
Acatempan es famosa en la historia de México desde el 10 de febrero de 1821 porque en este sitio de la ciudad de Teloloapan, en el actual estado de Guerrero, se dieron el simbólico abrazo Agustín de Iturbide, comandante en jefe del Ejército Realista desde noviembre de 1820, y Vicente Guerrero, jefe de las fuerzas que peleaban contra España por la independencia. Y así, con este gesto de reconciliación, terminó la guerra que había iniciado la madrugada del 16 de septiembre de 1810 el cura Miguel Hidalgo.
Acatempan revive cada año, hasta nuestros días, este significativo suceso y Teloloapan se viste de fiesta cada 10 de febrero; su resonancia no llega más allá del corazón de la Sierra Madre del Sur en la región norte del estado de Guerrero, a pesar de que es una zona a la que atraviesa la carretera federal 51, que comunica a la conocida ciudad de Iguala con Ciudad Altamirano. La memorable frase de Vicente Guerrero, “La Patria es primero”, sigue resonando aquí como elogio a la respuesta del guerrillero a la estrategia del virrey Apodaca, consistente en enviar al campo de batalla al padre de aquél pidiéndole que dejara las armas.
Ese famoso abrazo entre Iturbide y Guerrero se dio después de que el primero, conociendo que los rebeldes dominaban como nadie la sierra y ganaban cada lucha que sostenían, envió una carta al insurgente el 10 de enero de 1821 pidiéndole que se rindiera, con la promesa del perdón y respeto a su cargo militar, recibiendo una negativa rotunda, por lo cual volvió a escribirle el 25 de enero solicitándole una entrevista en la que le expuso los puntos de su programa político, que luego fueron plasmados y aceptados por ambos en el Plan de Iguala o Plan de Independencia de la América Septentrional el 24 de febrero de 1821, en la ciudad de Iguala, mediante el cual se declaraba la soberanía política de México para que eligiera sus propios gobernantes y no se los impusiera ya el rey de España.
Religión católica, independencia de España y unión de todas las clases sociales fueron las tres garantías aceptadas por Iturbide y Guerrero, mismas que promovió el ejército que sustentaría al gobierno, al que, por la misma causa, se llamó Ejército Trigarante. Esos principios básicos fueron representados en los tres colores de la bandera Trigarante, confeccionada en Iguala por el sastre José Magdaleno Ocampo, y que unió a realistas e insurgentes, por lo cual la fecha del 24 de febrero se dedica a nuestro lábaro patrio.
El remate de este acuerdo entre Iturbide y Guerrero ocurrió el 24 de agosto al ser relevado el virrey Apodaca. Llegó en su lugar Juan O’Donojú, a quien le hicieron ver en Córdoba, Veracruz, que la causa hispánica estaba perdida, debiendo suscribir los Tratados de Córdoba, a través de los cuales se reconoció plenamente la independencia de México, hecha realidad el 27 de septiembre de 1821, cuando el Ejército Trigarante consumó su entrada triunfal a la Ciudad de México, en medio de grandes aclamaciones de la multitud que vio por primera vez ondear la bandera con sus bellos colores: verde, blanco y rojo, y al centro el escudo de un águila devorando una serpiente.