Desde el pasado 15 de marzo abrió sus puertas al público la exposición Una historia muy Monita en el Museo de Historia Mexicana, misma que recorre las raíces de la historieta en México en el Siglo XX, las primeras revistas que recopilaron historietas como Paquín, Paquito, Chamaco y Pepín, hasta clásicos como La Familia Burrón, Los Supersabios, Memín Pinguín o Los Supermachos y Los Agachados.
La historieta ocupa un lugar importante dentro de la cultura popular mexicana , pero no hay mucha documentación al respecto, por lo que se debe apreciar el poco acervo que queda como testimonio de una época en la que se leía a La Familia Burrón, Los Supersabios, Memín Pinguín, o Los Supermachos y Los Agachados.
Desde el pasado 15 de marzo abrió sus puertas al público la exposición Una historia muy Monita en el Museo de Historia Mexicana, con la conferencia inaugural Leer la historia a través de la historieta, a cargo del historiador Agustín Sánchez García, quien es, además, curador de la muestra.
La exposición está compuesta por 10 módulos temáticos, que presentan las raíces de la historieta en México en el Siglo XX con las primeras revistas que recopilaron historietas, entre ellas Paquín (1934), Paquito (1935), Chamaco (1936) y Pepín (1936), las cuales dieron origen y auge a las historietas.
Se exhiben más de 150 piezas, dibujos originales, historietas y figuras que marcaron a varias generaciones de mexicanos, ubicando su edad de oro entre los años 1930 y 1950, teniendo una secuela final a inicios de la década de 1970.
En el recorrido exclusivo a medios, Sánchez comentó que antes de la televisión la gente solía leer historietas, que fueron creadas por ilustradores que tenían una cultura general, y ésta de alguna manera educaba a sus lectores.
“El fenómeno de la historieta en México es un fenómeno maravilloso, porque es un fenómeno que ayudó sin duda a enriquecer la cultura mexicana, a pesar (de) que durante muchos años las historietas eran prohibidas en muchas casas, eran satanizadas, nunca fueron un objeto de biblioteca, ni nunca fueron un objeto de culto.
“Ya que acabó y se vino la crisis, hubo un rescate importante; uno de los grandes rescatistas de toda esta obra es sin duda Carlos Monsiváis, quien valoró la importancia de la historieta. Se ha dicho con toda razón que muerta la historieta, vino un debacle de la cultura mexicana, porque si antes la gente leía algo, era por lo menos la historieta; después de que se muere la historieta, es una tragedia nacional, porque la gente deja de leer”, consideró.
Destacó que desafortunadamente no hay un archivo completo de la historieta en nuestro país, debido a que no se guardaron los originales, y a que estas revistas se utilizaban como papel higiénico o para calentar el agua de los bóilers.
“La memoria práctica, el periódico, la revista, desaparecieron. No sucedió, por ejemplo, con los periódicos que la Hemeroteca Nacional resguarda, que aunque tiene una buena colección, le faltan muchísimos elementos.
“Muchas (de las historietas) fueron a parar a los excusados, porque el papel higiénico es muy reciente y antes se usaban bóilers de leña, y también ahí las revistas iban a parar. Hemos hecho un gran esfuerzo por ir recuperando muchas de las obras”, apuntó Sánchez.
LA HISTORIETA, EL CINE
DE LOS POBRES
En 1934 nació Pepín, publicación que fue el origen de las revistas de monitos, como se les empezó a llamar, y de donde habrían de surgir muchas de las historietas que a la postre se convertirían en grandes éxitos.
“Este Pepín aparecía semanalmente, pero tenía tal locura, que lo sacaban cada tercer día, y como la gente seguía pidiéndolo se convirtió en diario; ¿cuál era su éxito? es que eran trabajos de dos hojas que decían: continuará.
“A todos nos ha pasado que estamos viendo una serie y dice: continuará. Y es que en esa época lo único que había era el radio y no todo el mundo tenía radio, y el cine, que era muy caro. Entonces la historieta se ha llamado también el cine de los pobres”, refirió el historiador.
Añadió que con un centavo la gente podía adquirir este producto y que, además, se generó el sistema del intercambio, de tal forma que se mantuvo el interés entre los lectores que esperaban con ansia el siguiente número de su historieta favorita.
German Butze fue el creador de los Supersabios, que aparecía en el periódico Novedades desde 1936; la historieta se trataba de dos modernos jóvenes científicos que combinaban el humor y retrataban a la clase media mexicana, que abandonaba el campo y se trasladaba a la ciudad.
Y en 1948, Gabriel Vargas creó a la Familia Burrón, dentro de las páginas de Pepín, con el título El Señor Burrón, y se convirtió en un fenómeno que llegó a imprimir medio millón de ejemplares semanalmente, y que luego de 61 años concluyó su ciclo, el 26 de agosto de 2009.
“Gabriel Vargas es un fenómeno que va más allá de estos dibujos; es un fenómeno que va a retratar toda la cotidianidad de los mexicanos; es decir, Gabriel Vargas convierte nuestro español y rescata el lenguaje de lo mexicano .
“Es un ejemplo de cómo la historieta es tan importante, que es capaz de crear un lenguaje”, subrayó Sánchez.
En la última parte del recorrido, el espacio está dedicado al popular Memín Pinguín (1943) de Yolanda Vargas Dulché y Sixto Valencia, y a Los Supermachos y a Los Agachados de Eduardo del Río “Rius”.
“Uno de los tesoros que hay en esta exposición es una plantilla original de los años 60, de los esquemas para el dibujo, pues en aquel tiempo no existía como ahora el Photoshop, que se podía copiar 20 veces y se le da movimientos, sino que había todo un ejército de trabajadores.
“Gabriel Vargas llegó a tener hasta 40 trabajadores en una suerte de fábrica del humor -yo le llamaba- donde todo mundo estaba trabajando en función de la obra”, mencionó.
Y finalmente, Agustín Sánchez destacó la influencia que los Supermachos, creados por “Rius”, tuvieron en el imaginario colectivo mexicano.
“‘Rius’ es el último transformador de la historia a partir de la historieta. Para bien o para mal, ‘Rius’ modificó a toda mi generación y a toda una gama de generaciones en sus lecturas. Y además llegó a publicar en los años 60’s, cuando reinaba la represión y la censura.
“Había un gran control sobre los medios, pero aparece ‘Rius’ haciendo Los Supermachos, que retrataba un microcosmos político enorme, donde aparecían los grandes burgueses, el presidente municipal y sus héroes: Juan Calzontzin y Chon Prieto, pero debido al contenido crítico, era común que le cambiaran el título o el texto de sus personajes”, señaló.