Luis Panini consideraba que la literatura no podía ser terapéutica, pero al escribir “Esquirlas”, su primera novela, se retractó, pues en ella narra el proceso doloso de su cuñada, en la etapa final de su existencia.
En este libro dedicado a la memoria de Janine Dorine Henrritte Cremes, el autor “revive” los momentos de incertidumbre que tuvo con su ser querido, mismos que quedaron almacenados en las páginas para luego ser revisados a posteriori.
“En el 2008 yo recibí una llamada de mi cuñada, ella se sentía un poco mal y tenía una cita con el doctor; al día siguiente la diagnosticaron con leucemia aguda y en cuestión de 11 meses la enfermedad la consumió, empezó en octubre del 2008 y murió en septiembre del 2009.
“Ella acaba de cumplir 36 años cuando murió, estaba muy joven, pero en su familia ya se ha dado, el cáncer es muy recurrente”, compartió Luis Panini, arquitecto de profesión egresado de la Licenciatura de Arquitectura de la UANL.
Luis reveló que fue complicado tener empatía con esta etapa final de su gran amiga, porque a su parecer, ella experimentó una conversión espiritual que él no compartía, pues afirma que no profesa ningún tipo de creencia de tipo religiosa.
“Mira yo creo que en la vida hay cinco personas con las que conectas de una manera muy especial y ella era una de esas personas. Ella era holandesa, la conocí en el 2000 y fui a visitarla. Cuando estaba enferma, fui a despedirme dos veces de ella, porque nos queríamos tanto; primero fue en febrero y la otra en agosto, una semana antes de morir.
“El proceso de empatía no fue nada fácil porque ella experimentó una especie de conversión religiosa; siempre fue agnóstica pero en su etapa final tuvo esa conversión religiosa, entonces yo no le podía ofrecer cierto apoyo emocional porque yo no profeso ningún tipo de dogma”.
Confesó que fue especialmente difícil cuando ella empezaba a tener cuestionamientos sobre la vida después de la muerte, porque al pensar que cualquier día podía ser el último, le aterraba.
“Tuvo la oportunidad de visitarnos- este plural incluye a su hermano mayor- varias ocasiones en nuestra casa ubicada en la ciudad de Lousville, Kentucky, primero (2000-2005), y después en Los Ángeles, California (2005), para celebrar fechas que invariablemente poseían connotaciones religiosas.
“A ninguno de los tres podía etiquetársenos como creyentes, aunque a ellos siempre los sospeché agnósticos, incluso cuando lo negaban con insistencia. A ella el temor ante la muerte la orilló hacia una especie de conversión religiosa – a la Darwin- durante su postrimería, y a él lo he sorprendido creyendo en más de una ocasión. Como regla general, yo expresaba mi oposición ante el festejo de cualquier fecha vinculada con ese tipo de efemérides, pero mis argumentos surtieron el efecto deseado”, narra Panini en las primeras páginas de “Esquirlas”.
Recordó que la primera vez que la visitó fue con motivo de su boda, pero meses después fue sin saberlo, a despedirse de ella, pues a los pocos días de partir, falleció.
“Fui a visitarla la primera vez porque su novio y ella decidieron casarse en febrero. Saqué el boleto y todo y ahí estuve con ella una semana; cuando se puso otra vez muy mal regresé en agosto, pero no pude quedarme, porque tenía un compromiso que no podía evadir y a los cinco días ella murió “, recordó el escritor regiomontano de 36 años.
Aclaró que nunca imaginó escribir un libro como éste, pues consideraba que la literatura no debía de utilizarse con fines terapéuticos, pero después de escribir “Esquirlas” se dio cuenta que fue liberatorio.
“Mira, nunca he visto a la literatura como un medio terapéutico; al contrario, siempre he criticado un poco eso como estos escritores que tratan de exorcizarse, pero ya no lo critico tanto porque al escribir este libro, ya no tengo que cargar el dolor siempre conmigo; si alguna vez lo quiero recordar, está ahí y lo abro”, manifestó.
Descartó que esta novela dedicada a la memoria de Janine Dorine Henriette Cremers pueda tener un mensaje específico, simplemente se trata de una experiencia que comparte con los que la lean, y tal vez ellos coincidan en la catarsis.
“No sé si tenga un mensaje muy definido pero el libro es bastante fragmentado que trato de emular el mecanismo de la memoria entonces, y también propongo un par de ejercicios que tiene que ver con tomar una fotografía de un ser querido que ya no está contigo.
“Simplemente recortar la silueta y desecharla, porque cuando quieres recordar a alguien ves la imagen, en cambio si ves ese espacio negativo, ese espacio en blanco, tú vas a forzar a recrear los gestos, el color del cabello, entonces ese es un proceso más íntimo de recordar a alguien y creo que eso puede beneficiar a tantos, es algo tan lindo que cada quien se puede llevar”, expresó.
“Esquirlas” es la primera novela de Luis Panini. En 2009 publicó “Terrible anatómica” por la que obtuvo el premio Nuevo León de Literatura; en el 2010 salió a la luz el segundo libro titulado “Mala fe sensacional”.
Anunció que noviembre del próximo año presentará “El Uranista”, que es su segunda novela en la FIL de Guadalajara.
“Esta novela trata sobre un fin de semana en la vida de un viejo que guarda un secreto de la naturaleza muy íntimo; navega en su ciudad, tiene ciertos encuentros efímeros con algunos personajes, que detonan ciertos aspectos de su sexualidad escondida.
“Es una novela introspectiva, muy psicológica y el tema sí es un poco controvertido”, adelantó.
ORGANIZA ESPACIOS E IDEAS
Panini eligió estudiar Arquitectura y entre sus planes el ser escritor, pero asegura que en su caso se trata de una enfermedad incurable.
“Yo nunca pensé que iba a ser escritor; no es algo que dices: voy a ser fotógrafo o voy a ser escritor, se vuelve como una especie de necesidad. Para mí la escritura es como una especie de enfermedad incurable o como una maldición de la cual no te puedes zafar.
“Siento que la escritura me permite organizar la visión del mundo, mi propia visión del mundo, porque si yo no escribiera estaría casi seguro que yo no estaría aquí”, argumentó.
Destacó que además aplica sus conocimientos de Arquitectura en su narrativa, es como si fuera un personaje más de sus historias.
“Para mí el espacio físico es muy importante en mi narrativa, siempre está presente, pues mis personajes siempre carecen de nombres, no me gusta asignar nombres, no me gusta especificar geografía de tal ciudad, pero el espacio siempre está presente, es tan importante para mí en todo lo que escribo y tiene que ver por mi formación académica”, apuntó el arquitecto que actualmente reside en Los Ángeles, California.
Por otro lado, Luis Panini comentó que por medio de su cuenta de Facebook está publicando una serie de textos que forman parte de otro libro, que una especie de autobiografía en la cual pretende “desnudarse”.
“Actualmente estoy en Facebook, en esa red social y estoy publicando una vez por semana un fragmento de un libro de corte autobiográfico también, que forma parte de una trilogía. El libro se titula: “Falsa crónica del miembro fantasma”, y es una especie de trilogía confesional sobre mi infancia y pubertad desde un punto de vista del despertar sexual o de como percibo la sexualidad de otros y la mía.
“Es un ejercicio que hice para ahuyentar ese fantasma de la autocensura; yo creo que lo peor que un escritor puede padecer es la autocensura, cuando tú mismo no puedes escribir lo que quieres escribir, entonces estos tres libros son muy reveladores, de tal manera que cuando ya esté fuera, ya no me importa, ya se va a saber prácticamente todo de mí”, subrayó.
Indicó que los textos aparecen en una revista que se llama “Err Magazine” cada semana, y están disponibles para los contactos de su Facebook Luis Panini, en donde comparte el lino que los lleva a la página de la revista.