
Desde hace 10 está sentada ahí, en el piso, viviendo de la bondad de los extraños para poder mantener a sus hijos, cinco en total.
Desde hace 10 años dijo que llega al mismo lugar, donde en cuclillas implora la ayuda de sus semejantes. Muchas veces con éxito, otras no tanto.
Y cuando se va a su casa con 50 pesos, dice ser la mujer más feliz del mundo porque así podrá comprar sopa y refrescos para sus hijos.
Proviene de Oaxaca, dijo llamarse Consuelo, y llegó a Monterrey en busca de nuevas oportunidades para sobrevivir, y la encontró, pidiendo dinero a cuanta persona pasa por un lado de ella, ahí, en la calle de Morelos, pero mañana puede ser otra calle, otro lugar, otro piso.
Paso a su lado, ella tiene la mano extendida, espera unas monedas mías; me paro a su lado, oculto entre mis ropas la cámara profesional que llevo.
“Deme monedas”, me dice Consuelo, “para tortillas y sodas”.
Le pregunto su nombre, se ríe y contesta: “No hablar español, no hablar”.
> ¿De dónde es usted?
“De Oaxaca”.
> ¿Desde cuándo está aquí en Monterrey?
“Muchos años, 10, pero deme monedas, comida, quiero comida para mis hijos”.
> ¿Cuántos hijos tiene?
“Cinco, muy chiquitos, el más chiquito de dos años”.
> ¿Y cómo le hace para mantener a tantos?
“Aquí, pidiendo, tengo muchos años… pero, deme dinero, monedas, quiero comprar sopa para mis niños”.
Su sonrisa es franca, abierta, me vuelve a extender la mano para que deposite en ellas algunas monedas.
> ¿Tiene esposo?
“Sí, trabaja como yo para comprar comida a mis hijos. Pero ya, deme monedas, para comprar comida a mis hijos; sopa y refrescos”.
> ¿Cuánto saca por día más o menos aquí? ¿A poco le alcanza para mantener a sus hijos con tan solo unas monedas?
“Sí, junto 50 pesos o un poco más, pero deme monedas, ¡ande, deme!”.
> ¿Y aquí hasta qué hora está?
“Tarde, hay que trabajar tarde para juntar comida para mis hijos”.
> ¿Y cuando hace frío y llueve como hoy?
“Aquí sigo, mis niños como quiera comen, pero deme monedas, para comprar sopas y sodas”.
Saco la cámara de entre mis ropas, Consuelo cambia su sonrisa por una mueca de furia.
“¡No fotos, no fotos!, mejor dame monedas. No fotos”, se cubre la cara con su rebozo, sólo deja al descubierto sus ojos que parecen dos balas a punto de ser disparadas.
“¡Vete, vete de aquí!, no fotos, mejor dame dinero, monedas, para comprar comida, ¡vete, vete de aquí!”.
> Soy reportero, me interesa su historia, ¿cómo le hace para sobrevivir ante esta inclemencia del tiempo?
“Mejor vete, si no hay monedas, no fotos, vete, vete ya”.
Miro a mi alrededor, ya hay transeúntes observando la escena, unos miran con piedad a Consuelo, otros con intriga mi proceder.
“¿Si le doy monedas me deja que le tome la foto?”, le pregunto y ella con cara de fastidio, medio se descubre su rostro y me dice, “vete, no fotos, no monedas, no nada. ¡Vete ya!”.