
La responsabilidad del cuidado de una persona de la tercera edad, es una realidad a la que se enfrentan miles de familias nuevoleonesas. La falta de espacio en los hogares y el ritmo de vida actual, dificultan una adecuada atención al abuelito o abuelita, quien por su avanzada edad tiene que depender de sus hijos, nietos o sobrinos, tanto económica como emocionalmente.
En la actualidad, uno de cada 200 adultos mayores utiliza el servicio de algún asilo; una de cada dos personas presenta algún tipo de demencia y dos de cada 3 una discapacidad.
En Nuevo León operan alrededor de 200 albergues, pero en su gran mayoría no cumplen con las Norma Oficial Mexicana NOM 031 SSA3 2012, para brindar los apoyos necesarios para el bienestar y seguridad de sus residentes.
Y pese a que va en aumento este sector de la población, no existe la cultura de la prevención, pues sólo cuando hay mucho desgaste por parte de los familiares o responsables del miembro de familia de más de 60 años, es cuando se toma la decisión de enviarlo a una casa de retiro.
El Instituto Geriátrico y Gerontológico de Nuevo León IGGNL abrió sus puertas por primera vez un 25 de noviembre de 2008 con el objetivo de ser el primer espacio que cubriera todas las necesidades de hombres y mujeres que ya no pueden valerse por sí mismos.
“Es un terreno (de 20 mil metros) que fue donado para esta noble causa de atención al adulto mayor. Obviamente quisiéramos que el costo fuera el mínimo posible pero para iniciar un proyecto de esa naturaleza se requiere capital.
“Pero a todos se les da una atención de mucha calidad. Se le da una atención en las tres esferas de su tratamiento que son: la personal, la de entretenimiento y de la alimentación”, comentó Vicente Flores Treviño, el traumatólogo del centro que se encuentra en Agua Fría en el municipio de Apodaca.
El costo es de 15 mil pesos por habitación individual; 10 mil la doble y 7 mil, si tres personas comparten el mismo cuarto, pero también se realizan estudios socioeconómicos, para otorgar becas en casos concretos.
Destacó que por esa cantidad cuentan con todos los servicios que ofrece esta residencia para gente de más de 60 años los cuales incluye la supervisión del personal de enfermería, médicos y nutriólogos y vigilancia.
“Aunque hay diferentes precios, el trato es igual para todos, lo único que cambia es una mayor comodidad y espacio para el que elige la habitación individual”, aclaró Flores Treviño.
Aunque el Instituto tiene capacidad para 40 a 70 personas, actualmente hay 25 huéspedes cuyas edades fluctúan entre 60 y 75 años -aunque ha habido de más de 90- y la mayoría son hombres.
“Es variable, tenemos gente de la tercera edad y también hay gente un poco más joven con alguna capacidad leve de tipo psiquiátrico, como depresiones leves o gente con una situación que requiere una atención especializada”, mencionó.
Por su parte, Marisa Flores Treviño, una de las administradoras, señaló que desde hace cuatro años que se fundó el asilo, han tenido personas de más de 90 y hasta de 101 años y la mayoría de ellos aún puede caminar, y los que no, lo hacen con la ayuda de andador o silla de ruedas.
Destacó que en México falta crear cultura para pensar en la estancia geriátrica debido a que la pirámide poblacional ya está invertida, porque anteriormente había más niños y en los últimos años se ha redoblado la cantidad de adultos mayores.
“Tenemos que estar preparados como sociedad para llevar a nuestros padres y abuelos a una estancia geriátrica y nosotros continuar con nuestra vida profesional”, apuntó Marisa Flores.
EXPERIENCIAS CONTRA DOLENCIAS
Según información de la Secretaria de Salud recabada para el 2010, entre las enfermedades de seguimiento epidemiológico, la principal afección de tipo infecciosos en este sector de la población son las respiratorias agudas, mientras que las enfermedades de tipo crónico que afectan a los mayores de 60 años están la hipertensión y diabetes mellitus, no insulinodependiente.
A su vez, datos del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN) “Manuel Velasco Suárez”, estiman que de más de 10 millones de adultos mayores en México, al menos el 7.0 por ciento padece de algún tipo de enfermedad mental, y la más común es el Alzheimer.
Al respecto, Junípero Méndez Martínez, encargado del área de salud mental del IGGNL, señaló que es muy importante reconocer que algunos de los internos requiere de medicamentos para un determinado padecimiento de tipo psiquiátrico como la depresión o el Alzheimer.
“La familiares deben saber detectar que con el proceso del envejecimiento, el adulto mayor presenta fallas en la memoria, fallas en la coordinación, en la rapidez, para que reciban consulta médica y atención especializada.
“La sociedad en general no estamos acostumbrados a detectar algunos datos de deterioro cognitivo acelerado o demencia sutiles, que se manifiestan como fallas en el juicio, lo que nosotros decimos vulgarmente “ya está chocheando”, cosa que es detectable y tratable.
Explicó que esta condición al ser diagnosticable es corregible y no tiene por qué considerarse que el adulto mayor debe “chochear”, pues el deterioro cognitivo es una forma de descuido generalmente por ignorancia.
“La mayor parte de los 17 adultos mayores de cada 100 podrían estar mentalmente íntegros y funcionales, por eso nosotros queremos alertar a la población para que los atiendan y reciban el tratamiento médico adecuado”, aseguró.
Refirió que hay una recomendación a nivel internacional que se pueden empezar a consumir antidemenciales a partir de los 50 años con un efecto preventivo.
PARA PASAR LOS MEJORES AÑOS
A diferencia de las residencias para adultos mayores que por lo general se ubican en el área metropolitana, el IGGNL se encuentra en la periferia de la ciudad, por lo que los huéspedes se sienten más libres y relajados.
“Aquí no es un concepto como en muchas partes urbanas, donde generalmente son lugares cerrados, deprimentes con pocas ventanas y poca luz; en cambio aquí hay espacio suficiente para que el residente pueda salir y disfrutar del aire libre y sol, sin el peligro de que pueda perderse, porque tenemos vigilancia las 24 horas”, aseguró el doctor Vicente Flores.
Agregó que de esta manera, los internos pueden desarrollar diferentes actividades como son jardinería, pintura, juegos de mesa, manualidades o hasta un rato de baile.
“Aquí a espaldas hay un zoológico particular y el paciente se puede esparcir viendo animalitos, Ahorita por la época del año, está lleno de monte y no hay accesibilidad, pero normalmente hay un camino para que ellos tengan esa distracción”, comentó.
Por su parte, Marisa Flores lamentó que cuando aún los hijos o nietos de el o la residente tienen las posibilidades para ingresar a su familiar en este centro, la objeción generalizada es la distancia.
“Lo que nos hemos enfrentado es que cuando vienen a conocer el centro los familiares nos dicen: está hermoso el lugar, están muy bonitas las instalaciones y el personal está muy calificado, pero está lejos de donde yo vivo y no podría venir a visitar a mi familiar.
“Entonces nosotros consideramos que es una forma de pensar un poco egoísta porque ellos tan sólo vienen 15 o 20 minutos por sus ocupaciones y los que tienen que estar cómodos son los pacientes; ellos deben de ver el lugar donde ellos van a pasar las 24 horas del día”, subrayó una de las administradoras del IGGNL.
Consideró que debido a las exigencias de la vida actual, ambos cónyuges trabajan por lo que no hay quien pueda hacerse cargo de su pariente de la tercera edad, por lo que se deben valorar los pros y los contras pensando en la comodidad de quien vaya a ingresar al asilo.
Martha Garza, quien también está al frente de la residencia, comentó que incluso los familiares pueden hospedarse por unos días mientras que la persona se adapta al nuevo hogar.
“Aquí han venido los familiares y aquí se instalan durante una semana y observan cómo se les atiende y por eso se van satisfechos y con la confianza de que el abuelito o abuelita van a recibir un excelente trato.
“También tenemos un periodo de adaptación de un mes que es tanto para el familiar como el paciente, porque en ocasiones el familiar requiere de ese tiempo porque de repente presenta como un sentimiento de culpa”, señaló.
Dijo que las 25 personas que conviven en el Instituto proceden de diferentes municipios de Nuevo León y hay un huésped que vino desde Estados Unidos.
Subrayó que en el IGGNL se han sentido tan bien, que incluso ha habido casos de internos que han encontrado el amor en esta etapa otoñal de su vida.
“Aquí vuelven a sentirse queridos, a sentirse inclusive amados; ha habido hasta parejitas. Algunos de ellos se han vuelto a enamorar y es impresionante, pues la realidad es que salen a la hora de la merienda y hacen sus grupitos y conviven mucho”, manifestó Flores.