La “Fernandomanía” de 1981 no sólo encumbró al Toro de Etchohuaquila (Fernando Valenzuela) en lo más alto del beisbol internacional, sino que atrajo a los buscadores de talento en pos de los serpentineros mexicanos.
Tal fue el caso de Ángel Moreno, un lanzador zurdo que fue sacado de los llanos de Gómez Palacio, donde jugaba para la Asociación Nacional de Beisbol, y debutó ese mismo año con los Serafines de California.
Moreno, nativo de Veracruz, es ahora una leyenda que se ganó a pulso su ingreso al Salón de la Fama y que recuerda con cariño aquellos tiempos cuando le tocó conocer el mejor beisbol del mundo y dejar su huella en los diamantes.
DE LA ANABE A LA MLB
Es abril de 2012, antes de un partido ante los Sultanes y luego de una larga sesión de trabajo con los pitchers jóvenes de los Rieleros, el ahora coach se seca el sudor y atiende los cuestionamientos sobre su larga trayectoria.
“Es motivante para cualquier jugador ser electo al Salón de la Fama y más alcanzarlo en vida. Gracias a toda la gente que votó por mí”, comenta el lanzador que a pesar de sus brillantes números se comporta de manera sencilla.
“Tanto esfuerzo y dedicación durante tantos años nos hizo recopilar varios récords. Afortunadamente las lesiones no llegaron y eso es un factor muy importante”, comenta. “Eso nos alarga la carrera porque en promedio yo lanzaba 100 innings en la Liga de la Costa y 200 en la de verano… el brazo nos salió muy bueno”.
Moreno, nacido el 6 de junio de 1955, debutó en la Liga Mexicana en 1975 con los Rieleros de Aguascalientes y dejó de jugar hasta el 2006, cuando tenía 51 años de edad.
“Mi padre era un gran aficionado y jugó beisbol amateur, pero el que me llevó al beisbol profesional fue mi hermano”, recuerda Moreno.
Menciona que como era el único zurdo de la familia su papá determinó que iba a ser pitcher.
“Gracias a él salimos aficionados al beisbol y afortunadamente nos dio la oportunidad de jugar y tuvimos las facultades para hacerlo”, dice.
En 1978 fue parte de los Rieleros campeones y aportó 15 victorias. En la campaña de 1980 dejó 14 triunfos antes de enrolarse en la Anabe.
“Yo estaba jugando en Gómez Palacio, Durango, y vinieron a verme porque en esos años comenzó la Fernandomanía y los gringos comenzaron a buscar zurdos.
“Me acuerdo que vino Preston Gómez y me firmaron. Yo llegué como 15 días a Salt Lake City, que era la sucursal triple A de los Serafines”.
Luego de tres salidas “de calentamiento” Anaheim decidió debutarlo de inmediato antes de que terminara el calendario.
“Me dijeron ‘vas para arriba’ y yo ni sabía qué era arriba”, dice Moreno con una sonrisa. “Batallé bastante, principalmente por el idioma. Yo no sabía ni pedir un vaso de agua en inglés”.
Su primer partido en la gran carpa fue el 15 de agosto de 1981 contra los Atléticos de Oakland y en esa ocasión se enfrentó a un rival y lo pasaporteó.
El primer triunfo vino unas semanas después ante Medias Blancas de Chicago. Lanzó ocho entradas dos tercios para cuatro hits, cuatro bases y un ponche.
Esos “patipálidos” tenían a jugadores estelares como Carlton Fisk, Chet Lemon, Ron LeFlore y Greg Luzinski, entre otros.
“Después del juego ante Chicago me esperó el gerente, Roland Hemmond, y me dijo que cometieron un error al no firmarme”, dice Moreno,
Y es que los Medias Blancas también estuvieron en México tras el brazo del zurdo, pero los 3 mil dólares que ofrecieron no fueron atractivos para el veracruzano, quien rechazó la oferta.
Luego de dos años en las mayores, Moreno pasó otros dos en las menores y ya no fue llamado al equipo grande. Como era Anabista, pasó un año en las ligas semiprofesionales de México hasta que en un draft pasó a la organización de los Tigres capitalinos.
Lo que para muchos era el final de su carrera, se convirtió simplemente en el principio de una nueva etapa que duró 20 años más, pues en 2006 todavía estaba activo.
En total, Moreno ganó 263 juegos en la Liga Mexicana, con 2 mil 255 ponches y 26 blanqueadas. Aunque acumuló 26 temporadas en verano, pudieron haber sido 32, por las seis que estuvo ausente.
HOMBRE PRECAVIDO
Moreno sabía que el riesgo del deporte profesional es alto y que en cualquier momento las lesiones podrían terminar con su carrera, por lo que siempre fue muy cuidadoso con sus ingresos económicos.
“Por eso lado (económico) no hay problema. Uno debe ver al futuro porque el beisbol no dura toda la vida, no sabe uno en qué momento se puede lesionar. Supimos hacer un guardado y es muy importante el apoyo de la familia. Mi esposa ha sido muy cuidadosa con el dinero”, asegura el zurdo.
Además de seguir en el beisbol como coach, Moreno tiene una línea de guantes que comercializa en toda la República.
El ex lanzador comenta que cuando todavía estaba activo decidió recoger de la Asociación de Beisbol Profesional un fondo que se guardaba para el retiro de los peloteros.
“Retiré mi dinero porque ese dinero estaba en peligro de perderse. No hubo ningún problema”, comenta.
Si en su faceta de pitcher tuvo muchas anécdotas, como coach también le está tocando vivir algunas inesperadas, como el noviembre pasado, cuando los Algodoneros de Guasave lo despidieron por la mala racha del equipo.
“Cuando el equipo entra en una mala racha, la directiva opta por quitar al cuerpo técnico, pero realmente nosotros somos un apoyo para los jugadores, no tenemos nada que ver”, asegura el veracruzano.
Junto con Moreno se fue también el manager Matías Carrillo y el coach, Arturo González, otra institución del beisbol.
“Hacerlos entender es algo difícil. Quitando al cuerpo técnico no se va a mejorar… mejorarías el equipo buscando peloteros”, dice.
¿Pero cómo es posible que el equipo que perdió 17 juegos seguidos se haya recuperado e incluso peleado la final?
“Se pusieron a jugar al béisbol. El apoyo que le dieron a Enrique (Reyes) fue estupendo, pues el equipo de estar el sótano se fue a los primeros lugares”.
En cuanto a su nominación al Salón de la Fama y el conflicto que actualmente tiene la Liga Mexicana con el recinto de los inmortales, Moreno se muestra neutral.
“Las directivas tiene que ponerse de acuerdo porque uno va a donde lo inviten. La votación que se hace es porque la prensa la hace. No creo que vaya a haber ningún problema por acudir”.
Junto con Ángel Moreno, son ahora tres (Alonso Téllez y Alfonso “Houston” Jiménez) los peloteros que aunque se unieron al movimiento de la Anabe, regresaron a la LMB porque tenían la calidad suficiente para superar cualquier conflicto y se han convertido en inmortales de la pelota nacional.