Estela Franco no se cansa de gritar a los cuatro vientos que su esposo Vicente Leñero Otero está más vivo que nunca, y que su enorme biblioteca permanecerá intacta –”como él la dejó”– mientras a ella le corresponda cuidar tan rico patrimonio literario. Porque a pesar de que el ilustre dramaturgo, escritor, guionista y periodista ya no está físicamente entre nosotros desde diciembre de 2014, sus libros que escribió y que leyó siguen teniendo el aliento de su espíritu, de acuerdo con la mujer que evoca cada día sus últimos diálogos en su lecho de enfermo.
Y es que Estela Franco está entrañablemente unida a Vicente Leñero Otero no sólo por el amor conyugal desde fines de la década de 1950, sino también por el vínculo estrecho de la primera obra del escritor en 1961. Lo había conocido como un fervoroso alumno del taller de Juan José Arreola, quien logró que tomara impulso en su carrera después de que el joven de 25 años de edad, nacido el 9 de junio de 1933 en Guadalajara pero avecindado en la ciudad de México desde muy niño, había ganado un concurso universitario de cuento con el seudónimo de “Gregorio”.
Estela lo veía ir y venir al garage de la callecilla de Volga, atrás de lo que hoy es el Hotel María Isabel y la Embajada de los Estados Unidos, donde nació el primer Centro Mexicano de Escritores que –ya casados y con una hija nacida en 1960– en 1961 le concedió a Vicente una beca que él aprovechó muy bien para dar forma a “Los albañiles”, la cual terminó en 1962, con la asistencia amorosa de su mujer, pues ella debió soportar la carga familiar y aplazar su titulación universitaria como psicóloga.
Durante una semana y días de 1962 la terminó de pasar en limpio en el monasterio benedictino de Santa María de la Resurrección en Cuernavaca, por recomendación de sus amigos Ramón Zorrilla y Miguel Manzur, así como por el ánimo que le dio siempre su inseparable Estela, quien pagó los 250 pesos que los monjes cobraban por la renta de una celda.
Estela, siempre Estela a su lado. Por eso no es extraño que ahora ella siga teniendo en un lugar especial de la biblioteca de Leñero Otero su primer trabajo literario que se publicó en 1964 por don Joaquín Díez-Canedo quien antes lo envió a Barcelona, España a concursar por el premio Biblioteca Breve de Seix Barral, el cual ganó en 1963, tras de que el primer galardón en 1962 le había sido otorgado al afamado Mario Vargas Llosa por “La Ciudad y los Perros”.
Pero junto con “Los albañiles” sobresalen en los libreros ejemplares de las demás obras que tanta satisfacción le dieron a este buen hombre que en 1972 se hizo amigo del entonces director de “Excélsior”, Julio Scherer García, quien lo llamó a hacerse cargo de “Revista de Revistas” y a quien acompañó en el durísimo trance de su expulsión del “Periódico de la Vida Nacional” en julio de 1976 y se unió a él en la fundación del semanario “Proceso” en noviembre de ese año.
–¿Cómo no va a seguir vivo mi Vicente? –me insiste doña Estela, rodeada de amigas en su domicilio con el fin de orar y platicar para tratar de mitigar la ausencia física de su amado esposo. Y se queda viendo a la biblioteca para reiterar que nadie deberá meterle mano y así permanecerá mientras ella viva.
“PROYECTO LEÑERO”
Pero cómo no va a seguir vivo el ilustre dramaturgo y escritor si desde diciembre de 2015, en el primer aniversario de su fallecimiento, se dio a conocer que su yerno Víctor Ugalde, esposo de Estela Leñero Franco, sería el responsable de la filmación de “La Prima”, que es la segunda adaptación fílmica que hizo don Vicente de una novela del portugués Eca de Queiros, “El Primo Basilio”. Y todo ocurrió así porque el heredero de tan significativa encomienda debió aceptar la clara especificación que se halló en el contrato de 2014 del guión inédito.
–”Sólo mi yerno es el autorizado para filmarlo y sólo él puede cambiar una coma o un punto” –afirma de Ugalde doña Estela al puntualizar la voluntad de don Vicente sobre este trabajo que llenó de gusto al director de cine, quien, para redondear el homenaje al escritor y dramaturgo, invitó a participar al otro yerno de Leñero Otero, es decir al actor Jesús Ochoa, esposo de Eugenia.
Sin embargo, la Compañía Nacional de Teatro (CNT) también ha decidido mantener viva la memoria del dramaturgo con “El Proyecto Leñero”, al estrenar su ambiciosa trilogía, bajo la dirección de Luis Tavira y Estela Franco, con “Sacrificio”, aproximación interpretativa a tres piezas claves: “Los albañiles”, “Pueblo rechazado” y “El juicio de León Toral”.
En palabras de Luis de Tavira, se trata de un recorrido a través de su dramaturgia, muestra de alguna manera la visión de México que él fue articulando durante su obra dramática, una visión muy dolorosa o muy adolorida, entrañable, de un país poco visitado, una visión de alguna manera sumamente original en muchos rasgos, insólita, pero que es una respuesta al reto que planteó Rodolfo Usigli a la generación que lo sucedía.
Y si al filme de “La Prima” y al “Proyecto Leñero” le añadimos también la reedición de su novela influida al máximo por los aires de libertad de Francia, “Estudio Q”, en 2015, entonces es fácil concluir lo que dice Estela Franco de su esposo Vicente Leñero Otero: “Sigue más vivo que nunca”. Y por eso la defensa de su riquísima biblioteca será a ultranza de parte de la mujer que estuvo muy cerca de “Los albañiles” desde 1961 hasta que se publicó en 1964 y cerró sus ojos por última vez en diciembre de 2014.