La desaparición de una mujer y sus dos hijos en la carretera a Nuevo Laredo el pasado 16 de junio encendió las alarmas de una problemática ya conocida años atrás: el secuestro de viajeros en las vías de Tamaulipas por parte, aparentemente, de bandas delincuenciales.
La atención mediática del caso “destapó la cloaca”, que en sus entrañas ocultaba más de un centenar de reportes similares tan solo de 2020 a 2021, de acuerdo con cifras del colectivo “Todos somos uno, buscando desaparecidos en Nuevo Laredo, Tamaulipas”.
La agrupación, que nació justamente para hacer eco del clamor de los familiares de los ausentes, tenía el reporte, hasta el 30 de junio, de 111 casos de personas secuestrados en mencionada vía.
Juana María Prado Vega fundó el colectivo en abril de 2021, pocos días después de que su esposo, Pedro Jesús Villarreal, desapareció en los límites de la ciudad fronteriza tras recoger a una familia que viajaría hacia Monterrey.
El joven de 28 años de edad tenía apenas una semana de haber comenzado a trabajar como chofer de DiDi cuando se le requirió en Nuevo Laredo. Al desconocer el municipio, el vecino de Escobedo pidió el apoyo de un amigo, quien lo acompañó hasta la ciudad tamaulipeca.
Allá, recogieron a la familia y emprendieron el viaje de regreso a la capital de Nuevo León, así lo testifica un audio que su acompañante envió a su mamá justo cuando retornaban aquel 23 de abril.
“El copiloto sí le avisó a su familia que ya venía de regreso y en el audio se escuchaba que venía una familia con ellos. O sea que sí recogieron a las personas y ya venían para acá”, dijo Dora Elia Villarreal Aguirre, madre de Pedro.
Se suponía que Pedro y su acompañante llegarían a tierras regias cerca de las 9:00 de la mañana, pero se les perdió la pista cerca de una hora y media antes.
A las 12 del medio día la desesperación ya carcomía a la familia al desconocer el paradero de Pedro, sentimiento que se ha ido acrecentando con el correr de los días.
“Se siente como si estuviéramos muertos en vida. Tener un desaparecido es no tener certeza de si está vivo o muerto. Vivimos sin vivir: tenemos que levantarnos, comer, seguir con la vida, solo porque Dios nos da la fuerza”, aseveró doña Elia.
Tras no tener noticias por 24 horas, la familia emprendió la búsqueda de Pedro y reportó su desaparición a la Fiscalía de Nuevo León porque ir a Nuevo Laredo sería imposible ante el clima de inseguridad en la carretera y la indiferencia de las autoridades de la vecina entidad.
“Aquí en Nuevo León te escuchan, pero en Nuevo Laredo las autoridades te tratan muy mal, no quieren hacer nada, no sé por qué”, expresó la mamá del ausente.
¿Cómo lo saben?, porque la nuera de doña Elia fundó el colectivo de búsqueda de los desaparecidos en la carretera a Nuevo Laredo y tras darse a conocer la agrupación decenas de casos más “brotaron” en toda la zona metropolitana y con ellos los testimonios de indiferencia de las autoridades en Tamaulipas.
Hoy, una hija, una esposa, una madre, un padre y dos hermanas esperan por Pedro, todos anhelan el momento en el que se dé a conocer su paradero y volverse a reencontrar con su ser querido, aunque conforme pasan los días el sueño se diluye entre la desesperanza.
Han transcurrido casi tres meses desde la desaparición de Pedro y hasta el momento los avances han sido pocos. Lo único que se sabe es que el joven y su acompañante se encontraban en territorio neolaredense cuando desaparecieron, tal y como indica su última geolocalización.
GOLPE TRIPLE
Y es que, entre las pocas pistas que han podido arrojar las averiguaciones de las propias familias, más que de la autoridad, es que el último rastro de conexión telefónica de la mayoría de los desaparecidos está en Nuevo Laredo, así lo corroboró también Elsa Abigaíl García Lara, esposa de Manuel Acuña Tolentino de 29 años, desaparecido el 22 de enero de 2021.
El vecino del municipio de Juárez viajó a la ciudad fronteriza junto a su hermano Michael de 23 años para recoger Bruno Mejía Castañeda de 19, amigo de la familia, quien proveniente de Estados Unidos visitaría a familiares en Monterrey.
Los jóvenes se citaron en el Walmart de Nuevo Laredo para de ahí partir a Monterrey, en el lugar, los amigos se tomaron una fotografía para anunciar el encuentro al grupo familiar de WhatsApp, en la imagen los tres lucen sonrientes mientras se abrazan y posan para la cámara.
Ningún familiar imaginó que esa misma fotografía sería la que días más adelante publicarían en las redes sociales con la leyenda de “¿los has visto?” y también la que los acompañaría a marchar exigiendo a las autoridades dar con su paradero.
“Esta foto se la tomaron ahí en Walmart con dos personas más que era los que trasladaron a Bruno del lado mexicano”, dijo Elsa.
Manuel era chofer de la plataforma digital DiDi en Monterrey y tenía la costumbre de enviar a su esposa su ubicación en tiempo real, especialmente cuando le tocaba abarcar zonas peligrosas o lejanas.
Cuando el joven viajó a Nuevo Laredo no fue la excepción: envió a Elsa su localización, la cual indicaba que ya venían de regreso, pero justo antes de la salida del municipio la conexión se interrumpió.
“Ya venían a Monterrey cuando desaparecieron. En específico la ubicación nos marca que fuera en la colonia Las Granjas es donde se quedaron”, aseveró la esposa.
En su trayecto a Monterrey, Manuel incluso mandó a un mensaje de voz a su mamá para confirmar su retorno, pero al igual que los otros testimonios, la comunicación se detuvo antes de ingresar a Nuevo León.
Aún con la esperanza de que la señal en la carretera fuera el motivo por la cual no se podían comunicar, el presentimiento de peligro se cumplió cuando al caer la noche, aún no había rastro de los tres jóvenes.
“Eran las 6:30 pm cuando ya perdimos comunicación con ellos, ya nunca nos contestaron y el teléfono ya estaba apagado. Yo le escribí a él como a las 4:30 pm nada más me dejó ‘en visto’. A las 5:30 pm le volví a mandar un mensaje para preguntarle donde estaban, le volví a mandar mensaje a las 7:30 y nada más recibió el mensaje, pero tampoco lo vio.
“Mi esperanza era que se hubiera perdido la señal en la carretera, que por eso no pudieran hablar, pero se hicieron las 8:00, las 9:00, que era la hora que él más o menos tenía que llegar y al ver que no, fue cuando nos dimos cuenta que había pasado algo”, dijo Elsa.
Ante la falta de noticias, la madre de Manuel y Michael viajó al día siguiente a Nuevo Laredo para interponer la denuncia por la desaparición de sus hijos y el amigo, pero se topó con la burocracia y el desinterés de las autoridades locales.
“Mi suegra se fue a Nuevo Laredo un sábado a poner la denuncia, pero se las tomaron hasta el lunes porque se atravesaba el fin de semana. No obtuvo nada en Nuevo Laredo, la Fiscalía no le dio ninguna información. Nosotros dimos toda la información, la ubicación en donde estaban desaparecidos, el número de teléfonos de los muchachos para ver si podían sacar de donde eran las llamadas
“No tenemos respuesta en Nuevo Laredo, no hay novedad en los casos, solo nos llegan los comunicados de que están buscando en hospitales, en penales. Dudamos que estén haciendo algo porque no encontramos respuesta. Ya vemos que son muchos los casos y es alarmante todo esto”, mencionó con impotencia Elsa.
Desde entonces, la angustia es la compañera inseparable de Elsa, quien con sollozos le explica a su pequeña hija de un año de edad que su papá regresará pronto a casa.
“Mis días son pesados porque tengo que estar al frente de la búsqueda, darle ánimos a mi suegra para que no decaiga, tener que trabajar para solventar los gastos. Mi niña todos los días me pregunta por su papá, yo solo le respondo que ya pronto regresará“, mencionó.
También exista la culpa, aquella que en muchas ocasiones no la deja ni comer por pensar si su esposo y su cuñado ya se llevaron algo a la boca.
“A veces mi suegra y yo nos sentamos a la mesa y no queremos ni comer porque no sabemos si ellos están comiendo y que nosotros sí nos estamos alimentando. Y es pensar porque a pesar de eso las autoridades no nos están haciendo caso a lo que ya les dimos porque prácticamente ya les hicimos el trabajo”, puntualizó.
VIAJE INCONCLUSO
José Luis Dávila de 32 años nació en Monterrey, pero desde chico se mudó con su familia a Arkansas.
Desde finales de 2020 el joven tomó la costumbre de viajar una vez al mes a la Sultana del Norte para visitar a su novia y familia.
Siempre lo hacía solo y por carretera: partía de Arkansas, atravesaba Texas y llegaba a México por Nuevo Laredo, una ruta ya bien conocida por él.
En marzo de 2021, José Luis estuvo por cuatro días en Monterey y la madrugada del 29 partió, agarró la autopista para regresar a Estados Unidos.
De acuerdo con su tío, Francisco Dávila, cerca de las 7:30 de la mañana habló con sus papás en Arkansas para avisarles que estaba a punto de llegar a la frontera, pero todo indica que nunca cruzó el Puente Internacional.
Cuando la noche cayó la desesperación invadió a los familiares del joven: sin noticias, sin pistas de su ubicación, sin llamadas, todo indicaba que algo había pasado.
“Al no tener noticias de él, nos empezamos a comunicar entre la familia y ya en la noche, a la hora que se suponía que debería de llegar allá, nunca apareció y ya fue cuando nos alertamos”, dijo el familiar.
De inmediato, la familia comenzó a publicar en redes sociales la fotografía de José Luis para recabar información que los llevara a su paradero. En su desesperación, ofrecieron recompensa por datos, pero todo fue infructuoso y solo fueron extorsionados.
El celular del joven permaneció activo dos días después de la desaparición, lo que se traducía a un aliento de esperanza; sin embargo, no han podido lograr nada aún y cuando también dieron parte a las autoridades norteamericanas.
“Familiares de nosotros mismos rastrearon el celular porque el celular aparecía activo días después a eso y algunos sobrinos de aquí y allá rastrearon ubicaciones del celular, pero no se supo nada.
“Es un infierno, es un antes y un después, a toda la familia le ha afectado demasiado, siempre estamos en contacto entre todos, cada mañana nos escribimos para saber si hay alguna novedad, pero no hay nada”, indicó Francisco Dávila.
Cuando José Luis desapareció en marzo del presente año, la familia Dávila comenzó a conocer más historias similares a la suya: gente secuestrada en su trayecto a Nuevo Laredo. Las cifras, según sus palabras, ya eran alarmantes para el inicio del año, pero nadie hablaba del tema, ni siquiera los medios de comunicación.
Mientras tanto, familias que atravesaban por el mismo viacrucis comenzaron a agruparse con el fin de pedirle a las autoridades respuestas y sobre todo coordinación.
“El gobierno de Nuevo León como el de Tamaulipas deben de hacer sinergia y ponerse en contacto con el gobierno federal para que pidan su apoyo porque es un problema que va más allá de los gobiernos estatales. Necesitamos la ayuda del gobierno federal para afrontarlo. Hasta no saber lo que pasó realmente, hasta ese momento dejaremos de buscar”, puntualizó.
En su travesía, la familia conoció el colectivo “Todos somos uno, buscando desaparecidos en Nuevo Laredo, Tamaulipas”, que ha representado el único rayo de esperanza para muchos de los familiares de ausentes.
LA DESGRACIA LOS UNE
Y tras casi una década de aparente calma, los rostros de desaparecidos volvieron a “tapizar” la Explanada de los Héroes para exigir a las autoridades ayuda en su localización.
Parecía una escena traída de 2012, pero no, era la protesta de decenas de familiares que en los últimos meses han perdido a un ser querido en la carretera a Nuevo Laredo.
A finales de mayo, un contingente de cerca de 40 manifestantes bloqueó tres intersecciones de la calle Zaragoza para pedirle al mandatario estatal, Jaime Rodríguez Calderón, su intervención para localizar a sus familiares.
Se trató de integrantes del colectivo “Todos somos uno, buscando desaparecidos en Nuevo Laredo, Tamaulipas”, el mismo que ubicó la cifra de secuestrados en 111 hasta el 1 de julio de 2021.
Gracias a sus protestas, la sociedad y el gobierno neoleonés pudo dimensionar la magnitud de la problemática en la vía a Nuevo Laredo.
“Gracias a Dios encontramos que no estamos solas, que hay más personas que están padeciendo lo mismo que nosotros como familia y que somos un equipo. Es muy pesado cargarlo solo y con ayuda de las familias”, expresó Elsa Abigaíl García Lara, esposa Manuel, uno de los 111 desaparecidos en la vía a Nuevo Laredo.
Y es que, para muchos de los familiares, la creación del colectivo representó un “bálsamo” para el dolor causado por sus ausencias.
Una conocida frase dice que “la unión hace la fuerza” y la agrupación ha conseguido que las autoridades de Nuevo León y Tamaulipas se coordinen para avanzar en las carpetas de investigación.
La presión ha sido tal, que el propio gobierno neoleonés gestionó el 1 de julio un encuentro entre el Fiscal General de Tamaulipas, Irving Barrios Mojica, y las familias para conocer los avances de las pesquisas.
El encuentro, aunque aún no ha arrojado los resultados esperados, sí representa un rayo de luz en el oscuro panorama por el que atraviesan cientos de familias en Nuevo León.