Al presentar su libro La verdadera noche de Iguala, la periodista Anabel Hernández aseguró que el objetivo de los 43 estudiantes de la Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa no eran el blanco del ataque donde murieron, sino los autobuses que tripulaban y que llevaban un cargamento de más de 3 millones de dólares en narcóticos.
Anabel Hernández no podía dejar de preguntarse: ¿qué había pasado exactamente la noche del 26 de septiembre del 2014 en Iguala, Guerrero? Ahí donde desaparecieron 43 estudiantes de la Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa, por lo que decidió realizar una investigación periodística con el propósito de dejar testimonio sobre un hecho que ensombreció la historia de México.
La verdadera noche de Iguala se presentó en la pasada edición número siete de la Feria Universitaria del Libro UANLeer, en donde la periodista habló sobre las entrevistas que tuvo que hacer a capos de la delincuencia organizada y a jefes militares para llegar al fondo de lo que realmente pasó, pues hasta diciembre del año pasado nadie había dado una explicación a los padres de los estudiantes, quienes además de sufrir por la desaparición de sus hijos, se les había sembrado la duda de que ellos podían haber estado involucrados con el narcotráfico.
“Lo que le pude decir a los padres de familia es que sus hijos no estaban involucrados con el narcotráfico; pero eran tantas las mentiras fabricadas por el gobierno en este caso, que incluso habían logrado confundir a los padres de familia”, apuntó.
Cuando Hernández se enteró de la noticia, ella se encontraba en el extranjero, pero dadas las incongruencias que presentaba el caso decidió buscar la verdad por su propia cuenta, aún con los riesgos que implicaba.
“El propósito de este libro es dejar por lo menos una memoria histórica de lo que realmente pasó esa noche, van a encontrar ahí nombre por nombre de los responsables de lo que sucedió.
“El libro es el resultado de dos años de investigación periodística financiada por la Universidad de California, en Berkeley, pues yo tuve que salir de México obligada por el gobierno de Enrique Peña Nieto”, dijo.
Ante el público que asistió a su presentación compartió que le inquietaban varias cosas a medida que fue atando cabos, pero que nunca perdió de vista una pista importante: eran tres camiones que fueron el blanco de los elementos del Ejército, lo cual fue descubierto tras la minuciosa investigación.
La también autora de Los señores del narco, y México en llamas: el legado de Calderón, entre otros, reveló que la raíz de todo el problema fue que los autobuses llevaban droga, y la orden que tenían los militares era recuperarla a como diera lugar.
Señaló que los estudiantes subieron a camiones con droga sin saberlo, lo cual los convirtió en testigos incómodos, y eso lo pagaron con su vida.
Hernández dijo que el gobierno de Peña Nieto elaboró una historia confusa y muy poco creíble en la que culpaba a los jóvenes de querer boicotear un evento de la esposa del alcalde José Luis Abarca, e incluso se llegó a difundir que ellos estaban involucrados en el crimen organizado.
“Supuestamente el alcalde fue quien había ordenado el ataque contra los estudiantes, porque según esta versión oficial, los estudiantes querían ir a boicotear un evento político de su esposa”, recordó.
Hernández explicó que tuvo acceso a todo el expediente de la PGR de Guerrero, a las primeras declaraciones ministeriales que emitieron los estudiantes, los choferes, los propios policías ministeriales que habían participado en la balacera.
Igualmente la periodista accedió a las primeras pruebas periciales, a las primeras pruebas de balística, la fotografías y otros documentos como los exámenes médicos de los detenidos, así como los videos que fueron grabados con los celulares de los propios estudiantes.
“El C4 empezó a monitorear a los normalistas de Ayotzinapa desde el primer instante que ellos salen de la Escuela Normal el 26 de septiembre a las 5:59 de la tarde, y los siguieron monitoreando durante toda la noche y siguieron minuto tras minuto, todo el ataque, la balacera, los heridos y los muertos.
“Ni la PGR, ni la Procuraduría de Guerrero había tomado testimonio de ninguna persona que se encontraba en la calle en esos momentos, aunque todo esto había pasado en plena vía pública”, expresó.
Recordó que cuando fue a preguntar directamente a los vecinos, ellos le comentaron que había civiles con armas de alto poder disparando contra los camiones donde viajaban los estudiantes.
Luego descubrió que el coronel del XXVII Batallón de Infantería reconoció ante la PGR que había enviado a militares vestidos de civiles.
Pero la investigación dio con el clavo, una vez que Hernández supo cuál era móvil. Y la respuesta estaba en los autobuses que llevaban el cargamento de droga y en como los militares recibieron la orden de recuperar el cargamento, pero sin dejar testigos.
“¿Por qué el fuego se concentró particularmente en dos autobuses?, y ¿por qué de éstos dos autobuses donde se concentra el fuego desaparecieron todos los estudiantes?; Entonces el blanco de la investigación se fue haciendo más pequeño.
“El punto no eran los estudiantes. Eran los autobuses. La orden no era matar a los estudiantes, la orden era detener los camiones que contenían en total un cargamento de más de 3 millones de dólares.
“El Ejército lleva a cabo el ataque contra los camiones para detenerlos y cuando empiezan a recuperar la droga y temen que los normalistas se hubieran dado cuenta y entendido lo que estaba pasando, entonces entre 10 y media y 11 de la noche se ejecuta la desaparición de estos 43 estudiantes, para borrar los testigos de la colusión entre el Ejército y las autoridades con el crimen organizado”, afirmó la periodista.