Su pasión era ir al cine, comer pizza, acudir al kínder, pero por sobre todo eso, le gustaba andar con su mamá para todos lados.
A sus 6 años, la pequeña Melina Yoselin Tapia sólo quería disfrutar de la vida, de sus padres.
Hoy la extrañan en la escuela, la extrañan sus vecinos y desde luego, Blanca Irasema Ibarra de 33 años, su mamá, quien añora verla correr por toda la casa.
A Melina Yoselin se le detectó un tumor cerebral (glioma de tallo) y desde hace dos meses está internada en la Clínica 25, en la espera de un milagro y de una silla de ruedas para poder trasladarla a casa el día que la den de alta.
Hay suma tristeza en las palabras de esa madre que día y noche cuida a su bebita, como ella le dice.
Hay lágrimas que pugnan por salir y que quiebran su voz al momento de narrar la historia de su niña, de su angelito que tiene dos meses “dormidita”.
“Mi niña tiene un glioma de tallo, se lo detectaron el 23 de mayo de 2013, se lo detectaron en la cabecita y desde ahí han sido muchas visitas al doctor, hasta llegar aquí, a la Clínica 25, donde tiene 2 meses internada, y ahí está, dormidita, en la espera de un milagro”.
Ibarra recuerda con felicidad aquellos días en que su bebita andaba con ella para todas partes.
“Era una niña muy alegre, le gustaba mucho ir al cine, comer pizza, ir al kínder, era y es la luz de esta casa, ella es hija única”.
Pero después, recuerda Blanca, la niña empezó a batallar para caminar de diciembre a la fecha.
“Ya sólo íbamos a eventos aislados, a los eventos especiales, ya no podía caminar muy bien, de diciembre para acá perdió fuerza en sus piernitas”.
La mamá de la pequeña recuerda que los primeros síntomas que observó en su hija fue que se desvanecía muy a menudo.
“Ella se caía mucho, chocaba con las cosas, desviaba un poquito la mirada, se vomitaba, le dolía la cabeza”.
El mayor milagro que espera día y noche es que un doctor le diga, “ya está dada de alta” y así irse con su pequeña a casa, a cuidar de los sueños y las ilusiones de Melina.
“La niña tiene dos meses dormidita, no me dice nada, a veces le da temperatura y se pone un poco mal, es por ello que no me la han dado de alta”.
La madre de la niña no entiende por qué está viviendo esta pesadilla.
“No entiendo la situación, ella era una niña normal que tenía todo; iba conmigo a todas partes y el ahora verla ahí, no entiendo”.
El 16 de octubre la niña entrará a cirugía.
“Es una cirugía gastrostomía para que pueda comer por el estomagito por medio de una sondita”.
Asegura que siempre sueña con que algún doctor le diga que su hija está dada de alta y así salir rumbo a su hogar.
“Yo me dedico a cuidar día y noche a mi niña. Vivo en Arboledas de Santa Rosa y desde allá me vengo para la clínica”·.
Ibarra anhela que Melina vuelva a jugar con los personajes de Frozen e ir juntas, de la mano, por la vida, sin ningún pendiente más que el de hacer feliz a su “muñequita”.
“Ella misma se puso ‘muñequita’, decía que era una ‘muñequita’, mi hija era muy feliz”.
Los gastos en medicamentos y hospital corren de una manera alarmante, pero hoy por hoy, el único milagro que Ibarra le pide a Dios es que a su “muñequita” la den de alta, ya de lo demás ella se encarga.