
Kati Horna no se consideraba surrealista, aunque muchas de sus fotografías podían dar señas de lo contrario. Ella se autodefinía como una obrera de la fotografía. Desde el pasado 30 de enero el Museo de Arte Contemporáneo abrió sus puertas a la exposición de esta profesional de la lente nacida en Budapest, Hungría y posteriormente nacionalizada mexicana.
El Museo Amparo de Puebla organizó esta muestra en colaboración con el Jeu de Paume, de París, y las obras seleccionadas provienen del Archivo Privado de Fotografía y Gráfica Kati y José Horna, así como de colecciones privadas.
Esta exhibición se divide en tres grandes ejes que revisan el trabajo de Kati desde los inicios de su carrera como fotógrafa en Budapest, Berlín y París entre 1932 y 1937, así como su labor durante la Guerra Civil en España donde estuvo del 1937 al 1939. El regreso a París en ese mismo año y su permanencia en México hasta su muerte que fue a partir de 1939 hasta el año 2000.
“Kati Horna jamás se asumió como surrealista. Remedios Varo era su amiga, Benjamin Péret y perteneció a un núcleo de los surrealistas en México posterior al gran momento del surrealista, pero ella se negó a formar parte de este movimiento, sin embargo yo creo que tenía mucho trazo surrealista”, señaló José Antonio Rodríguez , quien realizó la curaduría con Ángeles Alonso Espinosa.
La exposición inicia con un retrato de Kati tomada por Robert Capa y también el de él, quien ella le tomó pues tenían una relación muy cercana de grandes amigos, compañeros y en un momento también fueron novios, según comentó Alonso Espinosa.
Kati, de origen judío, vivió su infancia y juventud en Budapest durante un periodo inestable tanto político como social: la violencia, peligro e injusticia que la remedaban influyeron profundamente en su ideología.
La creatividad de Horna era evidente desde sus inicios. Según la curadora Alonso Espinosa, el trabajo de la fotógrafa “puede verse como teatral, como cuentos visuales”, consideró.
Por su parte José Antonio Rodríguez confirmó lo anterior al destacar una serie que la revela como creadora de imágenes, pues en una de las pocas entrevistas que Kati accedió a que le hicieran, comentó que en Europa era conocida como “la fotógrafa de los huevos”.
“Nadie va a hacer hasta donde sabemos ahora, lo que ella hizo. Ella trabajaba con verduras por ejemplo, creaba historias narrativas como si fueran cómics. Y por aquí vemos también una narración sobre Hitler. Es una obra de 1937, donde un temeroso Hitler empieza a aparecer sobre las masas -que son los huevos cocidos.
“Empieza a crearse un discurso, hasta que finalmente lo someten y le cortan la cabeza. Esto es interesantísimo, porque Kati Horna publica en Berlín esta serie en 1937 en un periódico de izquierda que se llamaba ‘El Pueblo Ilustrado’ y que lo haya publicado en ese año se vuelve importantísimo porque se hace una crítica abierta a Hitler, dos años después se va a convertir en el personaje que todos conocemos”, refirió Rodríguez.
Además de “producir” fotos con los vegetales y huevos, la fotoperiodista – a decir del curador- tenía un sistema del que calificó como “no ortodoxo”.
“Kati Horna fue una fotógrafa no ortodoxa, no lo hacía ella ni los fotógrafos vanguardistas de los años 20, 30 y 40. Ustedes pueden ver esta imagen de la Guerra Civil donde ella toma tres fragmentos de negativos, para después publicarlo.
“Ella utilizaba los pedazos de imágenes para complementar otra imagen”, explicó Rodríguez.
Durante la Guerra Civil Española fotografió por encargo del gobierno republicano aspectos del conflicto así como la vida cotidiana. Fue editora de la revista Umbral, donde conocería a su esposo José Horna, y colaboró en revistas como Tierra y Libertad, Tiempos Nuevos y Mujeres Libres.
Esas publicaciones están distribuidas al igual que las imágenes en la planta baja del museo, en el que muestran claramente una crítica al sistema político.
“Vemos una simpatía que tiene Horna por toda la población marginal; hay varias fotografías de los vagabundos, algunos presos. Vemos esta empatía desde el inicio del trabajo de Kati Horna.
“Ella se consideró como una obrera de la fotografía. Para ella esta profesión le permitía solidarizarse con los grupos marginales”, mencionó Ángeles Alonso.
En 1949 nació Norah, la única hija de Kati y José, quien le construyó una cuna en forma de barco de vela, y fue pintada por su amiga Leonora Carrington. La fotografía de este arte objeto se encuentra en la parte final del recorrido.
La exposición que permanecerá hasta el próximo 24 de mayo presenta más de 150 piezas, en su mayoría impresiones de época, muchas de ellas inéditas o poco conocidas e incluye reportajes gráficos publicados en revistas de Hungría, Francia, España y México.