Acontecimientos apocalípticos y plagas siempre ha habido. Han sido una constante en la historia de la humanidad. Calamidades masivas entre las personas de todas las clases sociales se cuentan también por cientos, algunas provocadas intencionalmente, como la de la viruela, para exterminar a grupos sociales, y la de sarampión de 1525 que mató al 75% de los indígenas del Imperio Azteca.
Jorge Sánchez Cordero, a su vez, nos habla de la plaga de Justiniano (541 a 750), en Europa y especialmente en Roma, con un enorme impacto social, económico y político, así como de la peste bubónica llamada también peste negra, que brotó con furor en el año 680 en Roma y en Pavía, dando lugar a la leyenda de San Sebastián. Igualmente, citando a Thomas E. Keys, dice que Angolo di Tura del Grasso, cronista de Siena en el siglo XIV, es quien describe de mejor manera los horrores que causó “La gran plaga de le muerte” tituló su relato.
También ilustres escritores se han servido de algunas de estas catástrofes para inspirarse y heredarnos valiosas obras con el sello de su calidad artística. He aquí algunas de las más conocidas.
1.- Francisco Petrarca (1304-1374) le cantó a su musa Laura, a raíz de su muerte por la peste negra que es tema central de “El Decamerón” de Giovanni Boccacio (1313-1375) cuando en 1348 Italia fue devastada por esta plaga. Testigo de la tragedia, el escritor señala que el contagio había golpeado “distintas partes del Oriente, donde hizo perecer a muchísimos habitantes” y luego se extendió de país en país hasta llegar a Florencia, la desdichada ciudad donde él vivía y donde se ubica la trama durante la pandemia. Ante los cadáveres en las calles y los cerdos que mueren por lamer sus vendas, decide ser fiel a su época, y acude a la forma más alta de la expresión vulgar: la prosa. En 1353 concluye el “Decamerón”, de acuerdo con Juan Villoro. Pero no púede quedarse fuera de esta historia el sentir de Clemente VI (Papa de 1342 a 1352) quien, además, estimó en más de 40 millones de seres humanos fallecidos y lanzó una encíclica para condenar las conductas hostiles de algunos fanáticos antisemitas, que provocaron la huida de los judíos a Polonia al ser culpados injustamente de su propagación.
2.- Jorge Sánchez Cordero, citando a Thomas E. Keys, dice que Angolo di Tura del Grasso, cronista de Siena en el siglo XIV, es quien describe de mejor manera los horrores que causó “La gran plaga de le muerte” como tituló su relato. Por otra parte, la pandemia europea en el siglo XV dio origen a la primera cuarentena institucionalizada en Regusa, Italia, en 1465, y la segunda en Venecia en 1485 aunque sin buenos resultados por falta de conocimiento científico sobre el origen y las formas de transmisión de la peste. Mientras tanto, en 1603 la peste (no está claro si fue la bubónica o alguna influenza) se extendió desde Jaen, España, afectando a toda la península con un saldo de medio millón de españoles, que todavía no contaban con su primera Gaceta fundada en 1661 y que en 1679 se denominó Gaceta de Madrid, pero la transmisión oral del desastre fue abundante.
3.- El suceso más citado por quienes estudiamos los orígenes de lo que los norteamericanos llamaron en la década de 1960 “Nuevo Periodismo”, tuvo lugar a fines de la primavera de 1665: la peste bubónica empezó a socavar la población de Londres. Para el otoño, unas 7 mil personas estaban muriendo cada semana en la ciudad. La peste duró la mayor parte de 1666, cobrando finalmente alrededor de 100 mil vidas tan sólo en la capital de Inglaterra y posiblemente hasta 750 mil en Inglaterra en total. Pero las cifras y la descripción puntual del acontecimiento son creíbles porque el máximo cronista de la Gran Peste fue Samuel Pepys, un administrador y político inglés influyente que llevó un diario personal detallado durante los años más sombríos de Londres. Mucha gente inglesa creía que 1666 sería el año del apocalipsis. El fin del mundo. Pero al sobrevivir, el enorme literato Daniel Defoe, a sus 60 años de edad, escribió “Diario del año de la peste” en 1722, reconstruyendo los hechos de tal epidemia mediante vagos recuerdos personales, documentos oficiales, cartas de todo tipo y testimonios rigurosamente transcritos e interpretados por sobrevivientes, familiares, autoridades y habitantes del lugar. De hecho, esta pandemia larguísima fue el inicio de un renacimiento científico en Inglaterra, cuando médicos experimentaron con cuarentenas, esterilización y distanciamiento social o encierro en casa.
4.- Además de los estragos causados por la influenza española, tanto por su mortandad como por su morbilidad, a comienzos del siglo XX, otro ejemplo lo tenemos en el libro “La Peste”, de Albert Camus, que narra cómo aparece una plaga de ratas en la ciudad argelina de Orán. Ante las escasas medidas profilácticas, la enfermedad cunde y la falta de espacios para atender a todos los enfermos deja el sistema de salud colapsado. Y aquí se luce con su pluma este gran novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista francés, nacido en Argelia en 1913 y quien vivió en París desde 1949 hasta su muerte en un accidente de carretera en 1960, tres años después de haber sido galardonado con el Premio Nóbel de Literatura. “La Peste” es a la vez una obra realista y elagórica, una reconstrucción mítica de los sentimientos del hombre europeo de la postguerra y de sus temores más agobiantes. Resalta que la idea de la solidaridad y la capacidad de resistencia humana frente a la tragedia de vivir, se impone a la noción de lo absurdo.
5.- Y no sería el único referente. Leemos “La Carretera” (“The Road”), de Cormac McCarthy, nacido en Rhode Island en1933 y Premio Pulitzer de novela considerada como una visión anticipatoria del final del mundo por las guerras nucleares y con ellas la muerte de la naturaleza. Un hijo y su padre, casi únicos sobrevivientes, intentan buscar el sentido a la destrucción y a la soledad caminando por una carretera gris y solitaria, buscando víveres al interior de las casas abandonadas.
6.- Ha habido también buenas películas que abordan estos asuntos, como la del mexicano Felipe Cazals quien estrenó en 1979 “El Año de la Peste”, filme de ciencia ficción, ganador del Ariel a mejor película, que narra la aparición de una pandemia cuya gravedad minimizan las autoridades y acaban encubriendo los riesgos. Por recomendación de Alejandra Rangel en su columna de El Norte, hay que revisar también “Los Niños del Hombre”, dirigida y coescrita por Alfonso Cuarón.
CONCLUSIÓN.- El hecho inédito que estamos sufriendo en todo el mundo por el coronavirus, con sus impactos en la salud, la economía y la política, ojalá dé pie para una obra colectiva que recoja tantas historias actuales de todos colores y sabores, o que permita el lucimiento de alguien que replique la voz de tantos seres humanos que podrán retratar sus vivencias, tal como lo hizo la escritora Elena Poniatowska en su libro “La noche de Tlatelolco” en torno a la matanza del 2 de octubre de 1968.