
Las Águilas del América hicieron valer su localía en la Gran Final de vuelta en el Estadio Azteca y se proclamaron campeones del Apertura 2024 al ganar 3-0 a los Tigres en tiempos extras, levantando la 14 y consagrándose como el equipo con más títulos de Liga Mx.
Poco antes de los 10 minutos, André Pierre Gignac mostraba el primer ataque visitante con un servicio de Fernando Gorriarán; el francés agarró el balón de volea desde la frontal del área y pasó cerca su remate del arco de Luis Ángel Malagón que se estiró, pero no contactó.
Minutos después, las Águilas del América respondieron con un feroz contragolpe que terminaba con un servicio desde la izquierda hasta el segundo poste donde apareció Diego Valdez que la prendó de primer intención a la posición de Nahuel Guzmán que aguantó firme y rechazó.
Después el encuentro entró en un trance en el cual Tigres no se notaba apresurado por ir al frente, al mismo tiempo que América aguardaba en propio campo al acecho por lo que tampoco se veía apresurado en desbocarse en busca de un gol.
Antes de terminar la primera mitad, Julián Quiñones tuvo la más clara de los locales en una jugada por el fondo de la banda derecha que terminó en un centro a segundo poste, donde no llegó Guzmán, pero sí Quiñones que con marco abierto no pudo darle dirección de portería a su remate.
Para la segunda mitad, ambas escuadras mantenían la serenidad para no volverse locos, pero en una ocasión en la que la U de Nuevo León recuperó el esférico en tres cuartos de cancha que le quedó a Rafael Carioca que desde fuera del área grande soltó un zapatazo que retumbaba el arco azulcrema.
Rebasando los 80 de juego, Raymundo Fulgencio, quien había entrado de cambio unos instantes antes, vio la tarjeta roja después de una acción dividida en la que terminó soltándole un manotazo a Julián Quiñones que fue juzgado con la expulsión por parte de Adonai Escobedo.
Llegaron los tiempos extras y con la tranquilidad que da tener un jugador más, América tomaba el balón en campo rival, a sabiendas de que Tigres aguantaría lo que pudiera en su mitad, pero no fue mucho, pues dentro de los 5 primeros minutos, Julián Quiñones se encontró con un rechace de Nahuel qué empujó al marco, provocando una clase de movimiento telúrico al interior del inmueble.
Las cosas empeoraban para la visita, pues Guzmán era amonestado en el gol por reclamar e instantes después, se llevaba la expulsión después de una descolgada donde tuvo que fungir como central, reviviendo los fantasmas del 2014 en la misma cancha.
Richard Sánchez que ingresaba al área ante una tibia marca felina, disparaba de derecha al poste de Carlos Felipe Rodríguez que pudo hacer más por ese balón. Pero el último clavo fue cortesía de Jonathan Rodríguez que con un Tigres entregado, colocó el tercero.
De esta forma, el Ave de las Tempestades logró la ansiada 14, hecho que los mantiene como el equipo más grande México con más títulos de Liga Mx, y dejando atrás a las Chivas del Guadalajara que ostenta 12 títulos en su vitrina.
ENVIADOS ESPECIALES: Andrea Jiménez, Héctor Hugo Jiménez, Erick Melchor, Jesús Espinosa, Carlos Vargas
La reventa:
¡6 mil en general!
Seis horas y media antes de que el árbitro pite el inicio de la gran final de América contra Tigres, en el exterior del Estadio Azteca hay una asistencia inusual. Cientos o hasta miles de personas van y vienen, sobre todo los revendedores que están a la caza.
Bajo un puente vehicular sobre la Calzada de Tlalpan un joven con playera de Tigres quiere comprar un boleto de última hora, y está dispuesto a pagar lo que sea y de donde sea.
Sin disimulo los revendedores preguntan: ¿quiere o le sobra un boleto? Y para saciar mi curiosidad quiero saber los precios: “Seis mil pesos en general”.
En días pasados circuló en redes sociales que hay quienes están dispuestos a adquirir una entrada en la mejor zona del Coloso de Santa Úrsula, y no tienen empacho en pagar 85 mil pesos.
Eso sí, el revendedor parece muy honesto y dice que los boletos son reales, no falsos. Y que el comprador le pagará una vez que haya pasado el torniquete. Entregándole el dinero por las rejas negras.
Mientras tanto la venta de playeras, gorras, sudaderas, bufandas, sombreros, banderines y el águila de peluche y trapo -la mascota del América- está en todo su apogeo. De todos colores y precios.
Hay tantos policías antimotines con bastones y escudos como puestos de comida chilanga: tortas, tacos de guisados con copia (doble tortilla de maíz), de trompo, y los de canasta que no pueden faltar.
Cerca de la una y quince de la tarde llega el exjugador Carlos Reynoso en una Jeep negra con la ventanilla abierta. Rápido lo reconocen los seguidores del equipo azulcrema y, el profe, no pone ninguna objeción para las selfies. (Por Héctor Hugo Jiménez)
Le despistaron
Si no pudiste superar en tu cancha al mejor equipo del torneo, ya en la de ellos iba a ser más complicado.
Si tu intención es ir a defenderte, tarde o temprano se va a romper el hilo por lo más delgado y de tanto balazo, uno o dos te van a herir, luego a liquidar.
No sé si fue porque así se haya negociado en otros niveles, pero este Tigres no era el que la raza esperaba.
En la primera parte dos o tres opciones generaron y Malagón tapó un remate de Gignac en forma espectacular. Guzmán y la defensa también taparon algunas en todo el juego, pero conforme avanzaba el crono, la resistencia felina iba menguando.
El silbante hizo su parte. Él cree que la disimuló, pero les echó la manita; igual, Siboldi también colaboró.
Si contra 11 América batallaba, ya contra 10 y Quiñones que ni sabe defender y jamás pudo tener un balón para ir al frente, fue más fácil para ellos. Ya contra 9, por la expulsión de Guzmán… y Luis Quiñones de espectador, o sea, con 8, ya fue renunciar a luchar. Se dieron dos balazos en los pies y entregaron el juego.
Cuando estaban completos, por lo menos llegaron a tener el balón y contener los embates en defensa y con su arquero; ya con los cambios, fue la clave para doblar las manos y envolver el regalo.
Las dos rojas fueron el moño del obsequio navideño que las Águilas recibieron gustosas.
En el argot arbitral profesional hay una expresión que le llaman “bordar fino” que se usa cuando no eres tan evidente para tomar el billete e inventar dos penales en favor del equipo que te lo dio, pero sí como para ir “coyoteando” el partido –expresión de los colegiados– para desgastar poco a poco al rival del que te hizo el depó$ito.
Las dos amarillas al América de inicio fueron para el despiste; las que emparejó con las de Reyes y Carioca, fueron para ponerles la rienda al pescuezo, porque ninguna fue justificada.
La roja para Fulgencio ni siquiera debió surgir, si marca Escobedo, el del silbato, las dos faltas previas que le comete Quiñones al jugador felino. El manotazo desesperado lo provocó, no Quiñones, el juez.
La amarilla y roja, de Guzmán, bien ganadas. Ya se habían equivocado con un Reyes queriendo cabecear a 22 centímetros del pasto y fallando y Luis dejando a su primo Julián rematar… como si de eso se tratase, de entregar el juego.
Si a eso le agregas el gran desgaste que hizo todo el equipo y que los que entraron no aportaron nada, la raza felina se queda con la sensación de que lo que dijo Nahuel entre lágrimas, el sábado a su afición de que “vamos a dejar la piel en la cancha, vamos a entregar el corazón, vamos a disputar cada pelota como si fuera la última” y que las hilachas, fueron mentiras.
Como que le despistaron bien. No sé si Siboldi lo hizo a propósito, como aquel partido que entrega cuando dirigía a La Máquina ante Pumas en la semifinal 2020, llevando cuatro goles de ventaja, o sencillamente fue casualidad que ahora ante América sencillamente no les alcanzó la capacidad y, aprovechando una manita con esas puntadas exquisitas del silbante, aprovecharon los americanistas para ganar el juego y dejar al Tigre en el camino.
O fue una combinación de ambas cosas.
Al final del día América, aprovechó las circunstancias y se coronó campeón dejando un amargo sabor de boca a los fans del club universitario.