En Monterrey existe un lugar donde la fantasía se combina con la realidad, donde es posible comer platillos inspirados en populares series japonesas como Dragon Ball y Pokémon que son servidos por un staff que parece surgido de las páginas de un manga (cómic) japonés.
Diversión, alimentos, interacción con nuevas personas y un concepto oriental en donde el servicio es el principal enfoque para que los clientes se sientan satisfechos, es lo que se puede encontrar en un concepto relativamente nuevo en territorio neolonés: el Maid Café.
La historia de estas cafeterías se remonta hacia el año 2000 en el barrio de Akihabara, en Tokio, Japón, en donde surgieron gracias al repunte de la cultura otaku, derivada de la afición por los animes.
Carlos Castro, propietario de Li Jiang Maid Café, el segundo en Monterrey con esa temática, platica que aunque el concepto tiene como base el anime, en Japón va dirigido a un sector adulto; en cambio en México es algo cien por ciento familiar.
En un Maid Café los meseros interpretan el papel de un sirviente del siglo XIX, reconociendo a los clientes como amos y señores cada vez que llegan a la casa, en este caso, cada vez que llegan al restaurante.
“Maid es una palabra en inglés que se deriva del francés y significa sirvienta, así se les llama a las chicas que están vestidas de manera atractiva, traen orejas y cola de gato, y desde que llegan te reciben como si fueras el amo que visita la casa, en todo momento se trata de hacer que estés contento.
“La ambientación y decoración del restaurante consiste en ciencia ficción, videojuegos y series niponas o coreanas”, explica.
TODO COMIENZA ASÍ
La idea de iniciar con el Maid Café surgió luego de que Carlos y su esposa, quien es originaria de Yunnan, China, abrieran un restaurante de comida oriental.
Aunque Carlos es aficionado a los cómics, jamás consideró abrir un café con animación japonesa; sin embargo, la monotonía de su primer negocio los cansó y decidieron cambiar el enfoque.
No obstante, quería ser diferente a la mayoría de los Maid Cafés que hay en la Ciudad de México, en donde, asegura, una gran cantidad son tendajos que ofrecen postres de lata sin relación a la comida japonesa.
“Un amigo fue el primero en poner un Maid Café, no sólo en Monterrey, sino en todo México. Se llamaba Oshimaid Maid Café y fue inaugurado el 29 de febrero de 2008 en la zona rosa del centro de la localidad.
“Un año y medio después de que él cerró, comenzamos aquí en avenida Del Estado, entre Filósofos y Agrónomos, en la colonia Tecnológico; ya tenemos cuatro años, gracias a Dios nos ha ido muy bien”, apunta.
Inicialmente solo los visitaban otakus (personas con aficiones apasionadas al anime y/o manga) y estudiantes de la zona. Actualmente lo hacen familias enteras, desde el nieto hasta el abuelo, haciendo del Li Jiang Maide Café un lugar de diversidad en donde predomina el respeto.
“Viernes, sábado y domingo es una combinación muy rara, aunque nuestro concepto va dirigido para el público otaku, la mayoría de nuestros clientes son familias enteras que vienen sólo por la comida; claro, a los niños les gusta venir por el concepto.
“Vienen muchas personas de la tercera edad y nos dicen: ‘oiga, ya quite a esos chinos’, porque en las televisiones tenemos series coreanas”, precisa.
El servicio es caracterizado por la amabilidad y ternura de los chicos y chicas, pero en Li Jiang Maid Café hay ciertas reglas que se siguen para no confundir el concepto con el coqueteo, aunque hay clientes que sólo acuden por simpatía hacia las camareras.
“Tenemos clientes que vienen por las muchachas, compran platillos que cuestan cierta cantidad y dejan el doble, sin embargo, no pueden sujetar las manos de las chicas, no pueden fotografiarlas y cambiamos sus nombres reales por nombres japoneses, esto mantiene la magia del café”, puntualiza.
Para aderezar el ambiente, se realizan concursos para que los comensales se diviertan e interactúen con otras personas, dinámica que se incrementa los fines de semana, días en que los clientes comparten la mesa con desconocidos.
“El fin de semana se llena tanto que hasta puedes conocer gente nueva, porque llega un momento en el cual se sientan dos o tres grupos de personas diferentes, comienzan a platicar y se hacen amigos”, asegura.
En el restaurante se pueden encontrar alimentos como takoyakis, okonomiyakis, pollo agridulce, arroz y tacos asiáticos, pero también hay comida occidental con el sello de las caricaturas japonesas.
“Tenemos las originales Pokéburguer, en donde el pan figura la pokebola de la caricatura Pokémon, artefacto donde se guarda a unos monstruos combatientes; también están las Dragonburguer, como las esferas de Dragon Ball, papas con queso y trompo, entre otras cosas”, detalla.
Además de la comida salada hay una gran variedad de postres, como la Sayayín Cup, que se conforma por un litro de nieve, fruta, cereales y galletas, ideal para esos paladares que gustan de consumir altas cantidades de azúcar.
En principio asistían a las convenciones con el objetivo de hacer publicidad y atraer más clientes a su negocio, pero se dieron cuenta que no era rentable y, en cambio, sólo se hacían merecedores a una gran cantidad de trabajo.
Al asistir a una exposición de anime tenían que invertir alrededor de 110 mil pesos para sólo recuperar el 0.10 por ciento, pues tenían que cerrar el restaurante, al menos cuatro días.
Por lo anterior, ellos acostumbran hacer su propio día del cosplay, en donde los clientes, la mayoría jóvenes, acuden disfrazados de su personaje favorito.
“Ciertos periodos en el año hacemos el día del cosplay, y regalamos una copa especial por venir caracterizado. Esto lo hacemos porque queremos que la gente tenga un lugar donde se sienta a gusto”, señala.
Cada vez que se organiza una exposición de anime en algún lugar de la localidad, también es común ver otakus disfrazados en el restaurante de Carlos, cuestión que no incomoda a las personas que no están familiarizadas con la cultura japonesa.
LES GUSTA DIBUJAR SONRISAS
Missha y Ame son dos ‘sirvientas’ apasionadas por atender a sus amos con respeto, ternura y lealtad, agregando un toque de confianza para que se sientan complacidos.
Van de un lado a otro por todos los espacios de Li Jiang Maid Café haciendo reverencias y preguntando si todo está en orden, siempre con una sonrisa que demuestra la pasión por lo que hacen.
“Mi nombre es Missha, lo elegí porque una compañera tenía una gatita que así se llamaba y me gustó. Nosotras atendemos a la gente de una manera muy servicial, como si fueran nuestros amos, como cuando un gatito se te acerca ronroneando y se talla en tus pies, así con esa ternura”, detalla la chica de ojos verdes.
El peculiar servicio que se caracteriza por la unión con el cliente y el trato cálido es una tradición en Japón, asegura la doncella.
Además de llevar y traer los alimentos, en ciertas ocasiones hacen coreografías con sus compañeros, o cantan en japonés cuando es una fecha especial, como el festejo de algún cumpleaños.
“Yo Soy Ame, mi nombre está inspirado en una película de anime llamada Teen Wolf, y uno de los hijos lobitos se llamaba Ame, que significa lluvia”, explica la maid pelirroja.
Ellas son un ejemplo de la personalidad kawaii, gente nipona que se caracteriza por ser cariñosa, tierna o linda, asevera su jefe Carlos.
“También hacemos hechizos para las comidas, en Japón se acostumbra que los okonomiyakis vayan con un dibujo y al final se hace un hechizo para que sepan más ricos, nosotras hacemos lo mismo.
“Cuando hay fiestas hacemos un pastel especial que no está en el menú, ese es un regalo de Li Jiang para quienes se festejan aquí, además les cantamos las mañanitas”, refiere Missha.
Los okonomiyakis, son bolitas de harina rellenas de pulpo, pollo o vegetales, según la elección del consumidor.
Lo más satisfactorio para Missha y Ame es que las personas que acuden al restaurante las reconozcan por su nombre, pues eso quiere decir que están haciendo un buen trabajo.
Es así como una de las culturas orientales poco a poco toma fuerza en territorio regiomontano, al grado de que grupos de empresarios u oficinistas visitan el Li Jiang Maid Café en sus horas de comida.