
Es un hombre privilegiado. A pesar de los 35 grados que altera el ánimo a cualquiera de los habitantes de esta metrópoli, don César ni sufre ni se acongoja; él se dedica tranquilamente como dibujante a plasmar a los transeúntes del área donde está ubicado dentro del parque Fundidora.
Debajo de un frondoso árbol, instaló su mesita cuyas patas están cubiertas con una lona publicitaria que señala los precios de cada caricatura: individual 40 pesos y en pareja, 70.
Don César Rogelio Daniel Rodríguez alias “El Padrecito”, tiene 3 años en este gran pulmón donde antes fuera el considerado el sitio más emblemático de la ciudad, pero primero estuvo “retratando” a la gente que visitaba el parque La Pastora en forma “chusca”.
“Allá en el parque La Pastora estuve 16 años y medio, pero con los problemas de la inseguridad ya la gente dejó de ir, entonces yo casi no tenía trabajo”, comentó este caballero que se distingue por su buena prestancia.
La Pastora fue gran fuente de inspiración para este señor cuya destreza con el lápiz y el plumón es asombrosa.
“En el otro parque iban mucho en familia, allá les preguntaba ‘¿con qué animal quieres que te dibuje?’, y les ponía jirafa, un changuito, pero había algunos más violentos que querían un león y los dibujaba como karatekas, como si estuvieran peleándose.
“Allá sí me daban chance de poner sillitas al lado de mi mesa; tenía seis sillas y la gente se sentaba y hacían como una verbena, se quedaba la gente ahí platicando. A mí me gustaba mucho estar ahí en el zoológico, pero luego se vino abajo todo, con eso de la violencia la gente dejó de ir al parque y ahorita además está muy abandonado”, mencionó el ilustrador con un dejo de tristeza.
Don César tiene 73 años y de miércoles a domingo llega a su puesto dentro del espacio recreativo que ha sido sede además de grandes eventos culturales y deportivos, a partir de las 12 del mediodía y su jornada laboral concluye a las seis de la tarde.
En casi 20 años de plasmar personajes, ya sea en forma individual o familiar, el caricaturista manifestó que ha visto las diferentes reacciones en sus clientes, pues hay quienes van en pareja y sólo uno de ellos quiere el dibujo, pero luego inician una discusión en la que en el peor de los casos se van sin dibujo y terminan de pleito, y en el mejor, aunque sea uno de ellos sí quiere su dibujo de “souvenir”.
“Qué gustos de la gente que les haga este tipo de dibujos; a veces no les gusta porque vienen en pareja y uno quiere hacerse el dibujo, pero el otro no, entonces hasta se van molestos, pero sí hay mucha gente que quiere su dibujo”, indicó.
Consideró que el uso de los teléfonos celulares que traen cámara con aplicaciones que pueden parecer dibujos, no ha afectado la demanda en cuanto a que sigue teniendo más o menos la misma clientela desde que inició con esta actividad.
“Tengo un yerno que me ayudó a conseguir el permiso para poder estar aquí en el parque y me dieron esta credencial .Ya me está conociendo la gente, porque ya estuve en diferentes puntos y ya me gustó quedarme enfrente de las chimeneas”.
Mientras se realizaba la entrevista en pleno mediodía, don César ya había hecho dos dibujos y los que ese día pasaron por ahí observaban como queriendo detenerse a ver cómo desliza el lápiz y recrea a la persona que tiene frente a sí.
“De ocho a diez minutos”, contesta Don César cuando le preguntan cuánto tarda en hacer la caricatura. Lo primero que pide a la persona que va a inmortalizar con su dibujo es que lo vea encima de su cabeza y empieza con los rasgos del rostro, para seguir con las formas del cuerpo.
Dice que el número de dibujos que realiza por día varía mucho, ya que hay veces que hay mucha afluencia pero pasan de largo, mientras que en ocasiones hay poca gente, pero son los que se muestran más interesados en llevarse de recuerdo su propia imagen convertida en una especie de personaje de cómic.
“Por ejemplo ahora en vacaciones generalmente hago entre 15 y 20 dibujos, y cuando está muy tranquilo, aprovecho como quiera de hacer dibujos, simplemente para entretenerme.
“Aquí tengo varios dibujos que hice de otros lugares, como el Mesón Estrella, donde también me dibujo con bolsas de fruta y verdura; acá está otro en la lucha libre, y desde luego, tengo muchos de La Pastora, porque me gustaba observar y dibujar lo que veía a mi alrededor”, afirmó.
Don César estudió dibujo por correspondencia por parte de la Continental School de Los Ángeles, California, aunque realmente se considera autodidacta y reconoce que tiene una gran influencia de don Gabriel Vargas, el creador de “La Familia Burrón”.
EMPLEADO DE FUNDIDORA
A veces, la ironía de la vida se presenta de diferentes maneras. Antes de que don César dibujara rostros de niños, jóvenes y adultos en el zoológico y el parque, justo fue empleado de Fundidora, en donde ahora sólo quedan los “fantasmas” de esta monumental estructura.
“Yo trabajé aquí en Fundidora cerca de 25 años como eventual. A los eventuales nos tenían por si había vacantes por los trabajadores que faltaban, si había algún accidente, o por vacaciones nosotros los cubríamos y hasta que nos llegaba la planta ya entrábamos a trabajar.
¿Qué siente de estar todos los días este lugar que en aquel tiempo fue también su fuente laboral, pero totalmente diferente a como es ahora?
“Pues tristeza por una parte, pero alegría por otra, porque en vez de que hicieran algo como centros de vicio o ese tipo de cosas, hicieron este parque tan bonito. Yo sé todo lo que pasó aquí, por ejemplo los accidentes mortales y muchas anécdotas que tengo.
“Pero de hecho, también en ese entonces dibujaba, y en Fundidora los directivos me mandaban llamar para que les hiciera personajes y fue cuando inventé a “Pepe Fierro” y “Juan Acero”, uno era muy trabajador y el otro era menos; como siempre hay en todas partes, que hay unos que trabajan más que los demás.
“Además hacían concursos de carteles de seguridad para todos los obreros y yo era el rey en eso, me ganaba los primero lugares y los compañeros decían que ya no gané `El Padrecito´, porque así me decían entonces”, compartió.
Entre sus clientes también ha tenido desde “gringos”, hasta croatas, quienes le han manifestado su agrado cuando ya ven la “obra” terminada.
EL “PADRECITO”
Fue justamente cuando trabajaba como eventual en La Compañía Fundidora de Fierro y Acero Monterrey, Nuevo León, cuando don César Rogelio fue bautizado como “El Padrecito”, mote que se le quedó y que es el posible título del libro que escribió sobre sus vivencias en la empresa siderúrgica fundada en 1900.
“Escribí un libro sobre las anécdotas que tengo de aquí de Fundidora, porque se han hecho muchos libros, pero no existía uno que narrara cómo era trabajar aquí”, expresó.
Explicó que le decían “El Padrecito” porque una vez que hacía mucho frío llevó un abrigo oscuro, pero se dejaba ver la sudadera blanca, y como “era muy serio”, los compañeros empezaron a llamarlo así.
Agregó que recibió la asesoría de Alberto Casillas, el historiador del parque, quien ya lo llevó a la Dirección de Publicaciones de la UANL esperando autorización para que se edite e imprima.
Además, por obvias razones también realizó la portada del libro, en donde aparece él mismo recordando aquellos tiempos.
“Yo titulé el libro ‘El Padrecito’, porque era como me decían, a lo mejor le cambien el nombre, y también hice el dibujo de la portada del libro. Ahí estoy de viejito, en sandalias sentado en mi sillón y arriba aparece el elefante de acero, o sea, como que me estoy acordando de esa época”, señaló.
Destacó que tiene tantas anécdotas y fotos para hacer como tres libros, pero primero espera que le publiquen esta primera entrega, mientras continúa trabajando con mucho entusiasmo en sus dibujos.
“Aquí estamos hasta que el cuerpo aguante, ahorita todavía puedo moverme, me vengo en camión desde Guadalupe y descanso los lunes y martes, pero aquí me encuentran siempre”, concluyó don César, “El Padrecito”.