Rosenda no vivió para ver el homenaje que le hicieron, pero sus hijos, sobrinos y nietos sí. El legado de doña Rosenda Villanueva Pardo fue recordado el pasado domingo 8 de febrero en la Casa Universitaria del Libro con la muestra de algunas de sus fotografías y la presentación del libro que lleva su nombre.
Familiares y amigos estuvieron presentes para recordar a esta dama quien retrató la historia del municipio de Dr. Arroyo y fue muy querida por sus habitantes, cuyos rostros pasaron al menos una vez por la lente de esta ya ilustre nuevoleonesa.
El investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Enrique Tovar Esquivel, supo de la existencia de esta distinguida mujer y de inmediato decidió dar a conocer su historia en el libro “Rosenda Villanueva Pardo. Una fotógrafa del sur de Nuevo León”.
Un día, recordó Tovar, al estar realizando una investigación sobre fotografías mortuorias, se enteró de que hubo una señora que se dedicaba de lleno a la fotografía, es decir, de manera profesional.
“Este descubrimiento nace a raíz de un proyecto que estoy desarrollando en el INAH donde yo trabajo como investigador y este proyecto es sobre fotografía funeraria.
“Entonces comencé a acercarme a los municipios donde probablemente había este tipo de expresión fotográfica como: Mier y Noriega, Zaragoza y Dr. Arroyo y fue en este último en el que supimos de la existencia de doña Rosenda”, indicó.
Refirió que inició esta búsqueda en el 2011 y se enteró de que la fotógrafa de Dr. Arroyo había fallecido cuatro meses antes. Sin embargo, decidió indagar sobre la obra de la nuevoleonesa y rescatar el material para publicarlo en el libro.
En dicha investigación, el autor relata que el presidente municipal Ventura Mata, visitó a don Francisco Villanueva para solicitar permiso para que su hija Rosenda de 17 años fuera maestra rural, pero lo que obtuvo fue una negativa del padre de la jovencita.
“El padre de Rosenda no deseaba descuidar sus labores ni sus animales, era su forma de vida; tampoco deseaba que su hija estuviera viajando a los ranchos en carreteras, porque así andaban los maestros en esos años.
“… Fue entonces que su padre le dijo: ` Mira, te voy a llevar aquí con don Martín, vienes a que te enseñe, te compro la camarita, te compro todo, yo te compro todo, vas ahí con él y te vienes a tu casa´”, dice un fragmento del capítulo: “Una imposición vuelta pasión. El arte fotográfico”.
Tovar Esquivel mencionó que el fotógrafo Martín Perales se convirtió en el maestro de Rosenda y a partir de ahí nacería un compañerismo profesional que se mantuvo hasta que falleció el mentor.
Con el conocimiento empírico, pero con muy buenas bases, Rosenda aprendió y saboreó el arte y cabe destacar que ella no usaba flash.
“Ella tenía un estudio muy sui generis porque su papá le construyó un arco y ella ponía atrás mantas, cobijas y hasta un zarape; ella fotografiaba en el patio. No usaba flash, sino que utilizaba la luz del sol.
“Entonces tenía mucho mérito porque tenía que calcular la hora y ella a través de los pocos elementos con los que contaba tenía que ingeniárselas para poder tomar buena fotografías”, apuntó.
FOTOGRAFÍA SOCIAL E HISTÓRICA
Doña Rosenda Villanueva Pardo capturó los momentos y eventos importantes de Dr. Arroyo, así fueran: bodas, bautizos, fiestas religiosas, tomaba las fotos escolares, para el registro militar, etcétera, sin olvidar las fotografías mortuorias.
“Para sus hijos era muy divertido, exceptuando las fotografías de muertos. Uno de ellos me comentaba que le gustaba mucho acompañar a su mamá a los eventos porque significaba que había diversión y comida.
“La población de Dr. Arroyo conocían a doña Rosenda y cuando veían a los niños, la gente decía: `mira, ahí van los chiquillos de Rosenda ´ y cuando querían referirse al papá – al esposo- decían: `ahí van los diablillos de Efrén´”, argumentó el investigador del INAH.
La hija de don Francisco, la discípula de don Martín y la esposa de Efrén, hacía su trabajo sin sospechar que estaba abriendo un camino con su ejemplo para otras mujeres que en la actualidad se han entregado a este noble oficio.
“Ella trabajó con mucho profesionalismo, procuro estar en los lugares donde le pedían y siempre dentro del área de Dr. Arrollo ella iba caminando, aunque le ofrecían la carreta o el caballo, ella los rechazaba, pues prefería ir a pie, incluso cargando su equipo “, subrayó.
Agregó que la vida de la fotógrafa se desarrollaría a la par de sus labores domésticas -en el periodo comprendido entre 1942 a 1970-, del cuidado de sus hijos, de la convivencia con su esposo y de la asistencia diaria a la Iglesia.
“Estas actividades no eran secundarias a su labor fotográfica, sino actividades que estaban por encima de su profesión y esto la hace diferente al resto de los fotógrafos activos de su época, siendo en su mayoría varones, no tenían que lidiar con cuestiones domésticas.
“La fotógrafa Rosenda no tuvo oportunidades para desarrollarse dentro de su profesión, limitándose a lo que aprendía del fotógrafo Martín Perales y de la asesoría que recibió de los fotógrafos de Matehuala, San Luis Potosí”, señaló.
Y probablemente, continúa Enrique Tovar, estas fueron algunas de las razones por las cuales la técnica de Villanueva no fuera muy depurada, pero lo más importante fue el legado que ella hizo con su labor a la comunidad de Dr. Arroyo.
ORGULLO DE DR. ARROYO
El autor comentó que los familiares mostraron muy buena disposición para que tuviera toda la información y agradeció la confianza de Elvia, una de las hijas quien le otorgó los negativos para que fueran revelados.
“Cuando estábamos allá nos enteramos que Elvia, una de las hijas de doña Rosenda tenía negativos originales y cuando fui con ella a pedirle su apoyo, me prestó los negativos y eso facilitó mucho el trabajo “.
El domingo 8 de febrero estuvieron presentes familiares y amigos de Rosenda y su hija Elvia agradeció que el trabajo de su madre fuera reconocido y, a su vez, que su acervo sirva como documento histórico de Nuevo León.
“Le doy gracias a Dios por el momento en que me encuentro ahora; le doy gracias a Dios por la familia a la que pertenezco y le doy gracias a Enrique porque se cruzó en el camino el trabajo de mi madre, y lo investigó, hizo a que más personas les interesara ese trabajo y ha culminado con que la UANL editara el libro.
“A nombre de mi madre, de mi padre, de mi hermana, de mi esposo, que están en el cielo en primer lugar viendo este evento; de mi tía aquí presente, hermana de mi madre; de mis hermanos, de toda mi familia y mío propio, un agradecimiento para todos los colaboradores, para la UANL, para todos los asistentes y que Dios los bendiga”, expresó Elvia Moreno Villanueva.
“Rosenda Villanueva Pardo. Una fotógrafa del sur de Nuevo León” está disponible en la Casa Universitaria del Libro y además incluye una serie de postales de las mejores fotos de la dama que retrató por varias décadas la vida de un pueblo.