Para el psicólogo y periodista Francisco Ciprián, la felicidad total y perfecta no existe, porque esta no se puede decretar y no se puede alcanzar. Llegó a esta conclusión al hacer una serie de reflexiones que aparecen en su libro “Un mundo infeliz”, cuya presentación fue transmitida en línea a través de la página Psicólogos CDMX.
El autor señala que actualmente la gente busca la felicidad a toda costa y que hace lo que sea para conseguirla, sin detenerse a pensar que las complicaciones de la vida son necesarias.
Y esto se da especialmente en las últimas generaciones que han adoptado esa creencia gracias a los libros y de autoayuda y “coaching” que están muy de moda, pero la mayoría no tiene fundamentos válidos.
“El dolor y el sufrimiento es parte sustancial de la vida; algunos conceptos como la resiliencia se toman como si se tomaras esa pastilla que se hace insensible al dolor, y es absurdo, como cuando nos ha pasado una gran catástrofe en la vida y queremos ser al otro día más fuerte que nunca”, expresó.
Explicó que es como si una persona hubiera sido arrollada por un vehículo, y en la sala de Urgencias le salvan la vida, pero después necesitará un proceso de rehabilitación que va a llevar tiempo, y así pasa con otras experiencias e imprevistos que tenemos a lo largo de nuestra existencia.
“Y tenemos una gran decepción o un gran dolor, y creemos absurda e ingenuamente que al otro día vamos a tener la mejor versión de nosotros mismos sólo porque nos cortamos el cabello; y ¡no! si te acaba de dejar tu pareja, vas a sufrir y te va a doler.
“Estamos hablando de felicidad. La felicidad no se puede decretar, no se puede mangonear, y mucho menos podemos alcanzar esa felicidad absoluta, esa súper felicidad, porque esta es escurridiza, es tímida incluso, pero no necesitamos ser felices todo el tiempo, de hecho, es imposible”, afirmó Ciprián, quien es egresado de la UNAM en donde estudió Periodismo y Psicología.
Añadió que todos vamos a llegar con ciertas cicatrices a la edad adulta, porque para ese momento ya tuvimos suficientes decepciones amorosas, cometimos muchos errores, y habremos perdido a algunos de nuestros seres queridos; y es algo que se tiene que ver como algo natural por lo que tenemos que pasar.
“Hemos pasado en la historia de la humanidad de vivir en un valle de lágrimas a pretender el súper paraíso de la superfelicidad, y no tiene que ser ni una cosa ni la otra; con todas nuestras cicatrices, nuestros dolores y nuestras frustraciones, podemos reunirnos de vez en cuando a platicar, a ir por unos tacos, a beber una cerveza, y si somos afortunados a ser felices de vez en cuando”, destacó.
Por su parte, la psicoanalista Marling Cisneros consideró que “Un mundo infeliz” es de gran utilidad para que los que se dedican a la salud mental, tengan muy claro el cómo acompañar a un paciente.
“Por eso Paco, en tu libro, al describir a este ser que persigue incansablemente la felicidad a través de innumerables terapias, coaching, chamanes y una larga lista de potenciales estafas, se torna muy desesperanzador para nosotros.
“Pero es una desesperanza muy necesaria, es un llamado de atención para los que nos dedicamos a la salud mental, para que ya sea que descendamos del Olimpo del nuestro mundillo intelectualoide, o bien, que los que son adeptos al coaching y demás sectas, se suban un poquito al mundo intelectual y nos volvamos más humanos”, manifestó
Mencionó que, para acompañar al paciente a transitar su dolor, angustia o pérdida, se debe hacer desde una postura muy objetiva sin utilizar estrategias.
“Nosotros no le damos al paciente herramientas, lo más que podemos ofrecerle es una compañía humana, es como lo hace que hace un arqueólogo, quien sabe cómo buscar las piezas que quedaron enterradas. Nosotros ayudaremos a las personas a encontrar sus propias piezas, aquellas que se perdieron hace muchos años, y otras que están rotas o incompletas, pero que nos cuentan su propia historia.
“Y eso le ayudará a cada persona a decidir cómo escribir su propio presente y su futuro. Por eso, la felicidad no se alcanza, mucho menos restaurándole las piezas, pues nosotros no podemos hacerlo si la persona no quiere restaurarse a sí misma, sino que la persona encontrará alivio al reencontrarse con esas piezas”, argumentó Cisneros durante la presentación del libro.