Basado en el teatro físico, Roadkill es un montaje con el cual la compañía Teoría de Gravedad incursiona en un campo novedoso, con movimientos poco ortodoxos, conformando una propuesta diferente a lo que suele mostrar este grupo de danza contemporánea.
La puesta dura 75 minutos que transcurren sin descanso y se encuentran inmersos en el drama de una pareja que queda atrapada en medio de la nada cuando su auto se descompone y un desconocido llega como una amenaza.
Sin teléfono, sin agua, a la merced de sus pasiones y de su ignorancia del lugar en el que se encuentran, Roadkill es “un paseo maniático por la carretera de ideas equivocadas sobre el corazón de Australia” pero que, como explica el programa de mano, no tiene muchas diferencias con lo que sucede en México.
Leyendas urbanas, la paranoia de una pareja que sólo se tiene a sí misma, el desconocido que agrede y trastoca la realidad en la cual la impotencia señorea el destino de las víctimas. Un auto como refugio y como arma. Una guerra a pedradas que remonta a los participantes a la era prehistórica y la muerte como condena y como escape.
Los elementos de Roadkill son escuetos, la iluminación escasa y el vestuario y escenografía limitados: todo en aras de ahondar en el desarrollo de la trama que va de la sorpresa al drama.
La producción Australia-México cuenta con coreografía de Splintergroup, el dramaturgo es Andrew Ross, la iluminación de Mark Howett y el diseño del sonido de Lucas Smiles. Los intérpretes de la puesta en escena en la gran sala del Teatro de la Ciudad fueron Ruby Gámez, Aurora Buensuceso, Iván Ontiveros, Erik Elizondo y Rosario Rivadeneyra.
El 8 y 9 de abril se ofrecieron las funciones con dirección de Aurora Buensuceso y como responsable del montaje Ruby Gámez, Mario Nevárez en la iluminación y José Lara en el audio.