“Más que fotógrafo creo que soy poeta; busco poesía detrás de la fotografía”, afirmó el fotoperiodista Steve McCurry la tarde del 20 de octubre en el patio central del Museo Marco, donde se congregaron los admiradores de su trabajo, que ha sobresalido a nivel internacional.
McCurry presentó su libro Afganistán en fotografías, en el que reúne 100 imágenes que han conmovido al mundo, sobre todo la de la niña de mirada enigmática que dio la vuelta al mundo desde 1984, cuando apareció en la portada de la revista National Geographic.
El fotoperiodista charló con la galerista Patricia Conde, quien organizó la visita en la ciudad, en coordinación con el LCI Monterrey y Colectiva 7.
Conde inició la conversación recordando los inicios en la fotografía de su invitado, quien reveló que estudió cine en la Universidad Estatal de Pensilvania, pero luego se inclinó por la fotografía, después de dedicarse a tomar fotos para un periódico local.
“Quería estudiar cine, pero decidí dedicarme a la fotografía porque con la fotografía logras hacer algo inmediato, en cambio con el cine requiere mucha producción, muchos recursos, es más complicado, por eso con la fotografía somos mi cámara y yo.
“(Posteriormente) comencé a trabajar en revistas como National Geographic y Time, como fotógrafo independiente. Todos los que trabajábamos así éramos miembros de muchas agencias, pero la mejor era Magnum.
“Entonces mi sueño era sacar una membresía de esta agencia fotográfica tan reconocida. Estuve con Robert Capa, el fundador y otro de los grandes de ese grupo. Yo sigo siendo miembro, pero lo que es realmente importante como seres humanos es el crecer, evolucionar y reinventarse uno mismo; hice un cambio en el trabajo de revista y lo más interesante era el expresarme a mí mismo e ir a lugares en los que yo podía aprender”, expresó.
Durante la entrevista, McCurry recordó el día que plasmó el rostro de Sharbat Gula, la niña afgana de penetrantes ojos verdes cuya imagen que ha sido reproducida infinidad de veces, tanto en medios impresos como electrónicos.
Explicó que a mediados de 1984 había como 3 millones de refugiados afganos viviendo en Pakistán, Irak, y otros países. McCurry se encontraba en el campamento de refugiados Nasir Bagh de Pakistán, donde encontró a la niña de intensa mirada.
“Una mañana estaba en un campo de refugiados caminando por esas tiendas de campaña y escuché unas voces, así que me acerqué y vi que era una escuela para niñas; le pedí a la maestra si me daba permiso de tomar unas fotos.
“Lo primero que vi cuando entré a esa tienda fue a esa niña con esa cara increíble, sus ojos y pensé: ‘esto es lo que yo quiero fotografiar en esta situación’. Y estaba ahí un poco tímida, como que no quería, pero la maestra la convenció de que se dejara tomar una foto, entonces fue uno de esos momentos mágicos en que todo encaja perfectamente”, dijo.
Destacó que la foto se convirtió en un emblema no sólo para los refugiados, sino para todos los afganos, porque representaba la tristeza, pero al mismo tiempo la dignidad de este pueblo.
“La ven como algo que los representa de una manera muy digna, muy respetuosa, pero también había un rechazo en esa expresión, puede ver a través de ella una actitud sobre su situación en la que parecía pensar: ‘estoy aquí (como refugiada) pero voy a pasar esto’.
“Entonces ella tenía la frente en alto, viéndome directamente y a la vez, mostraba tristeza y rechazo; creo que fue un símbolo muy positivo para Afganistán. Hemos estado en contacto con ella en los últimos 16 años y hemos tratado de ayudarla”, relató el ganador de premios como el Robert Capa Gold Medal, Premio Nacional de Fotógrafos de Prensa y un récord de cuatro primeros lugares en el concurso World Press Photo.
VIAJANDO POR EL MUNDO
Steve McCurry viajó a Monterrey para inaugurar su exposición en la Galería Colectiva 7 y lo hizo en compañía de su esposa Andie y su hija Lucía de 11 meses de edad. Ellas estuvieron presentes en la charla que ofreció en el Museo Marco.
Mencionó que últimamente él y su familia viajan muy frecuentemente a diferentes países, los mismos que él había recorrido como fotoperiodista, pero ahora desde otra perspectiva, pues quiere mostrarle a su hija lo mejor del mundo.
“Yo he estado en Afganistán unas 30 veces y en India como 80 veces; también he estado yendo a los mismos lugares porque disfruto bastante. He estado en Cuba, en Italia muchas veces.
“Para mí es un honor ser el escolta de Lucía mientras va por todo el mundo. Ella es nuestra embajadora. Estuvimos en Cuba, en Portugal, en Italia, en las Islas Galápagos, ella es una gran viajera y gracias a su carisma la gente es feliz de que le tomemos fotografías”, compartió.
Sobre su método o técnica para tomar fotos, señaló que simplemente trata de lograr una conexión con las personas, incluso puede ser una comunicación no verbal, pues siempre trata de buscar la poesía en lo que va a fotografiar.
“Yo creo que la mejor manera de acercarte a alguien es entender primero que hay que tener esa conexión humana y verlos sin ninguna clase de juicio o curiosidad. Yo creo que hay que fotografiar a la gente como a alguien igual a ti, incluso puedes establecer comunicación y empatía, no necesariamente tienes que hablar con ellos”, consideró.
Y agregó: “Para mí, el tipo de fotografía que disfruto tiene que ver con la vida, tiene que ver con las emociones y tiene que ver con identificarte con algo que te haga reír o llorar, que veas algo que evoque algo en ti, y algo que nunca olvidarás al ver la foto”.
“Siempre me vi más que nada como poeta, alguien que ve al mundo en alguna forma en particular, que es la manera de ver las cosas que me importan y me interesan”, finalizó McCurry.