La humildad y el buen sentido del humor ayudaron a don Régulo de León Santos a convertirse en uno de los rostros más vistos en el centro de la ciudad. Ahora es como un sueño verse reflejado en la fotografía que se encuentra plasmada a un costado del Museo Marco, ya que nunca se imaginó ser reconocido a nivel mundial.
Los últimos años de vida los ha dedicado a laborar en un pequeño estacionamiento como cuidacoches donde ve la vida pasar, la gente es amable y siempre lo saluda, ahora su fama creció gracias a un concurso de fotografía que realizó el Museo y don Régulo fue uno de los felices ganadores; su rostro es apreciado.
Contó que cuando vio que estaban instalando el material de trabajo pensó que arreglarían algún servicio como “cables de la luz o algo así, porque no estaban pintando, dije ¿será un trabajo de luz?, y para salir de dudas le pregunté a la señorita de la tienda de la esquina ¿qué van a hacer ahí?, no me supo contestar.
“Al otro día vino la muchacha y me dijo `fíjate, te están pintando´, me invitó para que fuera a ver, fui y el muchacho ya estaba pintándome con su pluma; llegué, empezaron a tomarnos fotos, es muy bonito que la gente te aprecie, sí era yo al que estaban pintando”, dijo mientras resaltaba una luz en su mirada.
Entre risas comentó que lo pintaron un poco gordito, “pues como quiera tiene que cambiar uno poquito, tiene que ser, la verdad estoy muy contento”, mencionó el ancianito que tiene 73 años de edad.
“Es un orgullo para uno que vaya a estar ahí, nunca me lo imaginé… (y sonrió), cómo me lo iba a imaginar”, aseguró.
Don Régulo mencionó que en muchas ocasiones la gente le solicitaba permiso para tomarle una fotografía y él accedía.
“Ese día, vino una muchacha, Vero, de las que dejan el carro aquí y me dijo que me quería tomar unas fotos, me decía `andelé, no sea malo, la quiero para un estudio´y le dije que ya me habían tomado muchas fotos”, dijo entre risas, “de repente venía gente y me tomaban fotos que para estudio, para otro cosa, vino el viernes (23 de abril), me tomó fotos y me dijo que en la noche me esperaba en su estudio para tomarme otras, que es donde están mis patrones, fui, y el martes me llevé la sorpresa”, explicó.
Hace ocho años el ancianito trabajaba en la minería y también se dedicaba a cosechar maíz y frijol en Camacho, Mazapil, Zacatecas de donde es originario; no obstante, amigos lo convencieron para venirse a Monterrey ya que aquí tendría más ganancias.
Un año trabajó en la colonia Moderna en una fábrica que se dedicaba a la elaboración de pisos, posteriormente sus patrones le ofrecieron el empleo en el estacionamiento que se encuentra ubicado en la calle Abasolo, casi esquina con Diego de Montemayor en el centro de Monterrey y labora de 7 de la mañana a 10 de la noche.
Su rostro está marcado por las arrugas, gracias a los años que Dios le ha permitido vivir, su piel se encuentra quemada por los rayos que diariamente lo azotan, pues aunque tiene algunas “sombras” dónde protegerse no son suficientes.
A diferencia de otros empleados que una vez terminada la jornada laboral, se van a sus hogares, para don Régulo no es así; llega la hora de cerrar y se queda dentro de un pequeño cuarto, es decir, ese es su hogar; ahí come y se baña, aunque tiene familiares en el municipio de Guadalupe, prefiere quedarse en el trabajo para cuidar y responder como buen empleado.
Tiene refrigerador y abanico, el fiel compañero un radio y los fines de semana el ruido de los antros del famoso Barrio Antiguo.
El ancianito muy sonriente dijo sentirse a gusto con lo que hace, ya que así cumple con sus compromisos, pues gana alrededor de 800 pesos por semana y con ello mantiene a su esposa.
“Mi principal compromiso es mantener a mi esposa que se encuentra en Zacatecas, pues que más hace uno, no se puede quedar así, voy cada dos veces por año, porque no se puede o cuando se necesite y habló los domingos, hay que trabajar.
“Estoy agusto, no me aburro, hay que conocer amigos, platico con la gente que viene tanto hombres como señoras, muchachas, de todo y se la pasa uno aquí bien conviviendo con ellos”, comentó.
Su esposa se llama Dora Pineda Lozano, quien tiene 60 años de edad y hasta el viernes 30 de abril aún no recibía la buena noticia, “no sabe, pero el domingo le voy a hablar para decirle, le voy a guardar periódicos, porque no tarda en salir todo lo demás”.
Don Régulo tuvo seis hijos, cuatro de ellos aún viven y estudiaron hasta la secundaria, él sólo hasta tercer año de primaria ya que en aquellos tiempos era difícil estudiar.
Muy contento dijo que ahora la familia se sentirá orgullosa de ver a su padre en un lugar importante.
Algunos estados en los que trabajó como minero fue en Durango, Coahuila y municipios de Nuevo León.
A diferencia de la mayoría de las personas que vienen de pueblo y emigran a Estados Unidos a laborar, don Régulo no lo hizo, el amor por la tierra mexicana fue mayor.
“Había contratistas que me ofrecían trabajar allá, pero no quise, andaba bien trabajando y dije qué voy a hacer, aquí también se puede, todo es cuestión de querer y no, no he ido”, menciono.
Por su parte Miles “Mac” MacGregor es el encargado de la obra, quien tiene más de 16 años de pintar rostros de personas anónimas, pero que expresen algo a la comunidad.
Destacó que don Régulo fue ganador gracias a su sentido humanista, “por su rostro, lo que refleja, su historia, humildad, representa a los campesinos y hay que sacarlos del anonimato”, dijo “Mac”.
Comentó que la idea inicial del concurso “Seres Queridos” fue de una organización española dirigida por Anna Dimitrova, quien contacto a artistas de Francia, España, Cuba y a él, para escoger a los personajes con mejor historia y expresiones faciales.
El Museo Marco lanzó la convocatoria para un concurso de fotografía donde participaron amateurs, profesionales.
“Iniciamos la obra el martes 27 de abril y quedará terminada para el domingo (2 de mayo), esto es difícil por el tamaño, por el calor que hace”, comentó el artista estadounidense originario de Los Ángeles, California, quien además ha pintado rostros en el Distrito Federal y Tijuana.
Otros cuatro murales que abrieron el proyecto “Seres Queridos” se encuentran ubicados en el estacionamiento del bar San Pedro Antiguo, en Doctor Coss y Morelos y esta en manos del cubano Jorge Rodríguez -Gerada, quien utilizó la técnica del carboncillo para dibujar a Aurelio Enríquez, mejor conocido como el señor de la tuba.
Otro de los rostros regiomontanos se encuentran en el Puente Atirantado, es el rostro del niño Fernando Rodríguez, quien es admirado en el centro de la ciudad y está en manos del pintor de Sex el Niño de las pinturas y el otro se encuentra en el Túnel de la Loma Larga, es el retrato de Ángel Salazar “El Mago de la Suerte” ,realizado por el artista francés Atma.
El tiempo para que estos retratos permanezcan es de por lo menos seis meses; este tipo de dinámicas culturales se realizan en diferentes ciudades del mundo como Londres, Sao Paulo, NY, París, entre otras.
Don Régulo es tan codiciado es los últimos días que hasta lo buscan de otros medios de comunicación y los admiradores se empiezan a tomar decenas de fotografías, él los atiende amablemente, ya que nunca imaginó ser famoso y eso enriquece su corazón y lo motiva para seguir -como lo ha hecho hasta hoy-, amando la vida.w