
La tierra tembló bajo el rugido de las hélices. A 20 metros de altura, el helicóptero Black Hawk UH-60 flota con precisión quirúrgica. Ocho elementos, equipados con uniformes tácticos, máscaras antigas y armamento de alto poder, descienden en rápel en cuestión de segundos.
Se trata de un ejercicio de la Fuerza de Reacción Aeromóvil, una de las siete divisiones de élite creadas bajo la estrategia de seguridad del gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda.
Las maniobras, ejecutadas en el AirPark Aerodeportes —ubicado en el ejido San Mateo, Cadereyta Jiménez—, forman parte del entrenamiento intensivo que prepara a estos operadores para misiones de alto riesgo en Nuevo León.
“Para estar en esta unidad, se requiere aprobar una evaluación y un curso de tres semanas. Aquí no entra cualquiera”, destacó un instructor del Grupo de Operaciones Especiales (GOE).
Esta fuerza combina movilidad aérea con despliegue táctico terrestre y pertenece al cuarto agrupamiento de Fuerza Civil, junto con la Fuerza de Tarea Táctica y la Unidad Especializada Aérea.
Sus operadores pueden actuar en enfrentamientos armados, rescate de rehenes, evacuaciones por desastres naturales y patrullajes en zonas conflictivas.
El Black Hawk, junto con otros nueve helicópteros de la flota aérea de Fuerza Civil, es clave en esta estrategia. Esta aeronave ha participado en más de 100 operaciones de alto impacto y rescatado a 117 personas, además de transportar 8 toneladas de víveres durante emergencias como la reciente tormenta que afectó al estado.
Los entrenamientos se realizan cada tres meses para mantener la destreza, precisión y condición física del equipo. Su intervención ha sido decisiva para desarticular células criminales, asegurar operativos conjuntos y asistir en desastres.