontanos, por lo que cuando dos de ellos, uno en 2011 y otro en 2013, tuvieron en sus manos la responsabilidad de llamar a las mejores universitarias para representar a México en el segundo evento deportivo más importante del globo, ninguno dudó en llamarla.
El primero en colocar su nombre en la lista de seleccionadas fue Roberto Medina, quien las dirigió en la Universiada 2011 en Shenzhen, China, en donde el conjunto mexicano cayó en cuartos de final contra Brasil.
El golpe de la derrota fue duro, pero tal y como indica una conocida frase “el futbol da revancha” y eso fue precisamente lo que dos años después obtuvo Miriam.
En 2013, ahora Carlo Marco Sala llamó a concentración a Castillo Zárate, quien vivió momentos cardiacos hasta ser finalmente seleccionada.
“Cuando ya estábamos en México en la concentración, cuando ya iba a hacer el último recorte, o sea, que las que quedaran iban a la Universiada, yo creo que fue el momento en donde sentí más nervios”, indicó Miriam, quien agregó: “Todas estábamos trabajando muy bien, todas traíamos muy buen nivel y empiezan a sacar la lista. Empiezan a nombrar a las que íbamos a ir. Empezó por las defensas, después las medias y yo no escuchaba mi nombre y ya al último me dice a mí”.
Escuchar su nombre fue todo un alivio para Miriam, quien lo único que hizo en ese momento fue agradecer a Dios la oportunidad de asistir a su segundo mundial.
Sin embargo, la noticia tuvo un sabor agridulce, ya por un lado la joven representaría a México en la Universiada, pero por otro se perdería su graduación, un momento que siempre anheló compartir con sus padres.
“Yo sí sentía feo por la cuestión de que sabía que no iba a estar en mi graduación y era algo que yo le quería regalar a mi mamá y no me tomé ni las fotos de generación, ni la individual, ni nada, pero yo creo que mi mamá estaba muy orgullosa de mí”, dijo Miriam.
“Fue difícil no estar en mi graduación porque era lo que yo quería regalarle a mi mamá, quería compartir ese momento con ellos, ponerme la toga y el birrete y decirle ‘mamá, lo logré’, eso es lo que más me ha dolido, pero valió la pena porque era decidir entre mi graduación y el mundial y escogí el mundial y valió mucho la pena”, añadió.
Todo sacrificio tiene su recompensa y a cambio del certificado universitario Zárate Castillo regaló a sus padres y al país una presea plateada nunca antes obtenida.
Un premio personal por las duras jornadas de trabajo físico, emocional y psicológico y un premio compartido con su familia por los días de ausentismo.
Por ahora, la plata en la Universiada 2013 representa para esta deportista su mayor logro futbolístico, pero no el último, ya que Miriam está consciente que el éxito no es una meta sino un proceso.
“Obviamente el sueño de cualquier futbolista es ser campeón mundial, no importa en qué torneo y yo creo que ese es mi mayor sueño. Ser campeona con México, así sea de parte de la FMF, que es la Selección Mexicana o la Selección Universitaria, simplemente ser campeona”, aseveró.
TRIUNFO HISTÓRICO
El 15 de julio de 2013 los medios de comunicación mexicanos destacaron el triunfo histórico del Tri Femenil al obtener la medalla de plata en la Universiada 2013.
Entre los nombres de los artífices de la hazaña estaba el de Miriam Castillo Zárate, la ex alumna de la Facultad de Organización Deportiva de la UANL, quien junto a sus compañeras pelearon por el oro contra Gran Bretaña.
Aunque en la mayoría del partido la presea aura parecía tener como destino México, en los minutos finales las europeas dieron la voltereta al marcador, llevando a las jugadoras aztecas de la alegría a la impotencia.
Sin embargo, de las caídas se aprende y para Castillo Zárate la Universiada 2013 le dejó grandes lecciones que desea poder aplicar en la próxima edición del evento en Corea 2015.
“Un momento desagradable fue obviamente cuando nos cayeron los tres goles de Gran Bretaña porque al principio sabíamos que íbamos a ganar y esos tres goles que nos anotaron nos hicieron sentir muy feo, la verdad, porque teníamos el partido para ganar y que en tres minutos se acabara todo fue muy feo”, mencionó la guerrerense.
“No borraría ese momento porque yo creo que de los errores se aprende y en el futbol siempre hay revanchas, vamos a seguirnos preparando para el otro mundial, ya sabemos que sí se puede”, agregó.
Para la oriunda de Acapulco se hizo historia sin pensarlo, ya que el objetivo era ganar cada encuentro y vencer en la final, pero nunca pasó por su mente lo que habían logrado.
De hecho, en la ceremonia de premiación, la nostalgia de haber perdido algo que vieron tan cerca no les permitió disfrutar de su triunfo plateado. No fue hasta días después cuando recapacitaron sobre lo que habían alcanzado.
“Cuando estábamos en el podio no nos sabía la medalla porque nosotros queríamos la de oro, estábamos un poco tristes, pero yo creo que ya como por el tercer día fue cuando nos dimos cuenta que nadie nos había regalado la de plata, nosotros la habíamos ganado por todo nuestro esfuerzo, por todo lo que hicimos en el torneo, fue ahí cuando empezamos a despertar”, dijo.
Y es que no sólo se trata de una presea de plata, el triunfo del Tri Femenil también ayudará a impulsar el deporte entre las jóvenes mexicanas.
“Eso es lo bueno, que estamos aportando algo. Esta medalla es histórica, es la primer medalla que se consigue en futbol femenil en todos los niveles y eso motiva mucho porque ayuda a que crean que sí se puede”, expresó Miriam, quien lanzó un consejo a la juventud: “Yo lo que les podría decir es que si tienen sueños que vayan tras de ellos, que nunca se rindan, que nunca digan no puedo porque esa frase bloquea la mente. Simplemente deben de seguir trabajando, todo tiene un sacrificio, pero al final viene la recompensa”.
Entonar el “Cielito Lindo” en la inauguración de la Universiada, subir al pódium en segundo lugar y regresar a México en un ambiente de júbilo son tres momentos que difícilmente olvidará la mediocampista, momentos que sabe son productos del esfuerzo propio y el apoyo incondicional de terceros.
“Sólo quiero darle las gracias a mi Universidad porque me han apoyado bastante desde que inicié en la preparatoria hasta ahorita. Quiero darle las gracias también a toda la gente que confía en mí y obviamente a mi entrenador que ha sido parte fundamental en mi carrera”, puntualizó.
De niña Miriam Castillo Zárate soñó con correr detrás de un balón, hoy sueña con que esa realidad no termine, pues es el futbol el motor que le inyecta energía diariamente.