Guadalajara.- La frase que Juan Pablo II repitió en innumerables ocasiones encierra todo el sentimiento que despertó en los mexicanos: “México, siempre fiel”. Su poder de convocatoria traspasó incluso su muerte, cuando sus reliquias viajaron por diferentes ciudades de la República Mexicana y la gente las recibió con el mismo fervor como en sus anteriores cinco visitas.
“México Siempre Fiel” es el título del último libro de la periodista Valentina Alazraki, sobre sus vivencias con el Papa beato que fue presentado en la Feria Internacional del Libro FIL de Guadalajara.
“Creo que la historia que aquí se narra es la relación extraordinaria que hubo entre Juan Pablo II y México. En sí es una historia absolutamente única e irrepetible. Tuve la sensación de que fuera así y de que no se puede hablar del pasado, sino más bien hay que seguir hablando del presente”, afirmó la corresponsal de Televisa en Roma.
Compartió que su libro inicia con la última visita de Juan Pablo II a México como reliquia, misma que durante el recorrido provocó que 30 millones de personas se comportaran como las cinco visitas anteriores de El Santo Padre.
“El ver que tan sólo una reliquia, es decir una ampolleta con unas gotas de sangre, que fueron expuestas por todo el país durante cuatro meses ante 30 millones de personas, hicieran que toda esa multitud actuara exactamente de la misma manera de la que actuaban cuando Juan Pablo II estaba vivo, es algo realmente impactante.
“Durante ese recorrido -a mí no me tocó verlo desafortunadamente- pasó absolutamente todo lo que sucedía en una visita papal: la gente se formaba, la gente lloraba, pedía por México, cantaba, rezaba y hacía exactamente todo lo que todos nosotros presenciamos en cualquiera de sus cinco visitas, lo que me hace pensar que esta historia no se ha acabado, que ha sido tan bonita que de alguna manera continúa en el recuerdo y en el corazón de la gente”.
Consideró que el carisma que tenía Karol Wojtyla fue su mejor herramienta para comunicarse, pues desde el principio tuvo una química con el pueblo de México, que se distinguió del resto del mundo.
“Entre los mexicanos y Juan Pablo II hubo un enamoramiento a primera vista, una historia de amor”, resaltó.
RECUERDO INOLVIDABLE
Valentina Alazraki aclaró que no estuvo presente en la sexta visita del Santo Padre como reliquia, pero reveló que la tuvo en sus manos al ser comisionada para llevarla de regreso a Roma.
“Sorpresivamente me pidieron que yo me llevara de regreso a Roma la reliquia. Entonces, para mí fue algo muy impactante obviamente, porque aparte de la responsabilidad, me pareció que era muy simbólico, porque era como regresar a casa con las cenizas de un ser querido.
“Durante ese vuelo yo tenía la reliquia casi pegada a mi cuerpo porque me la pusieron en un estuche y yo sentía que era un bebé chiquito que tienes miedo de apoyar. Le dije al comandante del avión y por supuesto se conmovió e hizo que la reliquia fuera puesta en el pasillo para que el resto de los pasajeros pudieran tenerla cerca”, manifestó la también autora de “En nombre del Amor. Memoria de un hombre santo” y “La Luz Eterna de Juan Pablo II. Hombre de Dios, santo de de nuestros días”.
Confesó que esa es una de las experiencias más valiosas que ha tenido en relación a su cercanía con el Papa que fue beatificado en mayo de 2011, por lo que en ese viaje tuvo una especie de retrospectiva de más de tres décadas , al ser el enlace entre Su Santidad y el pueblo de México.
“En ese vuelo vi pasar muchas imágenes, de esas películas en las que de pronto algunas de esas imágenes no tienen que ver una con la otra, pero que vas reviviendo 33 años de tu vida”, expresó.
UNA HISTORIA DE TODOS
La periodista destacó que aunque ella era muy cercana a Juan Pablo II, durante todos esos años que hasta su marido bromeaba con sus hijas diciéndoles que el papa era el abuelo, la historia que se relata en el libro “México Siempre Fiel” es de todos los mexicanos .
“Este libro recuerda una historia en la que todos tuvimos algo que ver. Lo que a mí siempre me ha llamado la atención en estos años, es que cada vez que empiezo a hablar con un mexicano, sea aquí, sea en Roma, o en cualquier otro lado del mundo, lo primero que sale a colación es Juan Pablo II.
“Y todos tienen algo que contar, por ejemplo algo que les pasó a ellos o a sus familiares; alguien que se trepó a un árbol, o que presumen que el Papa les impartió la bendición en exclusiva, o que les sonrió, que les tocó la cabeza, y así, 33 años escuchando estos testimonios que me hicieron pensar que esta es una historia de todos”, añadió.
Dijo que además de que en el libro se narran las anécdotas y experiencias de los mexicanos que hacían de todo para estar cerca del Santo Padre, también se cuenta lo que personajes como los ex presidentes José López Portillo y Vicente Fox Quesada se comportaron en sus respectivas recepciones que fueron totalmente diferentes, como las cinco visitas que realizó el Papa.
“Se encuentra la anécdota de cuando el ex presidente José López Portillo le dice: ‘buenas tardes señor’, ni siquiera Su Santidad. Fue una recepción poco protocolaria porque no había en ese entonces relaciones diplomáticas. Pero al mismo tiempo esa misma noche se lo lleva a escondidas a Los Pinos, porque su mamá y sus hermanas eran devotas católicas y querían ver al Papa”, precisó.
Mencionó que Juan Pablo II descubrió en México que quería ser un Papa viajero. Pero al mismo tiempo, hay un parteaguas en la historia religiosa del país, porque incluso los mexicanos se descubren orgullosos de ser católicos.
“Yo creo que México se descubre a sí mismo, los católicos descubren que son orgullosos de ser católicos y que tienen una gran devoción, un gran fervor y además una gran imaginación, porque hacían de todo para que el Papa se volviera loco de entusiasmo con las famosas porras que sólo los mexicanos podían regalarle”, enfatizó Valentina Alazraki.