Para hacer sus esculturas recurre a las especias o cualquier otro ingrediente que tenga un color agradable a la vista o que despida un aroma que despierte los sentidos.
El artista brasileño Ernesto Neto, presenta su exposición “La Lengua de Ernesto” desde el pasado viernes 9 de diciembre en varias salas del Museo de Arte Contemporáneo. Para elaborar sus obras, mando pedir grandes cantidades de especies como clavo, cúrcuma, harina, entre otras.
Pero como llegó un par de semanas antes, tuvo la oportunidad de ir al mercado Juárez y ahí encontró materia prima para incluirla en una de las instalaciones. Se trata de frituras en forma de gusanitos que venden a mayoreo, con los que rellenó uno de los sacos colgantes que son el emblema de su arte.
En los puestos del mercado, también encontró dulces de corazones de colores rosa y azul, así como semillas de calabaza que le sirvieron para hacer otra de las esculturas que se encuentran en una de las salas de Marco.
“Yo fui al mercado a comer una vez y ahí encontré las frituras y los dulces”, manifestó Ernesto Neto al término del recorrido exclusivo para medios.
Dijo que también sintió curiosidad por conocer el río Santa Catarina, sobre todo porque “no hay río”, pero de ahí tomó algunas piedras para utilizarlas en otras bolsas que penden de hilos.
LA MAGIA DEL CUERPO
Para Ernesto Neto el cuerpo juega un papel fundamental en el momento de crear una nueva pieza , ya sea escultura o instalación. Explica que no se trata de rellenar una malla y que permanezca intacta, sino que también adquiera movimiento al momento de interactuar con ella.
Para dar un ejemplo de su teoría tomó una malla rellena que estaba sujeta al suelo gracias a un disco de metal y la levantó para dejarla caer nuevamente. Al realizar esta acción , está utilizando también el cuerpo como si fuera un elemento más de la instalación “Copulonia”.
“Yo tomo el ‘calcetín’ , lo levanto y luego lo dejo caer. Para eso utilizo mi cuerpo”, señaló el artista de 47 años nacido en Río de Janeiro.
Pero el cuerpo en sí mismo es “la magia”, la inspiración para Neto, pues a la hora de hacer sus dibujos o las bolsas acolchonadas dedica especial atención a las formas curvas, a la redondez y al erotismo que surge de todo eso.
Mientras mostraba una de sus esculturas dijo que se había inspirado en una pareja cuyo movimiento se asemejaba a una danza entre un hombre y una mujer.
Destaca la instalación “Humanóides” que en realidad son “trajes” que los visitantes pueden ponerse y hasta sentarse en ellos. De hecho, para los interesados en saber si son del sexo masculino o femenino, se puede descubrir fácilmente, pues en la parte trasera de estos hay un orificio que despeja la duda.
“La líbido es muy importante. Somos seres libidinosos. Sin el deseo sexual no hay no hay mujeres, no hay hombres, no hay arte”, aseveró.
CREA Y CANTA
Como buen carioca, Ernesto Neto dijo que le gustaba bailar y cantar. El artista en honor a su patria entonó una melodía en portugués y al mismo tiempo bailaba cuando concluía el recorrido de su exposición previa a la apertura para el público en general ante la sorpresa de los espectadores.
En una de las salas de Marco se encuentra “Tambor”, que consiste en una red que “atrapa” varios tambores que rodean a un piano colocado justo al centro. Los instrumentos musicales también están a disposición del público.
Confesó que a él le interesa mucho ver a la gente que entra el museo a ver su obra , porque en cada persona provoca un efecto diferente, pero invariablemente todos reaccionan ante la explosión de texturas, colores y aromas que invaden el ambiente.
Es por eso que la exposición concluye con un túnel que fue bautizado como “Symbiointestinetubetime- The Flavor Happens in a State of Being Flavor Flower Womb Domus”, con la intención de que el espectador reflexione sobre la experiencia sensorial que tuvo al probar la “Lengua de Ernesto”.
La exposición, cuya curaduría estuvo a cargo de Adriano Pedrosa, permanecerá hasta el 1 de abril de 2012. También está disponible un catálogo editado por Marco en Conjunto con Art Center y Garelría Fortes Vilaca, en la tienda del museo. v