por IRMA IDALIA CERDA
Una niña a la que sus amigos le decían Marthuga Tortuga, se enamoró de Napoleón Bonaparte leyendo su biografía. Rosa Martha amaba leer. A los nueve años se topó en la biblioteca de su casa con “Los Miserables “de Víctor Hugo y muchos libros más que le llenaron la cabeza de historias e imágenes que años más tarde les contaría a miles de personas.
Rosa Martha Sánchez es narradora oral escénica. Es fundadora del grupo Tejedoras de Imágenes desde hace cinco años y aspira a tener un taller permanente donde surjan nuevos cuentacuentos para Nuevo León y sus alrededores.
Al recordar el “click” que hizo cuando descubrió esta forma de expresión artística, sus manos hablan al compás de su cuerpo y boca. Qué mejor que contar este gran episodio que marcó su destino por ella misma.
“Un día fui al teatro Monterrey del IMSS y veo a un hombre gordo con unas barbas largas con caireles, llenando el escenario de magia: me tenía impactada con su relato.
“Luego fuimos a la Clausura del Festival Internacional Iberoamericano y ahí escuché al maestro Francisco Garzón Céspedes; a María Eugenia Llamas ‘La Tucita’, y a otros narradores que ahí se encontraban. Yo estaba fascinada con sus cuentos y terminamos cantando y jugando todos ahí en los Jardines de Cervecería”, precisó.
Un par de semanas después, se enteró por el periódico que María Eugenia Llamas “La Tucita” iba a impartir un taller de Narración Oral y decidió inscribirse. Ya por el año de 1989, Rosa Martha y sus compañeros del taller iniciaban su actividad en un restaurante bar que se encontraba ubicado a un costado de la parroquia La Purísima.
“Formé un grupo con Angélica Coronado y Óscar Cantú y otra compañera; entonces cuando ‘La Tucita’ nos preguntó cómo íbamos a llamarnos , a mí se me ocurrió: Tejedoras de Cuentos -aunque luego lo modificamos a Tejedoras de Imágenes- y también colaborábamos con los fundadores del grupo Baúl Teatro con Cesar Tavera y Elvia Mante con quienes tomamos algo de expresión corporal, voz y dicción”, relató.
En breve fueron invitados a participar en el próximo Festival Internacional de Narración Oral que se llevÓ a cabo en Barquisimeto, Venezuela, y a partir de ahí siguieron otros encuentros de narradores de los que no ha dejado de asistir.
Especialmente el de Elche, España, donde fue invitada por el mismo Francisco Garzón Céspedes, en el que sólo podía ir uno de los integrantes del grupo de Nuevo León.
“Cuando nos llegó la invitación por parte del maestro Garzón nos aclaró que sólo había lugar para un narrador de aquí. Pues lo echamos a la suerte y me tocó a mí; desde ahí estaba muy claro el camino que yo debía seguir. Era la primera vez que iba a contar yo sola y en un Festival muy importante, pero la experiencia fue maravillosa”, enfatizó.
LA VIDA ES CUENTO
Pero antes de convertirse en narradora profesional, Rosa Martha era ama de casa, esposa y madre de su única hija Adriana, pero también percibía sus propios ingresos como distribuidora de una línea de productos naturistas.
“Los cuentos llegaron a mí en una etapa de mi vida cuando yo estaba haciendo cambios muy importantes, pues yo me divorcié después de 32 años de casada y nuestra separación fue de común acuerdo.
“Sin embargo, me recomendaron por prescripción médica que hiciera terapia ocupacional, que invirtiera mi tiempo en algo que me resultara atractivo, que me produjera satisfacción y me di cuenta que esto era lo que quería hacer”.
La mujer de sonrisa fácil y voz melódica asegura que Dios le preparó el terreno para que su vocación dormida despertara y que de su boca brotara la ilusión, la magia, la verdad, a través de las historias que aHora transmitir.
Como en los cuentos, todo empezó cuando la pequeña hija de Ernesto Sánchez se mostró interesada en la lectura, al tomar prestados libros de su escritorio, librero o de cualquier rincón de la casa.
“Mi padre era poeta, escritor, asiduo lector; él trabajo en el periódico Novedades en donde era corrector de textos, por lo tanto era un purista del idioma. Entonces, yo me metía a su biblioteca, y a los nueve años ya leía Los Miserables de Víctor Hugo, Espérame en Siberia Vida Mía, de Jardiel Poncela, y aunque yo no entendía ni papa, pero me encantaba leer todos los libros que estuvieran a mi alcance”.
Agregó que al heredar el gusto por la poesía, al igual que su progenitor, tomó clases de declamación y en la primaria era la más participativa en las asambleas pues ahí también le gustaba ser la maestra de ceremonias.
ROSA EN BLANCO
En los años 60 Rosa Martha había sido con su ex marido e hija una entusiasta practicante de Tenis. Tan involucrada estaba en esta actividad recreativa que se convirtió en una empresaria proveedora de ropa y accesorios para tenistas.
“Allá por los 70 mi ex esposo y yo nos convertimos en tenistas y jugamos por 25 años. Empezamos en el deportivo Ferrocarrilero y asistíamos a las canchas de Cuauthémoc y Famosa; esas hermosísimas canchas de arcilla, las del campo militar, que eran una maravilla , un terciopelo, pero que lamentablemente fueron destruidas cuando se inició la construcción del ahora parque Niños Héroes”, ilustró Rosa Martha.
Comentó que gracias a tantos años de practicar el deporte blanco y como buena competidora, le gustaba portar trajes que estaban de moda en ese entonces, y al ser la que marcaba la pauta entre las demás jugadoras, decidió emprender un negocio de ropa especial para tenistas.
“Tuvimos boutiques en la colonia del Valle y es que era la época de Billie Jean King , de los vestidos cortitos, que se veía la mitad del calzón de encaje y me acuerdo que toda la familia estábamos tan involucrados, y hasta hacíamos desfiles de modas”, indicó la “Tejedora”, con lujo de detalles.
El negocio iba viento en popa hasta que llegó la devaluación en tiempos del ex presidente José López Portillo, y ya no pudo continuar con la importación de prendas y accesorios para su amplia clientela.
No obstante, su ánimo no decayó, al poco tiempo ella y su esposo se lanzaron a una nueva aventura: la elaboración de trofeos.
CUENTOS PARA TODOS
Aunque siempre se ha tenido la idea de que los cuentos son especiales para niños, la realidad es que a todas las edades se disfrutan de los cuentos. Rosa Martha ha mantenido a un público cautivo mientras realiza su espectáculo.
“Con el paso de los años uno va perfeccionando su arte y vas encontrando como dice la canción la palabra precisa, la sonrisa perfecta, para decir las cosas: todo con metáforas, con poesía y como narrador estás buscando el efecto en el auditorio, por eso la narración oral es coloquial, es cercana: no existe como en el teatro la cuarta pared”, explicó.
Sánchez, como el resto de las Tejedoras, han esparcido sus cuentos en muchos espacios, pues entre todo el repertorio hay relatos eróticos, históricos, infantiles, terapéuticos, etcétera.
“Empezamos a contar para los adultos y hemos tenido funciones eróticas muy elegantes en el Museo de Guadalupe y en la cafetería del Museo de Historia Mexicana y también vamos al penal a narrar historias a los presos. Recuerdo que en una ocasión uno de ellos fue a darme las gracias por haberles brindado nuestro espectáculo”, compartió.
Rosa Martha y el resto de las Tejedoras de Imágenes, seguirán impartiendo talleres para que se sumen más narradores, que contribuyan a fomentar entre la población el uso correcto del idioma y despertar el interés por la lectura, una vez que el público muestre curiosidad por los cuentos escuchados.