
“Si quieres escribir, la literatura necesita vida, necesita sangre, necesita entrañas y vísceras, para poder verdaderamente vibrar y conectar tu texto con lo que piensan los demás”, expresó la escritora Guadalupe Nettel.
Lo anterior dentro del marco de la Cátedra Alfonso Reyes ante un nutrido número de estudiantes y maestros que escucharon el testimonio de la autora en la Sala Mayor de Rectoría del Tecnológico de Monterrey.
La charla giró en torno a la novela “El cuerpo en que nací”, que es de corte autobiográfico; los alumnos que llevan la materia de Cine, Literatura y Cultura y, en especial, los de la carrera de Letras del ITESM de varios campus de la República, mandaron videoclips con su opinión respecto a este libo de Nettel.
En esta novela en particular, Guadalupe narra su pasado, que fue en cierta forma doloroso, pero aseguró que el haberlo sacado a la luz, pudo de alguna forma liberarse de él y comprenderlo, pues ya lo estaba haciendo a muchas millas de distancia.
Según las propias palabras de la novelista, “El cuerpo en que nací” fue una forma de entender todas las cosas que sucedieron en su infancia y adolescencia que la hacían sentirse marginada, como el haber nacido con un lunar blanco en el ojo, el tener una abuela represiva, el no encajar en otro país y el que su padre estuviera en la cárcel.
“Dice Woody Allen que comedia es igual a tragedia, más tiempo; es decir: poder retomar a la distancia, con todo este tiempo de por medio, esas cosas que dolieron tanto en su momento, me permitió reírme de ellas.
“Me permitió reírme de mí misma, de la que era; y darle también como una dimensión de mito, de historia, de cuento; de algo que pertenece a otro ámbito, no al de mi vida, no al de mi pasado, sino al de las historias y las leyendas que uno deja por ahí y sí es muy liberador, la verdad”, expresó.
Nettel sostuvo que la honestidad al momento de plasmar los pensamientos y sentimientos en una historia, es fundamental para que exista un puente entre el escritor y el lector, pues ella lo experimentaba constantemente.
“Cuando uno empieza a hablar desde las entrañas, desde sí mismo, desde lo que tiene que contar y el porqué de su propia historia, se puede conectar con los demás de una forma muy íntima.
“En `El cuerpo que nací´ cuento la primera vez que descubrí un libro y que comprobé el inmenso poder de conexión que tiene la literatura, pues yo estaba viviendo con esta abuela que me hacía leer el manual de Carreño cuando venía de una educación muy libre, muy activa, de padres totalmente liberales y casi divertidos.
“Mi abuela no era muy buena persona en ese momento y lo que tenía ganas, casi casi era de matarla. Y de repente, me encuentro con una novela en la que la narradora habla de su abuela que es una maldita represora, a la que quisiera matar e intenta envenenar y asesinar de todas maneras posibles”.
Netell relató que en ese momento pensó que esa novela había sido escrita para ella, pues se identificaba mucho con esa jovencita y que en ese momento no tenía idea quién era Gabriel García Márquez, el creador de “La increíble y triste historia de la cándida Eréndida y la abuela desalmada”.
Reiteró que ese libro tenía que ver con todas las cosas que no se atrevía a decirle a nadie y que por primera vez en mucho tiempo, se sintió acompañada de una forma muy íntima.
“La literatura tiene ese alcance. Es decir, logra que uno se identifique con otra persona y que haya una comunicación de subjetividad a subjetividad”, consideró.
INSTRUMENTOS MUSICALES
Para la ganadora de los premios Antonin Artaud, Anna Seghers y el Internacional Ribera de Duero, los seres humanos somos como los instrumentos musicales.
“Creo que los seres humanos somos como instrumentos musicales. Tenemos cosas que nos asemejan y cosas que nos hacen muy distintos.
“Así como un piano y un violín no tienen nada que ver -por lo menos en apariencia-, ambos pueden tocar un do, un re, todas las notas, todas las escalas musicales, los seres humanos tenemos las emociones.
“Todos hemos sentido odio, tristeza, hemos sentido miedo, humillación, alegría, amor, entonces esas emociones son aquellas que nos hacen iguales y nos permiten resonar unos con otros como instrumentos musicales; pero también somos diferentes, unos somos panderos, otros somos flautas o clarinetes, etcétera”, agregó.
Argumentó que al entender esta metáfora al terreno literario, sobre encontrar la diferencia que existe entre nosotros mismos, es posible lograr que nuestras notas resuenen con las notas de los demás.
“La literatura nos puede estar contando la historia de un niño en la India que mendiga en las calles de Calcuta, y sin embargo nos podemos identificar con él porque logra transmitir las emociones que nosotros mismos somos capaces de sentir”, indicó.
DR. JEKYL Y MR. HYDE
“Para mí estudiar literatura y escribir es como ser Dr. Jekyl y Mr. Hyde, no reconcilio mucho esas dos personalidades.
“Una es como más rebelde y viene como de las oscuridades y desde las cloacas de mi personalidad; y la otra trata de seguir las normas y las reglas de la institución universitaria”, señaló.
Explicó que lo que le ha permitido estar en la universidad y escribir ensayo académico, “ha sido poderme rebelar contra eso y tener algo contra lo cual querer escribir”.
“Y a la distancia, tratando de ser un poco más justa, me doy cuenta que si no hubiera estudiado literatura, habría muchísimas cosas que jamás hubiera leído.
“Por ejemplo no sabía que iba a disfrutar mucho leyendo el Amadís de Gaula, el Arcipreste de Hita, La Celestina y la poesía de Lope de Vega y de Quevedo, y eso fue gracias a que estaban dentro de la licenciatura”, mencionó.
VIDA Y SANGRE
Sobre el origen de la novela “El cuerpo en que nací”, la premiada escritora recordó que le habían pedido un texto autobiográfico para la revista “Letras Libres”, pero luego descubrió al terminarlo que no podía parar de escribir.
En esa época ella acababa de tener a su primer hijo y comentó que fue un poco complicado escribir sobre su pasado, pero finalmente decidió que tenía que compartir su historia.
“Uno algunas veces reclama a los padres, pero tener un bebé recién nacido que vas a educar, nos hace tener un poco más de humildad y darte cuenta de que no todo lo eliges tú, y tienes miles de problemas, te das cuenta que no eliges todas las circunstancias.
“Esto fue una especie de detonador y no pude parar de escribir; y después de entregar el texto a la revista, seguí escribiendo, pero tenía miedo de ser juzgada, entonces lo que me propuse fue no enseñárselo a nadie y luego ya veremos”, manifestó.
Entonces finalmente decidió publicarlo porque sintió que fue liberador; considera que escribirlo fue una práctica honesta hacia los lectores ya que le permite conectarse con ellos.
“La literatura necesita vida, necesita sangre, necesita entrañas y vísceras, para poder verdaderamente conectarte y finalmente la gente lo agradece y son los textos que más gustan”, puntualizó Guadalupe Nettel.