Mientras algunas familias buscan los ingredientes necesarios para condimentar el pavo y ponerlo a hornear, otras apenas se trasladan a los supermercados para comprar los refrescos, bebidas o aún no se deciden por lo que van a cocinar la noche del 24 de diciembre.
Pero ya sea que busquen lo necesario para preparar tamales, menudo, frijoles a la charra o discada, todos esperan tener lista la cena de noche buena, luciendo sus mejores guisos para compartir con la familia.
Sin embargo, sin importar cuál sea la comida preferida de cada persona, en esas fechas se tiende a aumentar de peso, principalmente porque se están ingiriendo alimentos con alto contenido calórico en gran medida.
De acuerdo a la nutrióloga Karla Hernández, del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, no importa mucho el platillo que se desee ingerir, sino las proporciones que tendemos a comer.
“La cantidad de kilocalorías que contiene un platillo navideño depende de la elaboración y de la porción que se elige para consumir, por eso lo recomendable para esta temporada no es dejar de comer lo que nos gusta, sino medir las porciones”, mencionó.
Agregó que cuando una persona se niega cierto alimento, ya sea por dieta o por salud, el platillo se vuelve más antojable, por lo que cuando se ingiere el alimento se consume en mayor medida.
Los platillos más comunes que se consumen en época decembrina van desde las 300 a las 800 kilocalorías, por lo que las personas que no miden o no cuidan la forma de alimentarse, tienden a aumentan de tres a cinco kilos.
“La gente tiene la idea errónea de que necesitamos comer más, para mantener la temperatura corporal en tiempo de frío, pero es una tendencia errónea, porque en esta temporada, cuando hace frío, nuestro metabolismo disminuye en gran proporción.
“Al contrario de cuando hace calor, en esta temporada nuestro metabolismo es mucho más elevado, por lo mismo que el cuerpo quiere mantener una temperatura corporal, bueno, entonces voy a estar desechando o eliminando la grasa corporal, por eso sudamos, pero en invierno no tenemos esa forma de eliminación de grasa”, explicó.
La nutrióloga comentó que al ser una temporada de antojos, los alimentos que nos hacen aumentar de peso se consumen más, pero de acuerdo a su criterio al tener un control, no tanto de lo que consumimos sino de las cantidades, se puede evitar.
Por lo general, las proporciones que ingerimos son exageradas, pues no basta con la cena navideña, el 25 de diciembre se estila el recalentado y se vuelven a ingerir fuerte cantidad de calorías.
“Sí una persona está sana, no tiene ninguna enfermedad, puede consumir de todo, siempre y cuando las proporciones sean adecuadas para el peso o para la talla que presenta”, dijo.
Para Karla Hernández es de suma importancia recordar a su pacientes que la dieta debe ser variada, que se deben elegir alimentos de los tres grupos del plato del bien comer.
Un buen platillo navideño sería tres tamales de carne, pollo o frijoles, acompañados de un pequeña porción de frijoles para que se coma leguminosa y ensalada de lechuga.
Pues mencionó que en tan sólo un tamal, se concentran alrededor de 100 calorías.
“Para el pavo se puede acompañar de pasta y puré, siempre y cuando el complemento sea en pequeñas medidas y de postre, una ensalada dulce, compuesta de lechuga, manzana, miel de abeja, almendra y nuez”, dijo.
Recordó, que algunas de las costumbres de los regiomontanos es preparar buñuelos, ingerir churros, hojarascas, pan dulce o pastel, lo que no sería buen complemento, pues no se estaría teniendo una variación que contenga frutas y verduras.
Para los frijoles a la charra, aconsejó no agregarles “cueritos”, ni patitas de puerco, porque se estaría consumiendo un alto contenido de grasas saturadas.
“Lo malo es que no nos satisfacemos con una rebanadita de pastel, comemos los tamales, comemos el postre que es pesado también, los buñuelos, los churros, el café, el refresco, frijoles a la charra, al siguiente día menudo y si en la tarde vuelve a haber buñuelos, pues volvemos a comer.
“No tenemos esa concientización, no tenemos esa cultura, esos buenos hábitos en la alimentación.
“Está bien si nos queremos consentir, pero debemos de tener ese criterio, saber que nos estamos consintiendo, pero no en exceso”, reiteró la nutrióloga.
Mala cultura alimenticia
La sana alimentación se origina en el hogar, pero como en cada familia se desconoce la manera de complementar los alimentos para servir platillos balanceados, la labor de los nutriólogos es de suma importancia.
“La labor de nosotros es muy importante en estarlos orientando y tratando de motivarlos, el paciente es el primordial para que podamos iniciar un cambio en un hábito alimenticio”, aseguró Karla Hernández.
Agregó que también es necesario que el paciente busque realmente un cambio en su estilo de vida, para que exista una motivación.
“Actualmente tenemos el problema muy severo del sobrepeso y la obesidad y no tanto eso, sino las complicaciones que conlleva”, comentó.
Y es que este cambio, aseguró, no ocurre hasta que el paciente logre asimilar y entender la situación de la importancia de la buena alimentación.
Para Karla Hernández las temporadas en las que se presentan un mayor número de consultas son en enero para bajar los kilos que se aumentaron en diciembre.
Posteriormente en los últimos días de marzo, para la gente que quiere bajar de peso para las vacaciones de Semana Santa.
Nuevamente en agosto para las personas que se preparan para las vacaciones de verano porque van a la playa.
Además, las consultas en las que se deriva alguna complicación o los que tienen una fiesta y quieren ponerse a dieta.
“Pero que un paciente que realmente vaya a consulta por interés propio es muy difícil, a menos que le hayan detectado alguna enfermedad, es cuando va.
“Tienden a esperarse a tener un pronóstico ya muy severo de salud o cuando tienen una actividad ya planeada para poder asistir”, reiteró.
La nutrióloga hizo especial énfasis en que si no se cuidan los hábitos, las consecuencias del sobrepeso y obesidad pueden ser fatales.
Algunas de las enfermedades que se le presentan con mayor frecuencia son la hipertensión, la diabetes, los triglicéridos elevados, el colesterol elevado, la gastritis y colitis.
Los tiempos de comida deben ser de cinco durante todo el día, a una hora estimada, para que el metabolismo esté en control.
“Otro de los problemas es que la mayor parte de los pacientes tiene un estilo de vida sedentario, no se aplican en la cuestión física, lo que deriva en complicaciones que se van desarrollando a consecuencia”, explicó.
Para lograrlo se debe mantener la ingesta y la actividad física en una balanza, para que el organismo se vaya acostumbrando y no se presenten alteraciones metabólicas.
“Hay que recordar que el estómago es un órgano que tiende a distender automáticamente o se puede hacer chiquito, pero ya va a depender del estilo de vida que nosotros tengamos”, recordó.
Dijo que para esta temporada es válido consentirse, pero siempre tomando conciencia de las proporciones que se van a elegir.
Ya que en México se tienen tradiciones muy bonitas, dijo, pero siempre se deben pensar en que si son alimentos que pueden afectar nuestra salud, hay que elegir proporciones un poquito más bajas.
“Lo recomendable es tener una dieta variada y que acudan a asesoría para que logren un cambio verdadero en sus hábitos alimenticios, sin esperarse hasta que tengan una complicación de salud”, enfatizó Karla Hernández.