
Michelangelo Buonarroti era un hombre temperamental, avaro, pero también un genio. Sólo un genio podía transformar el mármol en un cuerpo, un rostro, unas manos y pies perfectos, casi divinos.
Antes de cumplir los cuarenta años de edad, el artista originario de Caprese, Italia, ya había esculpido El David, una de sus obras icónicas, y había pintado el techo de la Capilla Sixtina, pero aún siguió aportando con su arte, dedicándose a la arquitectura, sin imaginar que su legado pertenecería a toda la humanidad.
Sus creaciones han provocado el asombro de miles de personas que han visto de cerca las esculturas La Piedad del Vaticano, La Piedad de Bandini, La Piedad de Rondanini, El Moisés, El Esclavo Moribundo, Bacco y el Torso de Belvedere, por mencionar la más importantes.
Todas estas esculturas están ahora en el Museo del Noreste, Mune, que con motivo de su décimo aniversario presenta esta exposición titulada Miguel Ángel, El Divino, que el público empezó a visitar desde el pasado 21 de junio con gran entusiasmo.
Las más de 50 piezas, que son réplicas certificadas y autentificadas, fueron exhibidas anteriormente en La Galería del Palacio Municipal de Puebla, en donde tuvo muy buena aceptación por parte de la ciudadanía.
La empresa italiana Naturaliter, en colaboración con el Museo Michelangiolesco de Caprese, Italia, empezó en 2010 la realización de una exposición única en su tipo, a partir de réplicas fidedignas de las obras de Miguel Ángel.
La perfección y el talento per se del legado de Michelangelo Buonarroti se potencializa gracias a la curaduría del historiador Giacomo Cantini, quien en representación de la Naturaliter habló sobre el contexto en que se realizó cada una de estas creaciones de uno de los máximos exponentes del Renacimiento.
El Renacimiento es el movimiento cultural que se produjo en Europa Occidental durante los siglos XV al XVI, que transformó no sólo las artes, sino también la política, la filosofía, las ciencias y las letras.
Y Miguel Ángel es considerado uno de los iconos del Renacimiento italiano quien, en sus diferentes facetas como escultor, pintor, arquitecto y poeta, ha dejado huella en la historia del arte.
Cantini comentó durante el recorrido a medios que Miguel Ángel era un hombre temperamental, pues cuando se enojaba solía atentar a veces contra su propia obra, y entre las anécdotas que compartió, dijo que una vez cobró el doble por una escultura, porque quien contrató sus servicios quiso pagar menos.
“Fue el caso de Agnolo Doni, le pidió una pintura (Tondo Doni) que era un regalo para su mujer, y al entregar esta obra, Doni le dijo a Michelangelo: no te voy a pagar 70 ducados, te voy a pagar 40 ducados. Entonces, ofendido el artista se llevó su obra y el cliente se arrepintió y accedió a pagarle la cifra acordada.
“Pero el pintor contestó que como lo había ofendido le cobraría el doble, y finalmente Agnolo Doni pagó los 140 ducados, y así como ésta hay muchas anécdotas sobre Miguel Ángel, quien al morir se dice que tenía un patrimonio que hoy en día está calculado en 50 millones de dólares, pero vivió en una casa con sólo dos habitaciones y su taller en la parte de abajo”, relató Cantini.
También participó en la curaduría Gianluca Salvadori, quien además trabajó en la museografía en colaboración con Claudia Ávila, coordinadora de exposiciones de 3 Museos.
En la exposición, el público apreciará a través de un video la forma en que la impresora 3D realizó las réplicas, y cómo ésta máquina es capaz de realizar réplicas de los diseños tridimensionales, piezas o maquetas volumétricas a partir de un diseño hecho por ordenador desde de un escáner 3D.
Los curadores italianos comentaron que para la creación de las réplicas de las piezas originales de Buonarroti fueron empleados innovadores robots antropomorfos que esculpieron bloques de poliestireno de alta densidad con precisión milimétrica.
Estos robots sirvieron de molde para vaciar el yeso cerámico y la resina cementicia, que fue reforzada con estructuras metálicas para consolidar las esculturas y, finalmente, artesanos italianos se ocuparon de realizar los acabados minuciosamente, para que el resultado final fuera de una innegable calidad.
POETA Y ARQUITECTO
Giacomo Cantini señaló que Miguel Ángel también fue un gran arquitecto, aunque sea una de sus facetas menos conocidas, pues era un genio y trabajaba sin parar.
“Cuando tenía casi 40 años, el Papa le llama para encargarle la fachada de la Iglesia de San Lorenzo, en Florencia, proyecto innovador, pero por varias cuestiones no se llega a concretar.
“Ahí en Florencia, Miguel Ángel trabaja en la sacristía nueva y las capillas de los Médicis, así como la sala de lectura y vestíbulo con la escalinata de acceso a la Biblioteca Laurenciana, anexa a la Iglesia de San Lorenzo”, apuntó Cantini.
Destacó que su obra cumbre como arquitecto fue la Basílica de San Pedro, en la que su cúpula se convirtió en modelo para todo el mundo occidental.
Agregó que como poeta, Buonarroti dedicaba poemas a personas que fueron muy importantes en su vida, como Tommaso Dei Cavalieri.
Miguel Ángel, El Divino permanecerá en la Sala de Exposiciones Temporales del Museo del Noreste hasta el 31 de diciembre de 2017.