‘La caída de Cobra’ muestra el escenario lúgubre y hostil de una prisión, donde prevalece la ley del más fuerte y saca a relucir el lado más oscuro e inesperado de los seres humanos.
El “Cobra” estaba acostumbrado a que le besaran los pies, pero por los giros del destino un día tuvo que lavar los pies de un semejante.
Todo indica que fue una lección del karma que le tocó en vida, pues de ser un sicario “respetable” y temido en la cárcel en el que purgaba una condena, se convirtió en un mozo que se dedicaba voluntariamente a limpiar su entorno, para así también expiar sus culpas.
Este hombre convertido es el protagonista de “La caída de Cobra” la novela de José Miguel Tomasena, en la que nos muestra un escenario tan lúgubre y hostil como lo es una prisión, en donde prevalece la ley del más fuerte y saca a relucir el lado más oscuro e inesperado de los seres humanos.
El autor reflexiona en este relato sobre el concepto tan deteriorado de la justicia en nuestro país y la falta de compasión para quienes han incurrido en faltas menores en muchos de los casos.
“Yo juego mucho con estas ideas del karma, porque hay una frase que se repite mucho: ‘todo se paga’ y me parece que esta idea que tenía Cobra y a mí me interesa cuestionar esa idea, me interesa darle la vuelta, porque me parece una idea que en muchas circunstancias es falsa.
“Es decir, tenemos evidencia de que la mayoría de la gente en este país es honrada, es derecha, es trabajadora y nunca le ha ido bien; y tenemos por otro lado la evidencia de que los delincuentes exitosos, que no son los que están en la cárcel –porque los delincuentes que están son los que fallaron– están ocupando altísimos puestos en las empresas, en los gobiernos y aparecen como ejemplo a seguir en todos lados”, .
Tomasen a sostiene que hay un principio básico anterior a la ley de la retribución que es el del amor incondicional, como precepto básico en la Biblia: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” .
“En los evangelios del Nuevo Testamento hay muchos elementos que cuestionan esta lógica antigua de la retribución, porque lo que vino a decir constantemente Jesús es que hay un principio previo, es que todos los seres humanos somos amados de modo incondicional.
“Entonces esta idea me parece fundamental y sobre todo ahora que soy padre. Me parece fundamental la posibilidad de transmitirle a mis hijos que más allá de sus errores y sus virtudes yo los amo incondicionalmente “, afirmó.
El escritor ha llegado a esa conclusión, luego de los acontecimientos y sucesos ocurridos en los últimos años en los que la sociedad mexicana percibe los hechos de una manera muy poco objetiva y se deja llevar por una vorágine de desinformación respecto a la violencia.
“Cuando alguien desaparece o cuando alguien es asesinado, en lugar de pensar en primera instancia, es una persona que ha sufrido una tragedia y condolernos con ese principio de que todos somos personas, solemos interponer estos esquemas morales al hacer juicios como ‘si le pasó esto, es que en algo andaba’; ‘el que hierro mata a hierro muere’, etcétera”.
“Estas ideas que en el fondo son una coartada ideológica que nos impide pensar en el otro y eso me parece muy importante destacar”, subrayo Tomasena.
El también periodista consideró que los sistemas penitenciarios no funcionan, están sobrepoblados y lejos de readaptar a las personas, las aniquila .
“La misma institución de la cárcel que hemos construido como un espacio en el que utópicamente pretendemos desechar a las personas que han cometido un delito es bastante problemática; el mismo concepto de readaptación social implicaría que la persona que ha cometido un delito está fuera de la sociedad.
“Y me parece que hay que ser muy cuidadosos con esos conceptos, porque las personas que han cometido un delito, no están fuera de sociedad, lo que ha sucedido es que ha cometido un delito, punto. Todo el concepto detrás es toda una ideología que concibe es que estas personas son de segunda, que no valen la pena y por lo tanto hay que apartarlas, echarlas a un hoyo , porque de ese modo que los que estamos afuera estamos a salvo y no tenemos nada que ver con eso”, criticó.
LIBROS PARA MATAR EL TIEMPO
José Miguel Tomasena describe la rutina de la cárcel donde se encuentra el Cobra con gran precisión, y es que durante un tiempo trabajó como voluntario llevando libros a un penal, por lo que presenció y atestiguó mucho de lo que cuenta en su novela en la cual trabajó ocho años.
“Eso me permitió conocer el ambiente, adentrarme en ese mundo, asomarme al lenguaje; para mí era muy importante el modo de hablar de los internos y conocer sus historias, pero como tal la historia, el personaje, el arco narrativo y lo que sucede, es una construcción ficticia.
“Y en los ocho años que tardé en escribirla, más que un trabajo de expansión narrativa en términos de sumar y sumar páginas, fue más bien un trabajo de contención y depuración del lenguaje, para que cada frase adquiriera su máxima expresión y que no sobrara nada”,
Sobre su experiencia como voluntario que proveía de libros a los presos, constató que pueden tener un efecto positivo en estas personas, pues es una buena forma de matar el tiempo.
“Cuando visitaba las cárceles como voluntario, llevaba libros a los internos y leíamos cosas; la literatura y la cárcel siempre han estado muy vinculados entre sí, porque la experiencia del tiempo estando detenido es muy distinta a la que se tiene normalmente.
“Hay grandes lectores y también grandes escritores, pues históricamente se ha comprobado que la cárcel ha sido un espacio muy fecundo para que muchos escritores desarrollen su obra”, concluyó Tomasena.