En servicios, urbanización y vialidades, Reynosa, Tamaulipas es el “patito feo” de la región sureste del Tratado de Libre Comercio (TLC) donde parece casi imposible ignorar las drásticas diferencias que existen con respecto a su vecina McAllen, Texas.
Sin embargo, “no todo lo que brilla es oro”, porque el combate a la delincuencia en la urbe más floreciente del sur de Texas afronta desafíos mayores a los de hace 20 o 25 años, cuando la nota “roja” en los medios de información era alguna disputa callejera sin mayores consecuencias.
De acuerdo al reporte anual emitido por el Departamento de Policía de McAllen, en 2007 se registraron 8 mil 280 intervenciones policíacas, las cuales contrastan con las 5 mil que había en promedio a mediados de los 80 y que representa un incremento del 37 por ciento.
De estas denuncias seis correspondieron a asesinatos, 27 casos de abuso sexual contra mujeres y niños; 114 robos comunes, 180 asaltos agravados y 824 invasiones a casa habitación.
Ese mismo año se llevaron a cabo siete mil 82 arrestos, de los cuales mil 326 fueron a menores de edad.
Aunque en ese período hubo casi 400 delitos con lujo de violencia (lo que representa el 4.49 por ciento), llama la atención que cada vez mayor número de jóvenes integran las listas del crimen, oscilando entre los 15 y 25 años principalmente.
Otra nada envidiable cifra de McAllen son los 547 vehículos robados durante el año pasado.
Cabe destacar que después del robo de vehículos, valuados en más de 9 millones de dólares (unos 120 millones de pesos), se encuentra el atraco a misceláneas, estimado en casi 5 millones de dólares en pérdidas (alrededor de 70 millones de pesos).
En tercer lugar se sitúa el robo de aparatos electrodomésticos en más de 600 mil dólares (casi 10 millones y medio de pesos).
Así, el monto total de los daños en propiedad ajena acumulados en 2007 fue de 15 millones 928 mil 170 dólares (más de 222 millones de pesos). En ese período sólo se recobró la suma de 2 millones 510 mil 770 dólares, lo que representa el 15.75 por ciento en dinero desfalcado.
Para nadie es un secreto que el escenario delictivo atenta contra la integridad de la ciudadanía, en especial de una población desenvuelta en órbitas colegiales.
Según la Oficialía de Partes, diciembre es el mes en el que más crímenes fueron reportados, seguido de junio y julio. Febrero es el que menor número acumuló; no obstante, el problema persiste.
INEXORABLE REALIDAD
Parece que no existe la delgada línea de “respeto” entre la víctima y el victimario.
De pronto McAllen amanece con historias tan espeluznantes que parecen libretos de Hollywood, como la de María Angélica Acosta de 21 años, quien en mayo pasado asesinó a puñaladas a su hija Gabriela Yamileth, de 15 días de nacida, y ocultó su pequeño cuerpo entre los matorrales de una bodega de ropa.
O el caso de la maestra Summer Meland, de 28 años, ejecutada a finales de septiembre con arma de fuego dentro de su domicilio. La muerte de la educadora del distrito escolar de Sharyland consternó a toda la comunidad estudiantil porque además dejó huérfanos a tres hijos, de nueve, siete y tres meses de edad.
También salta a la vista el homicidio del anciano Miguel Cahue, ocurrido en agosto por tres sujetos que le robaron un reproductor digital de videos. Cuatro adolescentes, entre ellos una joven de 14 años, estuvieron involucrados en el crimen en el que existió tortura de por medio.
Es de considerarse que en cada uno de los casos anteriores hubo victimarios no mayores a los 30 años, haciendo que el orden delictivo recaiga con un peso específico en la juventud.
En ese contexto, José Luis B. Garza, editor del periódico U.S.A. (con circulación en el Valle de Texas), comentó que la delincuencia en McAllen se ha distorsionado preocupantemente.
“La violencia como la estamos conociendo es muy diferente a la que ocurría hace unos 20 años. A finales de los 80 no se registraba un solo incidente sangriento al año y los reportes policíacos eran multas, robo de gasolina o que alguien entraba a alguna casa para robar.
“Hubo un caso de una persona muerta en un hotel en los límites con Mission que causó controversia, porque si aquello era un homicidio se rompía un récord blanco que prevalecía en ese entonces. Eso lo refiero para darnos una idea de las condiciones en que aquí se vivía”, ilustró el comunicador.
B. Garza añadió que a partir de entonces la clasificación delictuosa progresó hasta como está configurada hoy en día, obligando a la población civil a tomar mayores precauciones.
“En el último año he visto que se cometen crímenes contra niños, contra ancianos, contra personas desvalidas y eso yo no recuerdo cuando menos que se produjera antes con esa frecuencia y saña.
“Han habido maestros asesinados… y ¿qué es lo que está ocurriendo? No lo sé, pero no podemos negar que las autoridades han tenido que entrenarse en otro tipo de actividades para hacerle frente a esa ola delincuencial”, afirmó.
El editor del Periódico U.S.A. consideró que aunque la población ha crecido, eso no significa que la migración propicie la falta de seguridad. Señaló que el fenómeno obedece a un patrón multifactorial.
“No soy tan simplista de ver el problema así, creo que merece atención, que se vean causas y se evite. Indudablemente aquí hay crímenes que no veíamos antes y como residente de esta área me preocupa.
“Porque son parte de la condición humana: las bajas pasiones, los sentimientos, las revanchas, las envidias y en ocasiones el común denominador de dichos crímenes es el nivel cultural y educativo”, subrayó.
LA PRENSA ES EL TERMOMETRO
Un fiel indicador de la criminalidad en McAllen son los medios informativos, que día a día retratan el ambiente suscitado en las calles de la localidad.
“Asesina a su hija”, “Comete violación”, “Es prófugo de la justicia”, “Lo investigan por asociación delictuosa”, “Le dictan auto de formal prisión”, “Lo sentencian a la pena capital”, “Cadena perpetua a sujeto que mató a su esposa”, son algunos de los encabezados que rotulan los diarios con mayor regularidad.
En la radio y televisión tampoco hay día en que se omita la violencia que parece crecer como bola de nieve.
Adán Guerrero, director del periódico La Frontera, admitió que antes su medio no manejaba el apartado policíaco, pero debido a las necesidades propias del ambiente ahora le dedica varias páginas.
“Años atrás teníamos el espacio para llenar, pero no teníamos las noticias. Ahora nos falta espacio para estar llenando en nuestros periódicos la Sección Policíaca”, sopesó.
El comunicador dijo que la inseguridad en las calles del Valle de Texas ha despuntado debido al desempleo y el fenómeno migratorio.
“Con el constante crecimiento poblacional por lógica se mantiene la progresión del crimen en el área.
“Hemos notado que en los últimos años nuestra población se ha engrosado con asentamientos de comunidades no sólo mexicanas, sino también colombianas, salvadoreñas, guatemaltecas y de otros países de América Latina.
“Hay nuevos inquilinos y eso ha hecho que se acelere el índice de criminalidad. Cada año va en aumento un cinco por ciento con respecto al anterior”, reiteró.
El ex director ejecutivo del periódico El Nuevo Heraldo de Brownsville, citó como ejemplo la tasa de natalidad en McAllen con 800 nuevos nacimientos mensuales que se están registrando.
“Si consideramos los próximos 20 años estamos hablando de muchos jóvenes que habrá para esa fecha en este lugar. Por ende, con el constante crecimiento de la población tendremos mayor inseguridad”, vaticinó.
Desde la óptica de la migración ilegal, Guerrero manifestó que no se pueden dividir las fronteras (como a veces se pretende) debido al estrecho nexo que mantienen con el tráfico de personas.
“A veces los indocumentados tienen que robar para poder comer, porque somos su primera parada.
“Estamos hablando de comunidades como Brownsville, McAllen, Hidalgo, Mission, La Joya, Roma, Sullivan. Ya es muy normal publicar una noticia que tenga que ver con indocumentados”, describió.
En ese tenor Guerrero valoró el puente que existe entre la información y el público.
“Somos la voz en medio de la comunidad y las autoridades. No solamente anunciamos, sino también denunciamos los incidentes y la inseguridad”, mencionó.
TENDENCIA CRIMINAL
Por su impacto económico, entre los casos que más llaman la atención del director del periódico La Frontera se encuentra el interés de la delincuencia por apropiarse de unidades motrices, que tan sólo en McAllen arroja una cifra de seis mil 957 robos durante la última década.
“Recientemente publicamos una historia del robo de autos. De cada 10 vehículos seis son camionetas y eso no se da en otros Estados de la Unión Americana.
“No hay que olvidar nuestra relación que tenemos con México, porque lo que le gusta a la gente en el norte de Tamaulipas, le gusta a la del sur de Texas en cuanto a carros se refiere.
“Ese incremento criminal también se ha dado en la delincuencia organizada y en el delito menor como el ‘cristalazo’ en los centros comerciales”, condenó.
En el reporte periodístico de La Frontera en primer lugar aparece como preferida para los amantes de lo ajeno la camioneta Dodge Ram 2004, le sigue la Chevrolet pick up 1994, luego se encuentran todas las Ford F-150 modelo 1997.
El cuarto sitio en autos robados lo ocupa el Honda Accord 1998, seguido por su hermano el Civic 2000. El nada envidiable quinto lugar lo tiene Ford en la línea F-250 modelo 2004, el sexto peldaño es para la Chevrolet Suburban 1994, el Taurus de Ford 1997 es el séptimo tipo de auto que más se roban en el sur de Texas.
En octava posición están todas las unidades Ford F-350 año 2000 y el décimo puesto es para la Chevrolet Tahoe 2001, de acuerdo a las denuncias interpuestas por sus propietarios.
El editor, egresado por la Universidad San Tomas de Houston, dijo que ese cuadro de intranquilidad que presenta el sur de Texas no tiene vuelta de hoja.
“No creo que se vaya a detener. Va a seguir incrementándose en todas sus líneas. Lo hemos publicado año con año. Ha subido el crimen violento, los robos habitación, robos menores y los asaltos en toda la frontera del sur de Texas”, insistió el entrevistado.
En cuanto al desempeño de la Policía de McAllen y de las municipalidades circunvecinas, Guerrero calificó como bueno su funcionamiento y destacó el preponderante rol que ejercen, aunque con sus limitaciones.
“Las instituciones han cumplido con su cometido, pero también creo que son insuficientes, porque un departamento policíaco nunca va a poder controlar el crimen en su totalidad.
“Los agentes hacen un gran esfuerzo, pero siempre los criminales están viendo cómo ir un pasito delante de ellos”, apreció.
DEPENDE DEL CRISTAL CON QUE SE MIRA: POLICIA DE MCALLEN
Sin embargo, pese a que las cifras son alarmantes, la postura del Departamento de Policía de McAllen (apegado a una línea de información rigurosa) es difundir que la tasa de criminalidad ha disminuído.
Tal parece que para la dependencia no es conveniente dar una imagen negativa de la ciudad en tiempos de crisis.
“Si nos volvemos unos cinco o seis años atrás notarán que sí ha rebajado el crimen. En 2007 hubo un poquito de incremento en los números, pero esta es una ciudad que va en constante crecimiento en población…”, manifestó Joel Morales, portavoz de la institución.
El funcionario –contrario a lo que opinan los editores de periódicos–, señaló que antes, los reportes policíacos eran similares a los que existen hoy en día.
Explicó que, incluso, el robo de vehículos resultaba más elevado; no obstante dijo que el trabajo de la corporación siempre ha sido eficiente para cubrir las necesidades de sus habitantes.
“El Departamento de Servicios Públicos de Texas ha puesto en marcha programas para proteger a la ciudadanía, como el de Un vecino cuida a otro vecino, que alerta a las autoridades en caso de encontrarse un sujeto sospechoso”, mencionó el sargento.
Morales no quiso profundizar en cuanto a los números “negros” registrados por su departamento durante 2008, pero admitió que la gente ya no duerme con las ventanas y puertas abiertas como se habituaba.
“Es una costumbre que ya no se observa mucho porque ha habido una transición como sociedad. No es como en los tiempos antiguos que los vecinos se saludaban y eran más unidos. Esa es una de las razones”, acotó.
–¿En síntesis han bajado las tasas de criminalidad en McAllen?
“Bueno, los números se pueden platicar de la forma que se quiera y hacer que se miren de una forma u otra, pero si se miran los crímenes en total con respecto al 2007 y 2006 sí han disminuido.
“Si se comparan número con número entonces puede haber una categoría que ha subido un poco”, interpretó el funcionario.
De acuerdo al balance criminal del departamento de Policía de McAllen, se registraron 86 mil 363 felonías en un área en la que confluyen alrededor de 100 mil habitantes.
El año más sangriento con ocho asesinatos registrados y 34 violaciones fue 1996. En robos ordinarios 2002 está a la cabeza con 172 casos. En asaltos agravados 2004 sumó 360, en invasiones a casa habitación en 2001 hubo mil 604 expedientes abiertos y en vehículos robados 1998 es el año que tuvo mayor número con 926.
Y es que la percepción que la ciudadanía tiene de la inseguridad se ve reflejada en sus conductas cotidianas, desde antes del atentado a las Torres Gemelas en Noviembre de 2001.
Hoy la gente toma mayores medidas por su bien. Si puede acude a la escuela de sus hijos, hace las compras a un horario razonable, no platica con extraños, evita dejar bolsos y objetos de valor a la vista en sus vehículos y busca tener una vida modesta.
McALLEN EL SINTOMA
La avalancha de violencia no sólo atañe a McAllen, sino al Valle de Texas en su conjunto, cuando Tony Garza, jefe de la embajada de Estados Unidos en México, insta a sus paisanos a no cruzar hacia las ciudades fronterizas del vecino país, etiquetadas como “zonas de riesgo”.
Irónicamente Brownsville, de donde es originario el diplomático, posee casos iguales o peores de indignantes.
Un ejemplo es el multihomicidio cometido por Angela Camacho y su pareja John Allen Rubio, contra sus propios hijos en marzo de 2003.
Los restos de los tres menores Julissa de tres años, John Esthefan de uno y Mary Jane de dos meses fueron descuartizados dentro de su domicilio. La noticia dio la vuelta al mundo siendo ya Garza embajador de su país.
O el de la joven Dora Cisneros, quien en 1993 mando asesinar a su novio Joey Fisher, de 18 años, por lo cual paga una condena de cadena perpetua.
Otro ejemplo de que en el sur de Texas la violencia se ha vuelto recurrente es la muerte de Trigo Figueroa, hijo del cantante Joan Sebastian, acribillado de dos balazos en agosto de 2006 en Mission al concluir un concierto de su progenitor.
Para los editores de los principales periódicos de la región, el problema se está tornando preocupante y lo que es peor, seguramente crecerá por más que las autoridades deséen esconder las cifras oficiales.