
Waldo Fernández González es un seguidor entusiasta de la lucha libre mexicana.
Su ídolo es Mil Máscaras el justiciero que trascendió del cuadrilátero a las pantallas de televisión con numerosas películas.
Al observar los combates del gladiador potosino que portaba incontables antifaces, Fernández encuentra paralelos evidentes entre el arte del Pancracio y la política. Él es, actualmente, candidato al Senado de la República por la coalición Seguimos haciendo historia (Morena, Verde y PT).
En las dos actividades, señala, hay confrontación de poderes, pugna de fuerzas y la búsqueda de una hegemonía. Además, la lucha libe contiene otras interesantes implicaciones sociales
“Hay muchos símiles. El primero es la confrontación del bien contra el mal. En la política hay siempre una confrontación entre el Gobierno y la oposición. Podrá ser uno el bien y el otro el mal, pero al final se da esa confrontación. Por otra parte, la lucha libre implica un complejo articulado multicultural que nos representa”.
“Tenemos luchadores con influencia internacional en sus nombres, luchadores con influencia nacional en sus orígenes, nombres aztecas y mayas, por ejemplo. Es una representación del complicado, pero hermoso mosaico cultural de nuestro país, donde están estas representaciones”, señala el morenista.
En la entrevista efectuada en la arena Lucha Time, de la colonia caracol de Monterrey, Fernández González se suelta al hablar de la lucha libre, que recuerda como un gran deporte, en el que otro de sus ídolos era el rudísimo Perro Aguayo.
Al encontrar más similitudes a su trabajo como político dice que hay que ver las diferencias en el debate como expresiones diferentes que enriquecen, no una forma para agredir a otro en la escena pública.
“La lucha libre es, evidentemente, una profesión. Abajo los luchadores llegan y saludan, puede que no sean amigos, pero son profesionales. Arriba del ring se confrontan, se pelean, de manera limpia se agreden, válgame el término, aunque suene contradictorio. Pero al final del día bajan de ring y siguen entendiendo que son profesionales”, afirma.
Considera que en el ejercicio de la actividad política, las confrontaciones son de ideas y civilizadas, pues no se trata de agredir físicamente a un oponente de un partido diferente. Lo importante es llegar a acuerdos, según dice, pues de nada sirven las diferencias irreconciliables.
“A veces en la política también pasa eso, y los ciudadanos no lo entienden. Un asunto es el debate público, para contrastar una idea, y lo otro es que sean enemigos porque pensar diferente es lo que nos enriquece. Se dirimen las ideas, las confrontan las contrastan, pero entendiendo que esto (la lucha) es una profesión”, dice.
Fernández, quien en la candidatura para el senado va en fórmula con Judith Díaz, señala que a veces la pasión puede rebasar a las partes, como ocurre en Nuevo León, donde están confrontados el Gobernador con las fracciones del PRI y PAN, principalmente en el Congreso del Estado.
“Acabando una sesión del Congreso no te vas a echar unos tragos con los adversarios ideológicos, pero hay que entender que no es un asunto personal. En Nuevo León sí, con el Congreso que tenemos, cuidado. Pero en el resto del país se trata de contrastar ideas, no son afrentas personales”, dice el candidato morenista de Seguimos haciendo historia.
Futbol
La charla de la serie +Deportes –Política de Hora Cero, deriva hacia el futbol, otro de los deportes de los que Waldo Fernández es aficionado, como seguidor de Tigres de la UANL.
El candidato a senador recuerda que cuando era muchacho, conseguía boletos con un amigo y caminaba desde el Fraccionamiento Bernardo Reyes, al norte de Monterrey, hasta el Estadio Universitario, en San Nicolás, para ver aquellos viejos felinos que durante décadas tuvieron sequía de títulos.
Sin embargo, aclara que no sufrió la carencia de campeonatos porque siempre ha contemplado el balompié para gozarlo, no para padecerlo con la angustia de los fanáticos que lloraban por la mala marcha del conjunto de la U en los 80, después de su tercer campeonato, en los 90, y en la primera década del milenio.
“No siento haber sufrido como aficionado. Recuerdo, eso sí, aquel entrenador que hablaba de las manzanas podridas de Tigres, Hugo Fernández, uruguayo, y ahí nos tenían pegados a la tele y nunca dijeron quiénes eran. Pero nunca he sufrido, más allá del partido. Ganan, pierden, te enojas momentáneamente y se acabó, pero de ahí, a desbordar la pasión… No entiendo cómo la gente se puede pelear”, señala.
Luego de mencionar que su máximo ídolo de Tigres ha sido el mediocampista Walter Gaitán, Waldo se niega a satanizar a las barras de animación como las causantes de la violencia en los estadios pues, señala, ese fenómeno de agresividad se debe a cuestiones focalizadas en individuos antisociales, no en una colectividad.
“Cuando la violencia se desborda es una combinación de dos factores: la frustración racional e irracional con la que llega alguien al partido. No es el juego, creo que a través de la semana acumulas molestias como el tráfico, problemas laborales y el juego e tu desfogue. Ya llegas trabado y el alcohol hace que se saque esa frustración”, considera.
Llama a la afición a entender que, al igual que en la lucha libre, en el futbol los 22 profesionales de la cancha al finalizar se dan la mano porque no están en una guerra, ni enfadados entre ellos.
Finalmente, Fernández González comenta que si el voto lo favorece el 2 de junio, desde el Senado llamaría a incorporar a un visor del Estado a la Selección Mexicana de Futbol, para que se encargue de fomentar el deporte, además de buscar que exista una mayor búsqueda de talentos, en esta y otras disciplinas, para que no se queden truncas carreras potencialmente brillantes por falta de oportunidades.