Este noviazgo es interracial. Chris (Daniel Kaluuya) es afroamericano puro. Rose (Allison Williams) es completamente blanca. Comparten una vida de intereses comunes, con afinidad por el arte y completa armonía. La pareja va por buen camino. La chica invita a su enamorado a pasar unos días con su familia, en una lujosa finca campestre en el bosque, aislada del mundo. El asunto se está poniendo serio y parece que compartirán un brillante futuro. Lo que parece ser una escapada romántica se convierte en una insospechada jornada de sobresaltos.
¡Huye! (Get Out) es una fábula paranoica y sombría sobre las secretas intenciones. Mezcla, en porciones precisas, suspenso, terror y ciencia ficción, con chispas de humor amargoso. Es una de esas piezas cinematográficas que combinan comentario social a través de obvias alegorías del racismo y la persecución, y mucho entretenimiento. En esta vida nadie conoce a nadie. Aquella persona que te ofrece amistad puede incubar insanos propósitos. Los demonios pueden andar disfrazados de personas decentes.
Con una tensión electrizante, la película escrita y dirigida por Jordan Peele recuerda los temores y los prejuicios que siempre han mantenido aislados a los grupos humanos. Lo que es diferente, atemoriza. Lo mismo pasa en el mundo que en un microcosmos, como el de la rancia familia Armitage y sus extrañas amistades. En este caso, el muchacho afroamericano se encuentra, repentinamente, en medio de una comunidad blanca, sospechosamente atenta. La cordialidad exagerada mueve al recelo. Pero Chris se obliga a mantenerse sereno. Su novia lo tranquiliza y disculpa a sus familiares y amigos. Les pide, a éstos, ser condescendientes y, a su chico, que sea tolerante. Es normal que todos estén un poco nerviosos, conociéndose en la tertulia. Perversamente, Peele crea un ambiente de apariencias donde son regadas numerosas pistas para revelar un complot que comienza a edificarse, sutil y fino, en las narices del invitado negro. Malvado, el guión hace que hasta el mismo espectador sepa que se trama un plan para perjudicarlo, pero el inocente cordero permanece desprevenido. Después de todo, no puede recelar de su hermosa y transparente novia, que lo respalda y le transmite serenidad, pese a que al aire se va llenando lentamente de una suspicacia tóxica. La inteligente historia agrega pequeños elementos disonantes para generar una crispación que no se detiene y que va creciendo como el elefante en la sala, que todos fingen ignorar. Hasta que la realidad le explota bajo el mentón al inocente Chris.
Austera en producción, la película tiene muy pocas locaciones y se regodea en las excelentes actuaciones de los protagonistas, así como de los misteriosos padres de la chica, Missy (Catherine Keener) y Dean (Bradley Whitford), un par de brillantes profesionales de salud, con dentaduras perfectas y bondad acartonada. Pero algo los hace diferentes: su voz, su mirada, sus maneras. Existen elementos de terror científico que apuntarían hacia una trama disparatada, una más de las cintas de médicos locos que ejercen prácticas en escenarios extravagantes y con métodos descabellados. Sin embargo, Peele consigue contener su historia, evitar que se desboque, y le da una justa dimensión de realismo para que caiga en la zona de lo probable. La doctora Missy reinventa la manipulación mediante la hipnosis. La versión que aquí se ofrece de los efectos de los estados de meditación profunda, obliga a celebrar el triunfo de la imaginación creativa. Aunque con anterioridad se han presentado interpretaciones muy particulares de los estados alterados, la que aquí se ofrece es singularísima. Y lo es, aún más, el elemento utilizado para guiar en el proceso. El cliché muestra un reloj oscilando en la cara del paciente. El elemento empleado esta vez resulta sorpresivo y refrescante. ¡Huye! es una extraordinaria cinta que provoca miedo y recomienda desconfiar del prójimo. v