A un año del inicio de las Olimpiadas que prometen ser las más innovadoras en la historia, Japón tiene lista la infraestructura básica y organización deportiva. Pero, ante la expectativa de 40 millones de visitantes para el 2020, la “visión perfecta” de esta sociedad se enfrenta al reto de mostrar claramente tanto sus avances y curiosidades, como sus cuestionamientos y retos por resolver.
En Japón, uno de los principales objetivos de los turistas extranjeros es conocer la auténtica gastronomía japonesa. Pero, aunque quieras probar de todo ¡cuidado! aquí no se acostumbra pedir los sobrantes “para llevar”. Para evitar que la comida llegue fría o en mal estado a los hogares, los restaurantes japoneses prefieren echarla a la basura. Esto incrementa el desperdicio, que también ahora se ha vuelto un problema serio por la moda de las redes sociales: comprar comida sólo para ponerla en Instagram.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la población hambrienta del mundo asciende 821 millones de personas. Aunque sí hay alimentos y el número de productos sobrepasa al del consumo, una de cada 9 personas sufre de hambre.
La pérdida de alimentos que ni siquiera llegan al potencial consumidor, así como el desperdicio de lo que llega a la gente, pero no se consume, son un problema grave.
FRESCURA, ETIQUETA Y MODAS
Según la Agencia del Consumidor, Japón produjo en 2018 alrededor de 6.5 millones de toneladas de desperdicios de alimentos, lo que equivale al doble de la cantidad de ayuda (3.2 millones de toneladas) que otorga globalmente el Programa Mundial de alimentos. Esto significa que por persona se producen 51 kilogramos de desperdicios cada un año. Este número es prácticamente igual al del consumo de arroz por persona en este país (54 kilogramos por año). El gasto para el tratamiento la basura también es alto, por lo que también es un problema económico para Japón.
Poco más de la mitad de este desperdicio se da en los negocios, y lo que resta es principalmente proveniente de los hogares. Las tiendas suelen poner altos estándares de frescura, higiene y duración a los alimentos en venta. La apariencia también es importante, por lo que las frutas y verduras que no corresponden a un estándar de forma y tamaño, muchas veces van a la basura.
Japón es famoso por sus populares y funcionales “tiendas de conveniencia” que en su mayoría permanecen abiertas 24 horas y venden gran variedad de comidas preparadas (“obento”). Aunque la demanda es muy grande, también quedan restos de comida en estos locales. Según el Ministerio del Medio Ambiente, el total de la cantidad de los desperdicios de las siete cadenas principales de este tipo de tiendas en 2017 fue de unas 210 mil toneladas en un año.
En algunos restaurantes familiares hay servicio de bufe (llamado “baiking” o “tabehodai”) y se suele renovar constantemente la oferta de platillos para estimular el hambre y garantizar la frescura. Aunque generalmente los usuarios son prudentes al servirse, no faltan los excesos que quedan al final en la mesa. Incluso en otros restaurantes con servicio a la carta, muchas veces los clientes no pueden consumir todo. La alternativa que funcionaría al respecto en otros países no entra en el estándar japonés: aquí no se acostumbra pedir los sobrantes “para llevar”. Aunque no hay reglas sobre este tema, los restaurantes argumentan que tendrían responsabilidad en caso de que los clientes se enfermen por la comida que pierde su frescura fuera del local, así que no atienden peticiones de este tipo de los clientes. Así, la comida que quede en los platos suele ir a la basura.
Otro factor que está incrementando el desperdicio es la moda de Instagram. En Japón se ha acuñado el popular término (buzzword) “Insta-bae” para todo aquel elemento fotogénico que inunda las redes sociales. En el “top” de los motivos que inspiran a los japoneses a tomar fotografías están las comidas y bebidas. A esto se suma la insólita popularidad del té con perlas de tapioca. Por alguna razón el extracto de la yuca, aquel antiguo alimento de las culturas prehispánicas en América, ha llegado a Japón con varios puestos de comida asiática (taiwanesa, especialmente), conquistando a los jóvenes. Así, muchos amigos se citan para pasar hasta 6 horas en una fila por un vaso de té con tapioca. El evento se registra en las redes, pero muchas veces el entusiasmo termina en un trago y un vaso que habrá que desechar. Según la División de Política Ambiental en el Distrito de Shibuya, recoger estos restos de bebida se ha convertido en una tarea ardua.
Algunos estudiantes japoneses empiezan a criticar estas tendencias, y han encontrado eco a sus preocupaciones en compañeros de otros países. Roberto Barraza Mendoza, estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) opina sobre este desperdicio por Instagram: “Esta noticia me parece muy triste. A veces, la gente solamente quiere mostrar a otras personas que hace cosas interesantes, pero en el fondo no hay ideales, están vacíos… Todo es una mentira”.
Sobre los restos de comida en restaurantes, Arnulfo Torres, alumno mexicano en la Universidad de Estudios Internacionales de Kanda (KUIS), comenta que en su país también a veces se pide mucha comida, pero la gente puede llevársela sin problema. Por su parte, Violeta Adame Galicia, también estudiante mexicana en KUIS, comenta que ella desconocía este antecedente, por lo que una vez intentó llevar los restos de su comida, pero no se lo permitieron. Según ella misma, últimamente los mexicanos tienen más conciencia sobre este tema y a veces pueden donar esa comida a otros lugares o darla a los mismos empleados.
MOTTAINAI…TODOS SOMOS RESPONSABLES
En la cultura japonesa hay una palabra muy significativa: mottainai. Es el sentimiento de culpa por tirar comida y cosas que podrían aprovecharse mejor. Incluso Wngari Muta Maathai, la primera ecologista que ganó el Premio Nobel de la Paz admiraba tanto este concepto japonés que trató de promoverlo en todo el mundo para proteger el medio ambiente. Aunque este sentimiento mottainai es antiguo y característico, parece que los japoneses están olvidándolo en últimos años.
Si se suman cifras globales con pérdida de alimentos (en la cadena de suministro) y desperdicio (en contacto con los consumidores) la cifra podría ascender a más de 17 millones en Japón. Sin embargo, olvidar el mottainai y tirar alimentos de manera desconsiderada no es solamente un problema de esta nación.
En Estados Unidos, Australia y algunos países de Europa las cifras son mucho mayores. Igualmente, en los países de América Latina, como Argentina, Brasil, México y Colombia el problema es grave y las cifras de desperdicio van de 10 a 20 millones de toneladas cada año. Es decir, que se pierde tanta o más comida que en Japón. De acuerdo con un estudio del Banco Mundial, los mexicanos desperdiciaron 20.4 millones de toneladas de alimentos en el 2018. Ante esta situación, la voz y el sentimiento mottainai debería tener eco en todo el mundo.
¿CÓMO COMUNICARSE CON 40 MILLONES DE VISITANTES?
Robots para mover a las personas con necesidades especiales, trajes para ayudar a levantar peso a los deportistas y modernos dispositivos para el registro de datos empiezan a alimentar la expectativa de que los Olímpicos de Tokio sean los juegos más innovadores de la historia.
Junto a los mejores atletas del mundo, llegan siempre periodistas, empresarios, artistas y todo tipo de visitantes a las tradicionales competencias. En Japón, donde el gran terremoto y tsunami de 2011 habían alejado a los turistas, se registra nuevamente un creciente interés y, según la Oficina Nacional de Turismo de Japón (JNTO), se esperan 40 millones de visitantes en 2020.
De acuerdo con los datos de la JNTO, los principales objetivos de los viajeros son: probar comida japonesa auténtica, ir de compras, contemplar la naturaleza y paisajes, así como pasear por el centro de las principales ciudades.
¿SE PUEDE PASEAR SIN PROBLEMAS?
Japón puede ser un país seguro, atractivo, exótico y divertido. Pero ¿se puede pasear sin problemas? Los turistas llegan a Japón intentando resolver tres grandes cuestiones: ¿Dónde hay conexión Wi-Fi?, ¿cómo funciona el transporte? y ¿en qué idioma se puede obtener información?
Una de las primeras preguntas de quienes llegan a Japón en estos tiempos es: ¿dónde hay conexión a Internet? Aunque este país se ve como el paraíso de la tecnología, para algunos extranjeros es sorprendente que no haya disponibles tantas facilidades para resolver problemas de comunicación y conectividad.
Ahora se pueden alquilar servicios y tarjetas telefónicas para disponer de datos y conexión. En el caso de conexiones gratuitas, la situación ha ido mejorando. Hay Wi-Fi gratis en muchos lugares: en el aeropuerto, en las tiendas de 24 horas, en los museos… Como muchos turistas no lo saben, el Gobierno Metropolitano de Tokio ha intentado ofrecer los detalles de todos los sitios accesibles a conexión, a través de la página Tokyo Free Wi-Fi.
Aunque existan tantos lugares con conexión, un problema común para los turistas es encontrar mapas e indicaciones para transportarse y llegar a algún destino. Así lo vivió Marlene Susana Morales León, estudiante de la Universidad de Guadalajara que ha tenido experiencia como alumna de intercambio en este país: “Cuando llegamos a Japón, tenemos que conectarnos a Wi-Fi para conocer los horarios de tren y ver los mapas; en el aeropuerto no hay problema porque podemos utilizar Internet gratis, pero para tomar el tren necesitamos contratar un servicio de conexión y, a veces, no es compatible con el móvil”.
En medio del laberinto…
Precisamente la segunda gran interrogante de quienes llegan a Japón es ¿cómo usar el transporte? Cualquiera que echa un vistazo al mapa de trenes y metro de Tokio empieza a verse en medio de un laberinto, entre las casi mil estaciones de tren, de las 120 líneas que corren en el área metropolitana. Antes de lanzarse a ser uno más de los millones de usuarios que abordan esta red de trenes, la más congestionada del mundo, muchos visitantes requieren alguna seguridad. Ante los escasos mapas en idiomas extranjeros, y la poca familiaridad con este sistema, Google Maps se ha vuelto una necesidad. En Japón, esta aplicación puede consultarse en varios idiomas. Se pone el destino, nombre de línea y también se puede elegir la hora y día de llegada o salida. Como resultado, se muestran algunas opciones para llegar al destino y se indica cuál es la más rápida, más segura y barata.
Natalia Sepúlveda Ballester, alumna de la Universidad Autónoma de Madrid, con experiencia de estudios en Japón comenta: “En mi opinión el transporte está bien si estás acostumbrado a usar este tipo de medios en tu ciudad. Pero algo difícil puede ser el idioma, así que entonces yo usaba una app, Hyperdia, para solucionar los problemas”.
Es común ver a turistas que llegan a Japón confiados en que “todo el mundo habla inglés”. Aunque la mayoría de los japoneses estudia inglés desde primaria, no es fácil comunicarse. Especialmente porque mucha gente se siente insegura o teme equivocarse al hablar otra lengua. La solución más fácil podría ser usar un traductor, como el de Google. Español e inglés ya son lenguas reconocidas de inmediato por esta aplicación, de manera que apenas poniendo la cámara del teléfono sobre un texto, se visualiza la traducción del japonés al otro idioma.
También hay intentos por implementar explicaciones en inglés en las voces de anuncios de trenes y de los conductores de taxis. Y el gobierno está promoviendo la incorporación del idioma inglés en las señales de tráfico, ya que la mayoría de los abundantes señalamientos siguen estando solamente en japonés.
Elaborado por alumnos de español de la Universidad de Estudios Internacionales de Kanda (KUIS): Riko Kazuma, Riku Matsumoto, Nanako Yokoyama. Kenshin Nishihara, Natsuki Ozeki y Silvia Lidia González (profesora). Con la colaboración de profesores y estudiantes de la ENALLT, Universidad Nacional Autónoma de México.