Asociado a la homosexualidad debido a sus delicados movimientos y la línea muy delgada entre lo estético, lo elegante y lo femenino, el ballet es una profesión donde los estereotipos marcan a las personas.
La socióloga y especialista en psicología gestal, Luz Elena Asúnsolo Vázquez, señaló que cuando hablamos de diferencia de género, es necesario tomar en cuenta que más allá del origen biológico de nuestros genes, culturalmente existen posturas socio-políticas que determinan el comportamiento del hombre y de la mujer con funciones específicas.
Coincidiendo con esto, la experta en sociología, María Antonieta Gutiérrez Falcón, puntualizó que de alguna manera la sociedad determina las expectativas respecto a lo que es ser hombre y mujer.
“Los patrones establecidos son el impedimento para aceptar a un ser humano vulnerable y sensible”, dijo la doctora en Sociología y catedrática del departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Monterrey.
Para Gutiérrez Falcón, México es un país en el que los roles de género están muy definidos y por eso que se genera una incertidumbre en los roles establecidos que en un momento dado llegan a cuestionarse.
“En la sociedad mexicana existe un estereotipo del comportamiento masculino más en los valores de competitividad que en la sensibilidad humana”, explicó Gutiérrez Falcón.
Asúnsolo Vázquez manifestó que para los varones optar por el ballet es romper patrones socialmente establecidos y jugar roles sociales alternos a los esperados para su género.
“El hombre no acepta cambiar sus patrones pues siempre querrá tener el control político, social y económico, cuando una persona se sale del patrón se da una confrontación con su entorno y con la comunidad”, concretó Gutiérrez Falcón.
En el ballet, la mujer ha encontrado un escenario favorable para expresarse y es socialmente aceptado y promovido como una actividad propia de su género, explicó Asúnsolo Vázquez.
Por el contrario, el bailarín está en constante batalla con el concepto que se tiene del varón, indicó Gutiérrez Falcón, pues aquellos profesionales que tienen el valor para enfrentarlo y en algunos casos confrontar a la familia, salen por completo del concepto y es por eso que se genera un rechazo automático por parte de la sociedad.
“El ballet demuestra mucha sensibilidad, es por eso que a veces se da el amaneramiento, creando una liga fuerte con la homosexualidad, la idea de la sensibilidad y vulnerabilidad igual a homosexualidad es una ideología que no se podrá cambiar”, afirmó.
Sin embargo, Asúnsolo Vázquez agregó que debemos tener en cuenta el sentido evolucionista de la sociedad, ya que ésta se mantiene en constante cambio y en tiempos modernos a velocidad vertiginosa, por lo que es un poco más fácil la aceptación en el cambio de roles.
“Me parece que hay una mayor apertura para ver con naturalidad el que los hombres se incorporen al ballet, aún cuando su virilidad se pone en tela de juicio”, opinó.
Gutiérrez Falcón dijo que las nuevas generaciones tienen la posibilidad de adquirir una mente más abierta en la que la relación y co-relación de roles exista, con un entendimiento claro entre sensibilidad y homosexualidad, la sociedad debe apostar por una ideología sensible y humanizante.
Hoy en día las puertas del arte escénico brindan mayor apertura y permiten que ambos sexos se desarrollen con plenitud. Incluso cuando los varones muestran un buen desempeño en esta área, tienden a obtener socialmente un reconocimiento mayor que el de las mujeres.
Asúnsolo Vázquez expresó que varios de los papeles protagónicos en el ballet clásico están pensados para el lucimiento de la figura femenina, sin embargo muchos han sido cubiertos por el varón con majestuosidad y dominio de la técnica, favorecidos por la fuerza que representa su género.
Hombre y Ballet:
Arte con Pasión
En el ballet generalmente es la mujer quien desempeña el papel principal y luce ante un escenario, sin embargo, el varón representa la parte más fuerte de este arte, pues es quien constituye el pilar del equilibrio y la perfección del baile.
Perfección que Iván Freeman Murguía, bailarín veracruzano, buscó a partir de los 18 años en una profesión difícil para su género.
En una etapa donde la inquietud de los jóvenes se despierta para tomar decisiones que marcaran sus vidas, este es el momento en el que un joven se debate entre seguir lo establecido por la sociedad ó alcanzar su verdadera pasión.
Confrontando a sus amigos y el deseo de su padre de convertirse en ingeniero, Iván partió hacia Nuevo León el 9 de agosto de 2001 con la aprobación de sus padres.
Llegar a Monterrey y no conocer a nadie, saber que las capacidades y el aspecto físico no están tan desarrollados como los demás, hacen que se genere una inseguridad y al decir que eres bailarín comienzan los prejuicios y las tachaduras sociales.
“En el ballet luchar contra esos patrones y tratar de cambiar esa ideología es lo más difícil, sobre todo en una sociedad como la mexicana”, señaló el propietario de la academia Freeman Dance Training.
Para el también solista del Ballet de Monterrey, los hombres mexicanos comienzan el estudio del ballet a edad avanzada, pues resulta un poco más fácil comprender y manejar todo lo que conlleva esta carrera.
Cuando se es niño no se está del todo consciente, pero conforme uno va creciendo este tipo de disciplina va metiéndose cada vez más en la vida y puede resultar difícil, pues se afrontan problemas a temprana edad.
Este fue el caso de Daymel Sánchez Cruz, quien comenzó su carrera a la edad de 7 años en La Habana, Cuba, teniendo que soportar burlas y el rechazo de sus compañeros.
En el ámbito del ballet son pocos los que logran romper con las barreras sociales, físicas, económicas, emocionales y psicológicas: la mayoría de los estudiantes que comienzan a una edad temprana, abandonan la carrera, pues las tachaduras y la exigencia se convierten en una carga más que una pasión.
Entre la batalla por la aprobación social, se forja un carácter, dijo Sánchez Cruz, primer bailarín del Ballet de Monterrey y solista del Miami City Ballet, quien considera que en la vida te caes para aprender a levantarte y esta carrera te enseña a eso.
“El único remedio para vivir con esa ideología de la sociedad es aprender, hacerlo parte de tu vida, bailar, entregarse y sentirse bien consigo mismo”, dijo.
Los dos bailarines coincidieron en que México es una sociedad donde sobresalir es difícil pues la cultura aún no está desarrollada, no existe la motivación y no se ha apostado por esta carrera, además de que hace falta apoyo a los bailarines en todos los aspectos.
Es por eso que Freeman, como bailarín y empresario, considera que las principales características que deben implementarse en los varones que quieren triunfar dentro de este ambiente son tenacidad, dedicación y resistencia ante los obstáculos, ya que es un arte de mucha pasión y si ésta realmente se tiene, finalmente se logran los propósitos.
El ballet genera una virtualidad y una forma de expresión donde el cuerpo se convierte en la voz del bailarín, la danza y el hombre se fusionan para crear un arte con pasión, aseguró.