
Lo que comenzó como unas vacaciones de placer terminaron convirtiéndose en una pesadilla para Mildred Rhodes, una regiomontana que se encuentra varada en Roma por culpa de la contingencia sanitaria mundial y de una serie de eventos desafortunados que involucran la negligencia de un crucero y la indiferencia del gobierno mexicano.
El 5 de marzo el crucero salió de Fort Lauderlade, Florida con dirección a Venecia. En ese momento Europa -y especialmente Italia- ya registraban un fuerte crecimiento en el número de infectados y muertos por COVID-19, por lo que antes de subir a la embarcación, la mexicana cuestionó si era posible cancelar el viaje. La respuesta de la naviera fue “que todo estaba en orden”.
Sin embargo, ese mismo optimismo no fue el mismo que se les transmitió a los viajeros norteamericanos, a quienes se les informó que el crucero terminaría en Marsella, Francia porque la situación en Italia les impedía llegar.
“Eso se lo dijeron a los americanos, pero a mí como mexicana me dijeron otra cosa. Ellos ya sabían que había una circunstancia diferente”, expresó la regiomontana.
El crucero emprendió su recorrido trasatlántico y 24 horas después de partir, la primera “luz de alerta” se encendió en Puerto Rico, en donde una pareja tuvo que bajar del Costa Luminosa porque presentaba algunos síntomas de la infección por Coronavirus.
Lamentablemente, ningún tripulante conoció de la situación hasta que el 9 de marzo se les prohibió la entrada a Antigua y Barbuda, precisamente por el temor a que el virus también viajara en el crucero.
Fue en ese momento que los rumores de posibles infectados por COVID-19 comenzaron a “salpicar” la tranquilidad de los pasajeros.
Al no poder ingresar al país caribeño, el crucero siguió su camino por el Atlántico. En medio del océano las autoridades navieras apostaron por el hermetismo como método de contención.
El 13 de marzo, el Costa Luminosa llegó a España, nación que al igual que Italia era arrasada por la pandemia y que por seguridad había restringido el ingresos de turistas.
Fue ahí, en tierra ibérica, en donde las sospechas de pasajeros con Coronavirus abordo del crucero fueron corroboradas al informarles que, en efecto, la pareja que descendió en Puerto Rico era portadora de COVID-19.
“En todos estos días de navegación en ningún momento se nos avisó si esta pareja era positiva o no. Y en el momento que ya estamos por llegar a las cosas españolas, España ya tiene su cierre de Estado y por otra parte ya nos notifican que esta pareja sí había sido positiva”, dijo Mildred Rhodes.
Y aunque la noticia llegó 48 horas después de que ya había sido difundida por la prensa estadounidense, esa era apenas una de las malas noticias que recibirían en las horas consecutivas.
Y es que, en territorio español, cuatro personas más tuvieron que bajar del navío por presentar claros síntomas de la infección por Coronavirus. Lo anterior sólo podía significar una cosa: hubo contagios comunitarios en altamar.
Tras los nuevos casos, las autoridades aislaron a todos los pasajeros del Costa Luminosa, acorde con la regiomontana.
Previamente, la tripulación ya había suspendido las actividades recreativas y lugares de concentración de la embarcación, con excepción “curiosamente” de aquellas que le generaban ganancias como los bares y casinos.
“Casualmente las únicas actividades que no se habían suspendido en el crucero eran los casinos y bares, que si damos una lectura es lo que le da negocio a la naviera”, mencionó la entrevistada.
Los días posteriores, la tensión “inundó” la embarcación. Del 15 al 19 de marzo, los pasajeros permanecieron aislados en sus habitaciones sin poder tener contacto con el exterior.
El 19 de marzo, la embarcación enclavó en la ciudad francesa de Marsella, en donde solo se le permitió la salida a los ciudadanos estadounidenses y canadienses.
Mildred, por su parte, intentó bajar de la embarcación, ya que contaba con un vuelo Marsella-París-Ciudad de México, pero el intento fue infructuoso.
“Empezaron a desembarcar ese mismo día a los franceses. Como no pudieron desembarcarlos a todos ese mismo día tuvieron que quedarse un día más y después bajaron a los belgas” compartió la regia, que ahora habita en la Ciudad de México.
Al no poder desembarcar a todos los franceses y belgas en un solo día, el crucero permaneció un día más en la ciudad italiana, lo que fue visto por Mildred los otros nueve mexicanos abordo del crucero como una oportunidad para salir.
Para esa fecha, el grupo de connacionales ya había intentado por cuatro días comunicarse con el consulado mexicano en Francia para solicitar que, al igual que las otras nacionalidades, les permitieran regresar al país antes de pisar Italia.
“A mí me interesaba que 3 ó 4 días antes, la representación (consular) supiera que estábamos por llegar, que supiera cuál era la situación para que pudiera dar una solución del conflicto”, dijo la entrevistada.
Para el 20 de marzo el barco aún seguía en Marsella y por primera vez hicieron contacto con la representación consular de México en Francia, pero el resultado no fue el esperado, ya que tanto la cancillería como la naviera se “echaron la pelotita” de a quién le correspondía responder por los varados.
“Arriba del barco me dicen que nos tiene que reclamar el consulado y el consulado dice que la naviera tiene que poner el boleto de avión”, explicó la mexicana.
Aún con la alerta de viaje a Italia, los connacionales juntos otros pasajeros -en su mayoría latinos- fueron dirigidos a la ciudad italiana de Savona, en donde las autoridades navieras les dijeron que “ahí todo se solucionaría“, pero solo era una estación más del “viacrucis marítimo”.
El 21 de marzo el Costa Luminosa arribó a la ciudad italiana de Savona, en donde de inmediato bajaron a italianos, suizos, españoles, ingleses, rumanos, daneses, suecos, finlandeses y demás ciudadanías europeas.
Para ese entonces ya habían transcurrido ocho días de confinamiento en el barco y la incertidumbre ya era la compañera de los pasajeros mexicanos.
El 23 de marzo, los pasajeros que aún permanecían en la embarcación fueron llevados por carretera a Roma, a más de siete horas de Savona.
“Nunca se nos informó nada, nunca se nos tomó una prueba, nunca se nos preguntó si teníamos familiares en Italia con quien pasar la cuarentena, solo nos pusieron en el camión y nos trasladaron”, comentó la entrevistada.
Sin importar que ya habían iniciado un aislamiento obligatorio en el crucero, las autoridades italianas los confinaron en el hotel IH para iniciar una nueva cuarentena de 14 días, misma que terminó el pasado 6 de abril.
Sin apoyo de las autoridades mexicanas, al cierre de esta edición, los mexicanos permanecían varados en el hotel italiano a la espera de que se les permita regresar a tierras aztecas.
Entre comida fría y habitaciones heladas por la falta de calefacción es como los connacionales sobrellevan su estancia obligatoria en suelo extranjero.
Y aunque al principio sufrieron discriminación al ser catalogados como infectados por COVID-19 sin que se les hayan hecho pruebas, al día de hoy se sabe que ningún mexicano resultó positivo a las pruebas de Coronavirus.
Hoy, las series de Netflix son la compañía de la mujer que toma con madurez la situación y lo afrenta como un reto de la vida así como una oportunidad para reflexionar y agradecer.
“De toda esta experiencia la paso gustosa solamente por ver el amor y la solidaridad de todas mis amistades en Monterrey. Su nivel de dedicación, de desvelo, de compañía hacen que esto la pase hasta gustosa por saber que me acompañan en la vida seres con tanta generosidad y tanto amor hacia los demás”, aseveró.
La exigencia de Mildred como del resto de los varados es regresar a su país y aunque algunos han corrido con suerte como los australianos, otros, como los rusos tuvieron que regresar al hotel al negárseles el vuelo.
La cuarentena en el hotel IH ya terminó, pero el destino de los connacionales aún es incierto ante la indiferencia de las autoridades mexicanas.
Las posibilidades de volver son mínimas mientras que el miedo de contraer la infección en el país con más muertes por la pandemia aún es latente. De hecho, en las últimas horas, tres argentinos que también estaban confinados en el hotel y compartían piso con la regiomontana dieron positivo a la prueba de COVID-19.
En México, una madre con debilidad visual y auditiva espera con anhelo a su hija Mildred, quien fue víctima de las circunstancias, pero también de la negligencia naviera y la indiferencia gubernamental.