En 40 largos años Phan Thi Kim Phuc ha aprendido a transformar sus heridas provocadas por el NAPALM en mensajes de paz y perdón. Aquella niña corriendo desnuda vista por millones de personas en todo el mundo a través de una fotografía tomada por Nick Ut , se convirtió en una activista en pro de la paz.
Su tragedia ocurrió en Vietnam, el 8 de junio de 1972. Ella se encontraba en Trang Bang, poblado donde vivía feliz con sus padres y hermanos cuando el horror de la guerra alcanzó a su familia.
“Yo crecí en una pequeña ciudad al sur de Vietnam, era feliz y siempre reía. Jugaba con mis amigos, primos y hermanos. Mi mamá tenía un restaurante, vivíamos en una casa con árboles y me sentía muy segura y amada.
“Era una niña de nueve años y todavía no conocía el dolor ni el miedo”, recordó Kim, quien ahora tiene casi 49 años y compartió su experiencia ante unos 700 estudiantes de secundaria que asistieron al Primer Encuentro de Valores organizado por el Instituto San Roberto.
Su apacible presencia irradió el Gimnasio donde se llevó a cabo la charla y con su dulce voz la embajadora de la UNESCO capturó la atención de los jóvenes cuya única referencia de ella era la fotografía con la que el también vietnamita Nick Ut obtuvo el premio Pulitzer .
Aunque había a disposición aparatos para traducción simultánea, Kim Phuc contó la historia de su vida en español, lengua que aprendió en La Habana, Cuba, donde estudió Medicina y donde también conoció a su esposo.
“Es un gran honor para mi estar en Monterrey y doy gracias a Dios por poder compartir mi historia con ustedes. Estoy segura que cada uno de nosotros tiene una historia que compartir”, expresó la vietnamita de nacimiento, pero canadiense por adopción.
Luego de describir la escena en la que aviones bombardearon con NAPALM su aldea, la conferencista reveló que pasó 14 meses en el hospital y que le habían practicado 17 operaciones en los años posteriores al lamentable suceso.
“Me han hecho 17 operaciones y muchas veces pensé que me iba a morir. De algún lado encontré la fuerza dentro de mí. Mi última operación fue en Alemania en 1984 y desde entonces tengo la libertad de mover mi cuello.
“Todavía tengo mucho dolor, pero he aprendido a manejarlo; distraigo mi mente, hablo mucho, canto, rezo mucho también”, y al concluir esta parte del relato Kim entonó una canción de su país, provocando un gesto de admiración por parte de los adolescentes.
Destacó que Nick Ut, el fotógrafo que plasmó ese doloroso momento de la historia, fue quien le salvó la vida, pues él la trasladó al hospital para que la atendieran de inmediato.
“El fotógrafo ganó el premio Pulitzer por haber tomado esa foto, pero él ya había ganado mi corazón porque él me llevó al hospital y me salvó la vida”, enfatizó.
DEL DOLOR AL AMOR
Después de su estancia en el hospital , el proceso de recuperación continuaría prácticamente por el resto de su vida, por lo que agradeció la compasión de los médicos y enfermeras, así como el apoyo incondicional de su familia, pues aseguró que sin ellos, no hubiera salido adelante.
“Cuando regresé a casa, sentía todavía mucho dolor, pero todos estuvieron ahí para ayudarme; todos me daban masajes, me daban golpecitos para que la sangre circulara.
“A veces sentía lástima de mí misma. Quería ponerme camisas de manga larga como las demás niñas, porque un brazo estaba muy bien, pero el otro tenía muchas cicatrices. Pensaba que nunca tendría novio, que nunca me casaría y que nunca tendría un bebé”, manifestó con ese mismo tono dulce con el que había comenzado a compartir su testimonio de vida.
Reconoció que esos temores fueron infundados, pues en la actualidad, Kim es esposa de Bui Huy Toan y madre de Tomas y de Steven, de 18 y 14 años, respectivamente.
Reiteró que familia se mantuvo muy unida después de la guerra, porque habían perdido su patrimonio y tuvieron que empezar de cero.
“Después de la guerra todo fue muy diferente y muy difícil; perdimos todo y me preguntaba: ¿Cómo un día tienes todo y al otro día no tienes nada?, pero todos en nuestra familia trabajamos juntos en equipo.
“Yo aprendí que puedes perder todo pero si tienes el amor de tu familia y el amor de Dios tienes todo”, aseveró.
Al paso del tiempo, Kim quería regresar a la escuela, para sentirse como cualquier persona y tratar de llevar una vida normal, pero la fotografía con su imagen en primer plano la puso en el mapamundi y las autoridades de Vietnam la utilizaron como símbolo de la guerra.
Ella había empezado a estudiar Medicina en Saigón, pero debido al estatus que le había conferido el gobierno, tenía que dar constantemente entrevistas a la prensa extranjera.
“Para el gobierno de Vietnam fui un símbolo de la guerra, pero yo no soy una persona política, yo sólo quería vivir una vida tranquila, quería estudiar medicina para regresar lo que se me había dado.
“Posteriormente pude arreglar todo para irme a estudiar a la Habana, Cuba. Entonces tuve que aprender un poquito de inglés y también español, fue un verdadero reto, pero lo hice”, señaló.
PAZ EN CONTRUCCIóN
Además de ser presidenta de la Fundación que lleva su nombre, en la que se enfoca en ayudar a niños víctimas de la guerra, Kim es embajadora de la UNESCO y ahora está trabajando en la construcción de un Hospital en Uganda.
“Tenemos un proyecto para construir un hospital en Uganda, África. Me sentiría muy honrada si ustedes quisieran apoyarlo ya sea en forma financiera, en persona, o como les sea posible.
“Debemos plantar la semilla de la paz; ese es mi deseo, esa es mi causa”, subrayó.
Sobre su foto mencionó que hubo un momento que ya no la quería ver, pues se sentía controlada por ella, pero un día tuvo un momento de reflexión y decidió que esa foto sería su motivo para trabajar por la paz en el mundo.
“Por muchos años esa foto me controló. Entonces algo maravilloso ocurrió: si no podía escapar de la foto, podría trabajar con ella a favor de la paz.
“Cuando vean a esa niña que está llorando, no vean que su llanto es por dolor; ella está llorando por la paz”, finalizó Kim Phuc , la mujer que transformó sus heridas por mensajes de paz y perdón.