Gerardo Mosquera fue uno de los fundadores de la Bienal de La Habana y estuvo al frente del equipo curatorial de las tres primeras bienales que se realizaron del 1984 a 1989. Durante ese tiempo tuvo una experiencia a la que definió como un “amor complicado”, al que finalmente tuvo que renunciar.
La Bienal de La Habana en su edición de 1986 reunió 2 mil 400 obras de 690 artistas de 37 países, lo que la convirtió en la primera exposición global de arte contemporáneo.
Mosquera ofreció la conferencia magistral “Historia de la Bienal de la Habana” en el teatro del Centro de las Artes el pasado 8 de febrero, dentro del marco del Programa Público de “Poéticas del decrecimiento. ¿Cómo vivir mejor con menos?”, de la XII Bienal FEMSA .
El curador y crítico de arte cubano habló de los orígenes de la bienal, que fueron a raíz de la muerte del pintor Wilfredo Lam en 1982 y cuyo legado artístico era muy importante para el movimiento cultural de Cuba.
“Wilfredo Lam fue sin duda alguna uno de los más importantes creadores cubanos, quien aunque vivía en París, siempre se mantuvo muy vinculado con Cuba y mantuvo un apoyo a la Revolución Cubana, y él murió en 1982 , y su muerte provocó la fundación de la bienal, porque el gobierno de Cuba se lanza rápidamente a apropiarse del nombre de Wilfredo Lam antes que lo hiciera alguna otra institución.
“A raíz de eso, se crea el Centro Wilfredo Lam en La Habana, que fue un centro que hasta hoy está dedicado a estudiar y promover el arte del llamado tercer mundo, que era fundamentalmente Asia, África, América Latina, el Caribe y el Medio Oriente”, señaló.
Dijo que la principal actividad del Centro Lam era la celebración de la Bienal de La Habana desde su fundación a la fecha, pero en sus inicios no tenía un espacio físico, sino que solo tenía una existencia jurídica .
Recordó que por tal motivo, cuando se realizó la primera bienal, la sede fue la Dirección de Artes Plásticas y Diseño del Ministerio de Cultura y esa primera bienal fue dedicada a América Latina.
“En el momento en que ocurre la primera Bienal de La Habana, había solo seis eventos internacionales periódicos y permanentes que habían tenido una trayectoria funcionando en el mundo.
“Actualmente hay 200 bienales en el mundo. En ese momento había solo seis: la Bienal de Venecia, la más antigua del mundo fundada en 1895; la Bienal de Sao Paulo, la segunda fundada en 1951; The Carnegie Internacional que se fundó en el siglo XIX que primero fue anual, después fue bienal, tuvo distintas manifestaciones.
“Estuvo la Documenta, que es cada cinco años y la Bienal de Sidney, eso era lo que había en ese momento”, indicó Mosquera.
Apuntó que al ser financiada por el gobierno de Cuba, que a la vez era subsidiado por la Unión Soviética, la Bienal de la Habana podía realizarse con los recursos públicos y con el apoyo de las embajadas que había en todas partes del mundo.
“Teníamos por ejemplo Cubana de Aviación, como había un solo sistema centralizado a donde quiera que volaba esta línea aérea, teníamos transporte de las obras de la bienal, y teníamos el sistema de las embajadas cubanas en todo el mundo que facilitaban contactos, conexiones y otro tipo de facilidades.
“Cuba tenía embajadas en todos los países donde había relaciones, porque había países que eran enemigos del régimen cubano, por lo tanto no había embajadas, ni contactos”.
REVOLUCIÓN CON PACHANGA
Gerardo Mosquera mencionó que Cuba tenía una agenda cultural y política latinoamericana y del tercer mundo que no siempre concordaba con la ortodoxia comunista de la ex Unión Soviética, pero que era estratégicamente conveniente durante la Guerra Fría para que Cuba fuera considerada como líder cultural para el tercer mundo.
Esto, dijo, provocó un conflicto con China, que también trataba de desempeñar este papel, por lo que había una especie de censura para incluir artistas chinos en la Bienal de la Habana.
“Si ustedes revisan los catálogos de las primeras bienales verán que no hay artistas chinos, porque estaba prohibido; y esta era una de las pocas prohibiciones que se nos hacían, porque el régimen era lo suficientemente inteligente como para dejarnos un marco de libertad para poder lidiar con todo este vasto y muy diverso universo de participantes en la Bienal.
“Otro problema que teníamos era con Corea del Norte. La embajada de Corea en La Habana estaba continuamente buscándonos para que incluyésemos artistas de ahí y nosotros tratando de esquivarlos, pero teníamos mucha presión y al final organizamos una exposición de paisajes de Corea del Norte”, recordó.
Dentro del contexto del régimen comunista, Cuba era un miembro muy extraño, un país del Caribe, con una cultura muy particular, puesto que es el más español de los países latinoamericanos, debido a que no se libera de España hasta el año 1898 y luego se mantiene una inmigración continua de españoles.
“Pero al mismo tiempo, yo diría que es uno de los más africanos de América Latina; está a 90 millas de los Estados Unidos, con sus relojes mostrando la misma hora que Nueva York, con una larga y consistente tradición modernista desde principios del siglo XX.
“La Revolución Cubana produjo uno de los regímenes más duros y más radicales, pero al suceder en un país del Caribe, famoso por su música y su vida nocturna, también fue como proverbialmente lo calificó el “Che” Guevara, una revolución con pachanga”, manifestó.
Destacó que la década de los 80’s en Cuba, en el ámbito de las artes visuales, es considerada como la Edad de Oro, por el movimiento cultural que se desarrolló gracias a la Bienal de La Habana.
“Esos años fueron considerados, casi mitificados como la Edad de Oro por el surgimiento de nuevos artistas, la cantidad de actividades, había múltiples conferencias, mesas redondas, exposiciones, performances y toda esta pléyade de artistas cubanos que ahora son reconocidos internacionalmente que salieron de ahí”.
Sin embargo, consideró que la Bienal de la Habana no tiene un espíritu de innovación, ya que mantiene el mismo equipo curatorial desde la realización del primer evento en 1984.
“Desde 1984 a 1989 las bienales fueron curadas por el mismo personal del Centro Wilfredo Lam. Este sistema ha continuado desde entonces, pero con un estilo más institucional, anónimo y centralizado, enfocado en el director del centro.
“Este esquema reproduce el propio sistema político centralizado del país y muestra la aprehensión de los organizadores por abrir la participación a curadores extranjeros. Es decir, este equipo ha estado durante décadas y como resultado veo una falta de enfoque curatorial y de criterio de selección rigurosa y sin compromisos que ha afectado a las bienales”, subrayó el crítico de arte y curador independiente cubano, Gerardo Mosquera.v