El investigador e historiador Jaime Sánchez Macedo resultó ganador del Premio Museo de Historia Mexicana 2018 por su trabajo: “Donde habita el olvido: conformación del espacio público en el primer cuadro de la Ciudad de Monterrey, 19880-2007”, del cual se editó un libro que se presentó el pasado 30 de noviembre.
Este evento se realizó en el marco del 25 aniversario del recinto, que es parte de los 3 Museos y que ha recibido más de 16 millones de visitantes desde su apertura.
El ganador del certamen estuvo acompañado de los también investigadores Lylia Palacios y de Carlos Recio, quienes hicieron algunos apuntes sobre este documento que analiza la transformación que ha sufrido el primer cuadro de la ciudad debido al crecimiento urbano.
“Este trabajo trata acerca de la construcción de espacio público en el Centro de Monterrey, en el caso concreto del conjunto integrado por los proyectos de la Gran Plaza, el Parque Fundidora y el Paseo Santa Lucía, concebidos entre 1980 y 2007.
“Nuestro objetivo consiste en abordar las repercusiones que la creación de esos proyectos tuvo en términos sociales y patrimoniales en la radical transformación de la imagen urbana”, señala Sánchez Macedo en la introducción de esta tesis.
Lylia Palacios mencionó que el libro trata de la desmemoria de una ciudad de 400 años y cuya brújula sólo apunta a lo que se quiere entender por progreso y crecimiento.
“Ante este fetiche, todo lo material tiene fecha de caducidad, siempre corriendo hacia el olvido en pos de lo nuevo y de lo moderno. Pero la ciudad es un tablero en el que hay que acomodar sus distintos actores y sus interrelaciones. De otra forma caeríamos en lo que aquí se nos previene.
“La ciudad no es una abstracción, ni tabula rasa, es el terreno de las relaciones sociales y de la confrontación de intereses, por lo que el desdén de lo tangible que se destruye y la desmemoria sobre lo intangible sería entonces un resultado esperado por los grupos culturalmente hegemónicos, los que en esta ciudad hicieron del mito del desierto y del hombre industrioso, de la laboriosidad y el progreso, credo e identidad”, indicó.
Señaló que el investigador recurrió a dos conceptos claros: Espacio público contingente y Espacio público planificado, para la analizar el proceso de la transformación de uno hacia el otro.
“Estos conceptos son útiles para diferenciar entre los espacios creados en el tiempo con las continuas interacciones de las personas en sus múltiples ámbitos de la vida cotidiana; de los diseñados por los diversos agentes urbanos.
“El espacio contingente discurre en ámbitos como el hogar, el barrio, las calles, los comercios, y los espacios de trabajo; en tanto que el espacio planificado se conforma atendiendo a tres componentes acentuados en el actual capitalismo neoliberal: el del control en el uso, el de la potencialidad financiera y la determinación de la imagen de la ciudad que se quiera proyectar”, explicó Palacios.
Destacó que la investigación pasó por la minuciosa revisión de archivos documentales, hemerográficos y visuales, así como la recuperación testimonial a través de la entrevista a ex vecinos de los espacios destruidos como de ex obreros liquidados.
Por su parte Carlos Recio, quien formó parte del jurado calificador, refirió que este libro no es una reseña histórica, sino del establecimiento de una tensión de lo tradicional y lo moderno, o lo post moderno; entre la forma de habitar y las formas de tránsito en el paseo Santa Lucía, en el parque Fundidora o en la Macroplaza.
“La lectura de esta obra es importante, pues desde una postura crítica Jaime Sánchez valora las implicaciones que pueden tener determinadas transformaciones en las grandes ciudades como en el caso de Monterrey, y los tres proyectos que han tenido lugar en el centro de la ciudad durante tres décadas.
“Es una obra seguramente polémica que pone en la mesa de discusión el infatigable tema de la transformación del espacio urbano y sus implicaciones; los criterios que permiten valorar el patrimonio histórico tangible e intangible; el patrimonio histórico tradicional y el que se orienta al futuro siempre incierto”, puntualizó Carlos Recio.
LOS USOS DEL ESPACIO PÚBLICO
Varias fueron las reflexiones que llevaron a Jaime Sánchez Macedo a realizar la investigación sobre el uso del espacio público, en dos conceptos ya mencionados como contingente y planificado.
En el espacio público contingente puso como ejemplo el caso de una fiesta de 15 años que tuvo lugar en una calle del centro de la ciudad, la cual cerraron con el consenso de los vecinos.
“Un caso que fue muy llamativo para mi fue una fiesta de 15 años que fue en la calle de Digo de Montemayor y me puse a pensar en la complejidad que implica el cerrar una calle para hacer una celebración de este tipo.
“Y para llevarla a cabo se tuvieron que realizar una serie de consensos, negociaciones , de relaciones sociales que entran en juego para que en pleno centro de una ciudad se hubiera celebrado un 15 años”, relató.
Por otro lado, en lo que refiere al espacio público planificado, comentó que hay lugares como el Paseo Santa Lucía, la Macroplaza y el Parque Fundidora que fueron construidos en sitios en los que había viviendas, negocios o en el último caso una empresa siderúrgica.
“En lo que llamo espacio público planificado es esta sensación que nos da el visitar el Parque Fundidora, caminar por la Macroplaza o el Paseo Santa Lucía y es preguntarnos si verdad estamos en un espacio público o no lo estamos. Desde el tema de la música de fondo como si estuviéramos en un centro comercial, hasta cosas más impresionantes como cuando cuando se hace el maratón Iron Man aquí en Monterrey.
“En este evento vemos cómo los nadadores se meten a nadar en el canal del Paseo Santa Lucía cuando, al mismo tiempo y cuando hace mucho calor, los niños se meten a las fuentes y ahí están la policía tratando de sacarlos”, cuestionó el autor.