Desde que don Eugenio Garza Sada decidió encabezar a sus pares para fundar el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey en septiembre de 1943, tenía en mente no solamente un plan de formación académica y de especialización técnica de los jóvenes para integrarlos cuanto antes a las propias empresas del Grupo Industrial Cuauhtémoc, sino que también proyectaba su visión sobre definidos programas culturales y deportivos que reforzaran la disciplina y la inteligencia de quienes, esperaba, aportarían todo su entusiasmo al desarrollo de la ciudad.
Por eso, apenas se cambiaron en 1945 de las instalaciones en el centro de Monterrey a los extensos terrenos del sur de la urbe, que la institución ocupa actualmente, de inmediato pidió el trazo de un estadio como parte del campus, y entre el monte lleno de matorrales o en medio de zoquetales en tiempo de lluvias, los colaboradores de don Eugenio definieron el terreno de un estadio para atletismo y para equipos de futbol americano y soccer, a pesar de que el rey de los deportes en esa época era el beisbol desde 1939 con el equipo “Carta Blanca” llamado después Sultanes.
El naciente club profesional “Rayados” sumaba el nombre de la ciudad cuando apareció en 1945 teniendo que jugar en un campo improvisado llamado Parque Cuauhtémoc, ubicado en la colonia Industrial, pero el equipo pronto se desintegró por un incendio del autobús en la carretera que conduce a San Juan de los Lagos. Sin embargo, don Eugenio quería que aquí se jugara en un estadio, como se jugaba en otras partes, el deporte que llegaría a ser el atractivo de las multitudes y el más popular y por eso le apuraba tal inmueble.
Con el impulso del primer sorteo del Tec en 1947, ahora tan tradicional, el edificio Aulas I fue una realidad y le dio otro aspecto a aquel enorme despoblado y más tarde otras instalaciones fueron el orgullo del secretario del Tec, Roberto Guajardo Suárez, luego director, que veía cómo se le ponía la misma atención a la construcción del estadio que debió superar los fangales de aquella zona cuando llovía torrencialmente hasta que fue inaugurado el 17 de julio de 1951 en presencia del Presidente Miguel Alemán Valdés y de don Eugenio Garza Sada.
Fue entonces que el Dr. Carlos Canseco volvió a activar la idea de un equipo en segunda división para jugar en el Tec, y en 1952 sus planes fructificaron hasta que cuatro años más tarde el Monterrey subió a primera división para caer inmediatamente otra vez. Finalmente en la temporada 59-60 la máxima categoría retornó al estadio y se consolidó en resultados, cumpliéndose el sueño de don Eugenio Garza Sada.
Librado Rosales, alumno fundador del Tec y en un tiempo administrador del Estadio Tecnológico, contaba insistentemente las anécdotas chispeantes en torno a esta obra arquitectónica que fue planeada para 18 mil aficionados. “Hubo una campaña muy bonita” –es la voz de este legendario hombre del Tec–. “En una comisión grande, en la que yo estaba, empezamos a colocar mil pases vitalicios a mil pesos, porque había que reunir un millón, y la gente respondió. Creía en el proyecto porque creía en la institución, y nosotros nada más le decíamos que un día habría futbol, y esto y aquello”.
El equipo Monterrey utilizó el estadio durante su primera temporada de la Segunda División, además de darle uso para otros muchos eventos, pero el más inolvidable de la época fue un festival artístico organizado por el Padre Carlos Álvarez, en los años 50, a beneficio de la Ciudad de los Niños, contando con la participación del ídolo de ídolos Pedro Infante (fallecido en abril de 1957 en un accidente aéreo).
En los primeros años asistía muy poco público al futbol soccer en el Estadio Tecnológico, y todavía en la década de los 60 don Felipe Valdés Terrazas, en ocasiones apoyado por el cronista Roberto Hernández Jr., recorría la ciudad en un automóvil con altoparlante para regalar boletos, y ni así se llenaba el coso en el sur de Monterrey. El beisbol era el amo y señor de los deportes aquí, desde 1939, pues la ciudad ni siquiera fue tomada en cuenta para el Mundial México 70, a pesar de que también había sido inaugurado el Estadio Universitario de la UANL en mayo de 1967.
Francisco “El Potrillo” Avilán recuerda aún cómo en los años 1959-60 era una odisea llegar al Tec de la mano de su papá Ramón Avilán y en compañía de su hermano Sergio. “Después de ir a misa los domingos, teníamos que llegar a la Alameda y subir a un camión plateado que nos dejaba en la puerta del estadio. Me tocó, junto a mi padre y hermano, ser testigo de la historia que da cuenta de un dicho de aquellos tiempos: íbamos como doscientas personas al estadio, y hasta nos podíamos saludar de mano todos”.
Aun así, don Eugenio alentaba la esperanza de que los Rayados de Monterrey atrajeran cada día más gente, y en 1965 autorizó la primera ampliación a 25 mil espectadores. El aumento de la capacidad a 34 mil ocurrió en vísperas del Mundial México 86, cuando ya el fenómeno futbolero era toda una realidad en Monterrey y don Eugenio ya no vivía, pues las balas asesinas de fanáticos pseudorredentores sociales acabaron con él en septiembre de 1973.
Sin embargo, el Ing. Alberto Santos de Hoyos, el revolucionario del futbol en la Sultana del Norte, en la década de 1970 decidió cambiar de sede, y se llevó a los Rayados de Monterrey del Tec al Estadio Universitario, y una vez ascendidos los Tigres a la máxima categoría en 1974, se calentó el entusiasmo por los famosos Clásicos, y desde entonces han faltado boletos para miles de aficionados que ven cómo el cupo de ambos inmuebles es insuficiente, mucho más cuando el Monterrey regresó al Tec, que ha sido escenario de múltiples hazañas futboleras, triunfos, derrotas, fiestas y lágrimas al conjuro de la historia escrita en tantas épocas por jugadores que aún suspiran cuando pasan por el estadio y evocan su huella por el club regiomontano que está a punto de decir adiós al viejo inmueble para estrenar un monumental y moderno conjunto de gradas, vestidores, pantallas gigantes, césped y toda clase de lujos al estilo del famoso Wembley de Inglaterra.
ESTADIO BBVB BANCOMER
Cuando el grupo Fomento Económico Monterrey, S. A. (FEMSA) anunció que construiría un nuevo estadio, las conjeturas lo ubicaban en los terrenos de CyDSA por la avenida Ruiz Cortines, o en el área del club ferrocarrilero, enfrente del Estadio de Beisbol Monterrey, y, finalmente, por el rumbo de la Pastora en Guadalupe, NL, donde empezaron las obras después de mil negociaciones y polémicas por la afectación ecológica a tan vastos espacios verdes y el trastorno en la vialidad de las avenidas y calles que convergen en el inmueble.
Con un costo cercano a los 200 millones de dólares, la nueva sede de juegos de los Rayados de Monterrey dio sus primeros pasos en febrero de 2012 y se tenía proyectado inaugurarlo en julio de 2014 pero se pospuso un año, por lo cual, durante la administración municipal de la priista Ivonne Álvarez, ésta se comprometió a cumplirle a los vecinos un plan de adecuación urbana para que no se vieran afectados al entrar y salir de las colonias circunvecinas, como el complejo en las avenidas Paseo de las Américas y Eloy Cavazos, y el puente de Juárez y las Américas.
Al mismo tiempo el gobierno de Nuevo León y la propia empresa propietaria del club de futbol firmaron un conjunto de obras para realizar, por ejemplo, una gaza sobre el Anillo Vial Metropolitano que conectaría esa arteria con Paseo de las Américas, y otras complementarias: los puentes gemelos para conectar el acceso al estadio con la avenida Las Torres y con Paseo de las Américas, pasando sobre el río La Silla, etc.
El Gobierno del Estado dio por un hecho la terminación a tiempo del parque lineal como parte del compromiso pactado con motivo de la construcción del nuevo estadio, cumpliendo con esta obra la última etapa de unión entre los cinco parques que conforman el proyecto: La Pastora, Tolteca, Ecológico La Silla, Pipo y Ciudad Despierta, con una extensión territorial de unas 140 hectáreas y una longitud de 10 kilómetros.
Con el nombre del estadio como un misterio, a pesar de hacerse público constantemente el patrocinio de una institución bancaria cuya sede está en España, a fin de cuentas los directivos del Club de Futbol Monterrey anunciaron oficialmente la tarde del jueves 12 de marzo de 2015 que se llamaría Estadio BBVA Bancomer como tanto se había especulado, y que su inauguración sería el 1 de agosto, por lo cual el Monterrey moverá la fecha 2 del torneo de clausura de la Liga MX para medirse a un cuadro internacional que podría ser Barcelona.
Con un 90 por ciento de avance en esa fecha, el coso tendrá un aforo para 51 mil aficionados, de los cuales 43 mil sería abonados, incluyendo los 28 mil con que ya se cuenta, según dijo Tonatiuh Mejía, vicepresidente administrativo del club rayado, en un evento realizado en el exterior del inmueble en La Pastora donde no faltaron una iluminación especial en la fachada para destacar el nombre del estadio y juegos artificiales.
A diferencia del Estadio Tecnológico, los abonados estarán distribuidos en más localidades, pues pasaron de cinco a 11, siendo la más económica de 3 mil 700 pesos, es decir, un 51 por ciento más cara que la del Tec donde cada abonado pagaba 2 mil 400 pesos. Pero los abonos más caros en el Tec (superpalcos) que se vendían a 15 mil 900 pesos, en el nuevo inmueble se ofertaron a 11 mil pesos.
Después del partido inaugural el 1 de agosto, los abonados individuales, grupales y de empresas tendrán derecho, obviamente, a presenciar todos los partidos de la liga oficial y también a adquirir entradas a juegos de la liguilla a precio de temporada regular, mientras que en la Copa MX se les facilitará el acceso a todos los juegos de fase de grupos y tendrán preferencia para adquirir el boleto para la final a precio de fase de grupos.
Entretanto, el abono sirve para estar presente en todos los partidos internacionales de Concachapmions y Copa Libertadores en fase de grupos, a la vez que se podrá comprar boleto a Cuartos de Final, Semifinal y Final a precio de fase de grupos, que es cuando se eleva estratosféricamente el costo de las entradas, sin que las críticas por semejante abuso hagan mella en los directivos que aprovechan esta circunstancia para hacer negocio a sus anchas.
La garantía de renovación anual es otro aliciente que los abonados tendrán a su favor, pero con la condición de registrarse electrónicamente en el sitio oficial del club de Futbol Monterrey, que empezó a entregar los plásticos desde los primeros días de abril en un local de la Plaza Nuevo Sur, para dar, así, un simbólico adiós al Tec y una cálida bienvenida al BBVA-Bancomer.