La palabra tiene fuerza, pero la palabra escrita es sumamente poderosa, y si está impresa sobre tela, es indestructible. El diálogo entre el texto y el objeto es el nombre de la exposición de Miriam Medrez que se exhibe desde el pasado viernes 12 de mayo en la Sala de Exposiciones de Colegio Civil Centro Cultural Universitario.
La escultora, ganadora del Premio UANL a las Artes 2016 en el rubro de Artes Visuales, realizó una serie de 15 obras que son la interpretación de igual número de textos que escritores y poetas le brindaron a la artista para que ella interpretara o transformara la palabra en objeto.
Los participantes José Javier Villarreal, Jessica Nieto, Yolanda Barrera, Reynol Pérez Vázquez. Rocío Cerón, Virginie Kastel, Francia Perales, Mayra Silva, Ingrid Bringas, Myriam Moscona, Horacio Warpola, Miriam Ramos, Carla Faesler, Maruja Nahle y Erick Vázquez, contribuyeron con una pequeña historia sobre el objeto que más les gustaba o les disgustaba, explicó Medrez.
Desde la cafetera italiana, unos lentes y un cuaderno enormes; una olla de flores, espejos y figuras de hojas secas entresacadas de la tela, son algunos ejemplos de este ejercicio artístico que Miriam tomó hace un año como parte de tres proyectos que tienen en común la colaboración de poetas y escritores.
Vestidos Invertidos fue la serie que precede a Diálogo entre Texto y Objeto, y se expuso en el Centro Cultural Fátima el pasado mes de abril.
“Este proyecto es un proyecto de tres años, en el cual yo invito cada vez a diferentes poetas y ensayistas, y les envió una carta. La carta va cambiando; la primera carta que mandé fue a puras mujeres, hablando sobre el vestido, sobre la vestimenta.
“En esta ocasión, lo que está en este recinto es otra carta, hablando de los objetos; nosotros como seres humanos, desde que nacemos tenemos un primer contacto con nuestra madre, que es el primer objeto que tocamos, como forma, y después a medida que crecemos, los seres humanos por naturaleza somos fetichistas, pues siempre tenemos objetos que nos delatan, que hablan de nosotros”, explicó Miriam Medrez.
En el recorrido a medios apuntó que para la elaboración de cada obra tuvo que leer cuidadosamente el contenido del texto o el ensayo que le envió el o la poeta participante, con el fin de aproximarse a la idea que el manuscrito quería transmitir.
“Cada una de acuerdo como fui leyendo, releyendo y volviendo a leer, fui elaborando todas las esculturas, lo cual fue muy enriquecedor para mí, porque fui abordando la escultura de diferente manera.
“Creo que me dio la posibilidad de encontrar dentro de la escultura otras vertientes; y en este caso recurrí a la tela, que me da la posibilidad de surcir, bordar, pegar, remendar todas estas piezas que finalmente hacen esta colección”, destacó la escultora.
Para hacer la impresión en tela, dijo tener unas imprentas manuales y tinta especial, con la que imprime letra por letra.
“Tengo diferentes tipografías y tamaños y de acuerdo al texto fui imprimiendo. Si se dan cuenta, cada una de las piezas tienen el tipo de letra diferente, que tiene que ver con cada objeto. Por ejemplo, la pieza de Yolanda se hizo con metal y está todo doblado; y, por ejemplo, en el caso de Francia, pues es algo más íntimo y por eso está bordado”, manifestó.
La muestra estará en Colegio Civil Centro Cultural Universitario hasta el mes de Julio de 2017.
EL TEXTO DEL OBJETO
Para enriquecer la muestra, Miriam Medrez ofrece un folleto a los visitantes que contiene los textos en los que se inspiró para hacer los objetos, ya que de esa manera concibió el proyecto en el que la tela y el metal son los materiales base que eligió para darle forma a las palabras de cada poeta y escritor.
En el caso de La Cafetera, el relato pertenece a Virgine Kastel, quien además es quien realizó la curaduría de la muestra y en la que una vez traducido al objeto, la artista incluyó todos los elementos que aparecen en este recuerdo en particular.
“Tomé mi primer café mucho antes de planchar mi primera ropa. La primera ropa que planché no era mi ropa, sino una camisa azul cielo del trabajo de mi padre. Mi padre era un funcionario con uniforme, un obrero del estado, pero él pensaba que las fábricas que lanzan humo, como su madre con su cigarro, las había dejado atrás.
“Ese día había insistido mucho para planchar su camisa, y cuando por fin mi madre accedió, me quemé la parte superior de la mano derecha. Salió una ampolla gigante y me tuvieron que poner gasa para quemados una semana”, dicen los dos primeros párrafos del texto de Kastel.
La editora comentó que tanto ella como todos los involucrados en El diálogo entre el Texto y el Objeto se transportaron a un momento especial en sus vidas que relacionaron con los objetos, pues para algunos determinado utensilio puede ser muy significativo, como pueden ser los lentes, o para otros puede ser una cuchara o un florero, etcétera.
“Durante una semana pensé en el objeto, y estaba sentada en mi casa y me di cuenta que la cafetera siempre está ahí. La cocina es el lugar de encuentro y empecé a escribir sobre la cafetera.
“Extrañamente se juntó con la plancha y me permitió a mí recordar muchas cosas de mi infancia“, expresó Virgine.