
por IRMA IDALIA CERDA
“La pintura es como una droga”, afirmó Jevo Vázquez, un ex “chavo banda” al narrar la forma en que el arte cambió su vida mientras una decena de jóvenes terminaba de pintar un mural alusivo al bicentenario en la esquina que esta ubicada frente al centro social Fernando Amilpa, en el municipio de Escobedo.
José Luis Vázquez, mejor conocido como Jevo, se muestra contento de los resultados del programa Puerta Abierta de la red de 28 Centros Comunitarios de la Secretaría de Desarrollo Social, la cual lanzó la convocatoria “Unidos Pintando Nuevo León por el Bicentenario” .
“Yo vengo del barrio de la Constituyentes de Querétaro y cuando tenía 15 años también hacía graffiti ilegal, hacía firmas, apañes, pero un programa del municipio que se llamaba `Haciendo Esquina ´ me invitó a hacer un mural.
“Entonces pinté un mural acerca de cómo los vicios te hacían daño y así empecé a pintar. Después gané el primer lugar en un concurso y mandaron a un maestro para que nos diera clases a toda la banda de la Constituyentes y de la Peña Guerra”, recordó Jevo, quien a los 32 años está comprometido con los jóvenes que dejaron las drogas por las brochas.
Según el artista urbano, el poder manifestarse a través de los murales es satisfactorio e incluso terapéutico, tanto, que quienes los realizan pueden encontrar una verdadera vocación o, en el mejor de los casos, la pueden convertir en una nueva “adicción” para ellos.
“La intención no es tanto quitar el graffiti, sino hacer una modificación más artística y con este concurso sobre el bicentenario también llevarlos a lo que es el muralismo, ya que el muralismo mexicano fue creado para la gente que no sabía leer ni escribir.
“Lo que están haciendo los chavos es plasmar imágenes patrióticas, pero al mismo tiempo envían un mensaje a la gente que transita diariamente por esta colonia. A veces la pintura es como una droga. Realmente cuando empiezas a pintar se vuelve una droga, porque quieres seguir pintando y eso también se le llama amor al arte.
“Cuando ves a los jóvenes a las tres de la tarde con este sol de Monterrey trabajar 2, 3 o hasta 4 horas , entonces siento que para ellos es una especie de droga y un verdadero amor al arte”, reflexionó Vázquez, quien ha realizado alrededor de 100 murales callejeros a lo largo de 17 años en diferentes ciudades.
PINTAN SU RAYA… Y MURALES
Los murales en los que están trabajando los “chavos banda” de los 28 diferentes centros comunitarios distribuidos por todo el estado, también reflejan mucho de su propio contexto habitacional, pues a decir de Jevo, las imágenes hablan de un transfondo cultural dentro del mismo núcleo en el que se mueven .
“Lo interesante es ver la diversidad entre las bandas, porque están participando bandas que pintan con un concepto más mexicano-religioso, porque se inclinan más por la música vallenata; luego ir a la Alianza en donde llaman la atención unas charras que hacen la señal típica del rocker y te das cuenta que las pintaron rockeros porque los ves de negro y con el pelo largo.
“Hay otros murales en los que se aprecia más el graffiti, son hechos por los hip-hoperos o raperos, pero hay otras bandas que son más reggaetoneras; entonces encontramos una gran diversidad, pues cada grupo tiene su estilo propio en la forma de hablar y de vestir , por ello los murales que hacen plasman un lenguaje visual de la identidad del barrio o pandilla a la que pertenecen”, explicó.
Oswaldo es un joven de 15 años en rehabilitación por drogas y ha encontrado en esta actividad un refugio para encauzar su energía, sin tener que vivir aislado.
“Desde hace tres semanas empecé a pintar y me siento bien porque la gente puede ver que no estamos haciendo maldades y también que hacemos algo para que se vea bonita la colonia, que no se vean las paredes rayadas y feas.
“Nos dividimos el trabajo, porque por ejemplo ahorita estoy pintando más la parte del águila y luego me pongo a hacer también lo de las letras”, dijo el adolescente que decidió integrarse a este proyecto para sentirse útil.
“Mis papás me dicen que está mejor estar haciendo esto que andarnos drogando o haciendo maldades como robar. Como quiera cuando termine esto quiero seguir aprendiendo pintura y terminar la secundaria en el INEA”, agregó mientras definía la silueta del águila del mural firmado por “Tercos”.
Esa misma tarde, los de la banda esperaban a Hernán, quien también trabaja en la cooperativa de la escuela que se encuentra a un lado del entro comunitario Fernando Amilpa y como Oswaldo quiso cambiar el rumbo de su destino.
“Yo he ido a pintar más murales con Jevo, pero este es el que más me ha gustado. Casi siempre vengo de 2 a 6 de la tarde y antes también estaba tomando clases de computación aquí en el centro”, mencionó.
Comentó que gracias a esta capacitación, quiere empezar a trabajar en la compostura y mantenimiento de computadoras y seguir pintando murales aunque el tema ya no sea el del Bicentenario.
SÍ FUNCIONA
La labor que realizan los talleristas de este y los 28 centros comunitarios que se localizan en diferentes municipios como Santa Catarina, Monterrey, Guadalupe, Juárez, Apodaca, Cadereyta, Pesquería, entre otros, ha servido para atraer a los menores a que ocupen su tiempo de manera productiva
“Lo que nosotros hacemos es promover distintos cursos o talleres con el propósito de que ellos no se sientan relegados porque a final de cuentas al ser este un centro comunitario lo que ellos buscan es un espacio donde los puedan aceptar.
“Vienen aquí y claro, hacen sus travesuras, pero lo que tratamos es de encauzar esas energías a través de clases como serigrafía, computación, deportes y algunas actividades de expresión cultural como la pintura mural”, destacó Víctor Cervantes González, administrador del centro comunitario Fernando Amilpa.
“Lo difícil es retenerlos, entonces lo que tratamos de hacer para que se queden, es que se sientan miembros de esta comunidad y sientan que lo que hacen es suyo, es decir, que tengan un sentido de pertenencia tanto en el centro comunitario como en las cosas y a las actividades que aquí mismo pueden encontrar”, señaló.
Cervantes González dijo que el centro inició sus operaciones desde hace cinco años y desde entonces se ha tratado de integrar tanto a jóvenes como a niños y amas de casa, quienes también son beneficiados al aprender cursos como belleza, corte y confección, carpintería, etcétera.
Pero el reto mayor a los que se ha enfrentado el personal que labora en el centro, es que los 90 muchachos que ingresaron al programa de los murales, proceden de seis diferentes pandillas.
“Hay conflictos entre ellos siempre. Tratamos de alguna forma que esos conflictos los olviden y que aquí en se dediquen en lo que están aprendiendo mediante un compromiso previo y un pacto que hicieron al entrar para trabajar en equipo sin importar que afuera tuvieran diferencias”, aseveró el funcionario.
El centro cuenta con la atención de un psicólogo, instructor de computación, un promotor social, un promotor deportivo, además de los maestros que imparten clases como serigrafía, danza, belleza, entre otros, sumando un total de 13 personas que prestan sus servicios en este espacio en particular.
“Lo que buscamos es que se capaciten porque también tenemos talleres productivos y luego ellos lo aplican .En el caso de pintura mural queremos capacitar al muchacho que tenga más cualidades y muestre mayor interés, para en un corto plazo él pueda ayudarnos con el resto de la gente que está interesada y que al mismo tiempo reciba una remuneración”, indicó.
Un testimonio verídico es el que comparte Jevo Vázquez, quien formaba parte de la pandilla “Los Picahuesos” , pero a raíz de que ganó el concurso, continuó pintando murales y posteriormente sintió el compromiso de transmitir esa experiencia con los que ahora trabaja.
“Cuando se da la transformación de empezar a estudiar, de trabajar con otras instituciones y con otros programas, como el Instituto Estatal de la Juventud, con lo que era Monterrey Joven, y gracias a las oportunidades que se dieron con estos programas, fue cuando también tuve oportunidad de realizar murales, fuera de la ciudad en algunos estados de la República y también en el extranjero como en Colombia o en Estados Unidos”, reveló Jevo.
“Ahora tratamos de devolver la moneda y la mejor satisfacción que uno tiene no es tanto una retribución económica, pues cuando te encuentras a estos chavos y verlos en el oficio de la pintura y trabajando en programas del municipio o del gobierno, ves que el proyecto le sirvió en cualquiera de las instituciones, es el mejor pago para mí”, concluyó el artista urbano que ha expuesto en forma individual y ha participado en numerosas muestras colectivas.